Individuo & Totalidad (XI)
Comprensión y Rebeldía: el "espíritu crítico" trasciende al individuo
Francisco Huertas Hernández
Puente rojo
Alicante
10 mayo 2020
Fotografía: Francisco Huertas Hernández
El proceso de "humanización" del individuo integra la adquisición del lenguaje -forma en que se comunica el pensamiento racional-, la aceptación de los valores, costumbres y normas aprendidas en los grupos sociales (familia y otros), y, sobre todo, la "autoconciencia", fuente de la "identidad" y de la capacidad de reflexionar sobre lo externo y lo interno. Todos estos elementos son fruto del lenguaje, simbólico y productivo, que vincula nuestra autoconciencia y la acción sobre el mundo social.
Desde niños nos enseñan que madurar es "comprender" las causas de los hechos, las motivaciones de las personas, las relaciones entre los sistemas y las finalidades de los procesos. El conflicto entre comprender y aceptar nos recuerda que como individuos teñimos de valores todo lo que conocemos. Conocer o comprender es también valorar. Los valores que usamos como guía son "verdadero/falso", "bueno-justo/malo-injusto", y, en menor medida, "bello-armónico/feo-desordenado".
Si la ciencia es una comprensión del mundo en términos matemáticos y empíricos, quedan fuera de ella, amplias zonas de la realidad social y psicológica, en las que la valoración se impone sobre la descripción. La ética, la política, la estética y la psicología no pueden prescindir de los "juicios de valor", porque lo afirmado es subjetivo, mientras que los "juicios de hechos" de las ciencias, establecen descripciones -normalmente en forma de ecuaciones matemáticas- independientes del que las enuncia, y contrastables mediante la observación y el experimento.
La posibilidad de la historia como ciencia, o la economía, es problemática porque los "fines" se imponen a las descripciones. Es decir, la "totalidad" de un sentido de la historia, sea ésta la libertad, la democracia, el progreso material, la justicia social, o cualquier otro, determina la "interpretación" de los acontecimientos, cuyo valor está "pre-determinado" por esos "fines". Lo mismo vale para la economía. Cuando la interpretación globalista ultraliberal de la historia en el llamado "Occidente" afirma su "superioridad" sobre las naciones "atrasadas" impone unos "fines" puramente especulativos que sirven para justificar su colonialismo e imperialismo. Las acciones son siempre justificadas a partir de estos "fines". Cualquier crimen es justificable en defensa de la libertad y el libre mercado, que es el otro "fin" de la economía ultraliberal. O de creencias religiosas o étnicas.
La "rebeldía" como posición epistemológica es llamada "espíritu crítico". El individuo "descubre" que los "hechos", condenados o legitimados por la "ciencia interpretativa" (historia, economía, psicología, sociología), no son más que "juicios de valor" encubiertos, que colocan los "fines" por encima de los hechos. O, más bien, los "hechos" sometidos a los "fines". Un "hegelianismo" innegable sigue actuando como "justificación" de cualquier acción irracional o execrable.
Desde los medios de "incomunicación" se despliega la función de "adiestrar" las conciencias en la "comprensión" de esas realidades históricas, económicas, psicológicas y sociológicas como "buenas/malas", ocultando que los hechos son sólo interpretaciones interesadas de una "voluntad de dominio". Friedrich Nietzsche utilizó el término "Wille zur Macht" (voluntad de poder) referido a un impulso innato hacia el crecimiento, la expansión y la afirmación de la propia vida. La "guerra cognitiva", que usa los medios de "incomunicación" al servicio de la propaganda, la desinformación, la manipulación mediática y la guerra psicológica, destruye el "espíritu crítico" (rebeldía, resistencia) de las conciencias individuales, infundiendo el odio al "otro", al "enemigo", "deshumanizándolo". El "otro" sirve para justificar los "fines" establecidos de antemano, pues sin "oposición del mal" (inventado), no pueden legitimarse las acciones de una "voluntad de poder", que necesita "oposición" para justificarse y expandirse.
El pensamiento y la serenidad de espíritu son el único "puente" entre la visceralidad emocional del odio irracional al "otro" -exaltación de una "identidad" excluyente- y la "aceptación" -que tomamos como "comprensión"- de unos "hechos" ya "interpretados/manipulados" por los "de-formadores" de conciencias. La "rebeldía" es "negación". En un sentido hegeliano implica una "transformación" o "superación". La "autoconciencia serena", alejada de pasiones agitadas y de consignas obedecidas, comprende, evalúa y "rechaza" la identidad entre fines de dominación y descripción de hechos sociales o psicológicos.
Este "espíritu crítico", o "rebeldía epistemológica", trasciende al individuo porque le eleva por encima de sus necesidades particulares y su visión local, para comprender las causas, motivaciones, relaciones y finalidades de los sistemas sociales y psíquicos.
Situarse en la escala de la "totalidad", desde la reflexión informada de la "autoconciencia serena", es el camino de la "liberación" de la conciencia individual sometida a la manipulación valorativa de quienes nos dominan, que cambian sus discursos, pero no sus intenciones. Como escribió Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) en "Il Gattopardo": "Se vogliamo che tutto rimanga com'è, bisogna che tutto cