viernes, 23 de abril de 2021

Pandemonium. "Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud. Sobre el infierno. Francisco Huertas Hernández. 2002

Pandemonium
"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud
Sobre el infierno
Francisco Huertas Hernández. 2002


"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud
Adonai (Orlando Urdaneta) y Carmín (Amalia Pérez Díaz)
Película venezolana que mezcla la crítica social y la fantasía grotesca. Basada en la obra de teatro "Vesícula de nácar" de Román Chalbaud. El personaje principal Adonai (Orlando Urdaneta), un poeta lunático y fracasado que vive entre montañas de libros, transmite noticias y canciones desde un altoparlante en un edificio en ruinas: "Esta es Radio Pandemónium, la emisora de un país en desarrollo... En desarrollo de su miseria". Vive con su decadente y ambiciosa madre, Carmín (Amalia Pérez Díaz) y su amante Demetria, la "perra" (Elaiza Gil), que Carmín recogió siendo niña. Carmín tiene otro hijo, Radamés (Miguel Ángel Landa), preso por corrupción, que deja a la madre un maletín lleno de dólares. Los acontecimientos se precipitarán en torno al dinero. El infierno apenas comienza a arder en las calles y está más cerca de lo que nadie puede imaginar.
Una historia de amor, caos y corrupción -como reza el cartel del largometraje- ambientada en Venezuela en 1989, justo antes del "Caracazo" del 27 y 28 de febrero. El "Caracazo" fue una serie de revueltas y saqueos por el aumento del precio de la gasolina y el transporte urbano durante el segundo gobierno (1989-1993) de Carlos Andrés Pérez (1922-2010). Pérez fue destituido por la justicia en 1993 por malversación. 
Este país, al que Estados Unidos "demoniza" tras el triunfo de la revolución bolivariana en 1998, ya era convulso socialmente como se muestra en el film de Román Chalbaud (1931), el más insigne de los directores venezolanos. 
"Pandæmonium" es la capital del infierno, según John Milton (1608-1674) en "Paradise Lost" (1667): "the High Capital, of Satan and his Peers" (la Alta Capital, de Satán y sus acólitos). La cinta de Chalbaud tiene cierto "toque" apocalíptico, con su visión de un futuro pesimista y posmoderno. La corrupción es insoportable y la pobreza descontrolada, y Chalbaud imagina ese "infierno" en la tierra desde una parábola de guion irregular. La actuación magistral de Amalia Pérez Díaz sostiene buena parte de la película.

El "infierno" no existe. Dante Alighieri (1265-1321) lo imaginó como lugar de consumición en la pena de los pecadores. Tras un vestíbulo para los indecisos, el primer círculo consume a los no bautizados, los que no tuvieron fe; el segundo círculo consume a los lujuriosos; el tercero a los pecadores de gula; el cuarto a los avaros y pródigos (recordar aquí la ética aristotélico-tomista según la cual el vicio es tanto por defecto como por exceso, siendo la virtud el término medio); el quinto círculo ve arder a los iracundos y perezosos (los estudiosos se preguntan dónde están los soberbios y envidiosos, los pecados capitales que faltan); el sexto círculo contiene a los herejes; el séptimo anillo ve a los violentos (contra el prójimo, los suicidas, los derrochadores de su patrimonio, los violentos contra Dios, la naturaleza y el arte, o sea, blasfemos, sodomitas y usureros); el octavo círculo condena a los que realizaron fraude (proxenetas y seductores, aduladores, simoníacos, adivinos y magos, malversadores, hipócritas, ladrones, consejeros fraudulentos, cizañadores, falsificadores); el noveno nivel ve sufrir a los traidores.
Una imagen moral del infierno, que castiga el alma de los pecadores, pero desde Friedrich Nietzsche (1844-1900) sabemos que no hay Dios (Gott ist tot) ni pecado, solo son "invenciones" de los "resentidos" que se vengan de los valores vitales. La "culpa" inocula en el "pecador" un sentimiento de impotencia que le hace aborrecer la vida y el deseo. Los sacerdotes debilitan al género humano para dominarlo.

Si no existe un "infierno" trascendente -y tampoco un "cielo/paraíso"-, entonces nosotros hacemos de este mundo un infierno con nuestra miseria moral. El mal es nuestra falta de justicia. La Injusticia como mal absoluto inmanente podría ser la interpretación de la filosofía de Platón (427-347 aC). En su libro "República" propone un sistema educativo que permita conocer la Justicia para gobernar sabiamente la ciudad. La ciudad (estado) injusta -una democracia de jueces- condenó a su maestro Sócrates (470-399 aC). Como hoy en España y en Estados Unidos, donde los jueces protegen al poderoso y castigan al oprimido. En Brasil y Bolivia jueces corruptos destituyeron y condenaron a sus presidentes. La injusticia es cosa de los jueces, y la justicia de los filósofos, porque dependiendo de la parte en la que estemos viviremos en el Purgatorio (nunca hay Paraíso después de la Infancia) o en el Infierno

"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud
Créditos: Un film de Román Chalbaud

"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud
Créditos: Título

"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud
Poster original

 El mundo occidental nació griego, y nuestra cultura lleva en sus raíces todos esos vocablos del Ática y Esparta. Un pandemónium es, en sentido figurado y familiar, lugar en que hay mucho ruido y confusión. Así utilizamos este término hoy, pero su significado original es capital imaginaria del reino infernal (Del griego “παν, pan”, todo, y “δαιμόνιον, daimonion”, demonio)

 Infernales son el ruido y la confusión, por oposición al silencio y claridad del cielo. Y el infierno, según la Iglesia católica, es el “lugar destinado por Dios para eterno castigo de los que mueren en pecado mortal”. “Los condenados padecen dos penas: la de daño (estar privado de la presencia de Dios) y la de sentido (tormentos materiales, como el fuego)”  Y suponemos también una enloquecedora algarabía en la que imperen el ruido y la confusión.

 Solemos escuchar la expresión: Esto es un pandemónium referida a un lío de mil demonios. O sea, el infierno en la tierra, la condenación y el tormento en la vida pasajera, si es que hay otra menos pasajera.

 Pero, ¿cómo se formó este pandemónium, que con tanta penetración describió Enrique Santos Discépolo en “Cambalache”?

 Quizá por la estupidez y la codicia humanas. La estulticia de quien, con floja voluntad, yerra en sus acciones. Así nos lo recuerda el refrán: “El infierno está lleno de buenas intenciones, y de buenas obras el cielo”. Empedrado de buenas intenciones, como los adoquines en los que tropezamos una y otra vez.

 Y la ambición y la codicia que destruyen al hombre, pues le vuelven objetivo -es decir, querer convertir todo en mercancía y  riqueza-, sacrificando la moral y los afectos. Pero el refranero nos trae el antídoto: “Rico es el que nada desea y el que nada debe”. Unos bienes tan altos que la mayoría no alcanza. La ausencia de deseo y deudas evitan la confusión y el ruido de los que porfían y empeñan su vida en la avaricia y la rapiña. El que nada debe ni desea, ha, por fuerza, de ser prudente y silencioso, pues de las palabras no requiere para engañar y medrar.

 El perderse en un pandemónium es propio de los que, ebrios de deseo, y de envidia, hacen corro en el corral de los que cantan, comprando y vendiendo cuanto alcanzan, creyendo más rico al de más bonanza.

 Y el hombre se pierde también por los placeres. Y, entre éstos, el juego, el vino y las mujeres. Tres aficiones loables para quien buen uso hace de ellas. Tentar a la suerte, animar el espíritu y gozar de la carne, aunque el refrán nos advierte que “tres cosas son que matan al hombre: putas, dados y cominos de odre”.

  Vamos ya reparando en los ingredientes que componen el pandemónium de la existencia: estulticia, placer y codicia. Estas cosas que matan al hombre, pues le pierden y le enajenan. La imaginaria capital del reino infernal, llena de ruido y confusión, está poblada de insensatos, voluptuosos y usureros.

Francisco Huertas Hernández
29 de diciembre de 2002

"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud 
Película completa por gentileza de Youtube

"Pandemonium, la capital del infierno" (1997). Román Chalbaud 
Trailer

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran aporte. Una película rara. Pero buena

MARCELO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
MARCELO dijo...

1997 Pandemonium, la capital del infierno
Que alguien encienda las lámparas
La costumbre de mecernos en charcos de perfume vencido, viene de inclinarnos bajo la cruz, claro los chorros de sangre te salpican una y otra vez hasta que las manos se te resecan.
Luego en las afueras de la casa paterna los horrores de la imaginación quedan condicionados por la realidad y las metáforas no son mas que los tornillos que Frankenstein tenía en Europa. Aquí los aborígenes eran mas pequeños y acaso podían haber nacido en las estrellas, pero su desnudez asustaba tanto que no había rezo que los hiciese ajustarse a los rosarios ensangrentados. Deben sufrir el martirio de no ser hijos del dios padre Milton los pudo haber soñado de color blanco y cachetes rosados, pero lo cierto es que son más fuertes que el yeso y cantan himnos de una luz más poderosa que la del bronce que muere en los bustos de las plazas.
Pero los poetas chamánicos perdieron los lápices frente a todas las páginas de la biblia, después solo la sangre se mezclo y las ciudades enfermaron durante 400 años.
En el pandemónium de las almas elegidas los cementerios están mas vivos que los recién nacidos, y los muertos son liberados a lo desconocido.
En los países civilizados uno sale a las calles sabiendo que un piano no caerá desde el cielo, aquí tenemos que llevar casco, porque el piano cae siempre, a cada paso una puñalada puede abrir un sendero hacia la inmortalidad.
El cuerpo sacro de la mujer es ofrecido en la misa de las seis de la tarde, abierta en canal para que los billetes la iluminen, ella no es más que la miel de los antiguos esclavos.
Un clarividente se quitó los ojos después de haber estado sin comer durante un mes, se salvó momentáneamente, tomando la cola de un burro que pasaba por la calle recitando en nuevo testamento con acento francés.
La cosecha de las palabras erróneas construye hileras de salvajes, bajo telares inspirados en cuadros del Bosco.
Que alguien encienda las lámparas, antes de que comience a anochecer.
Marcelo López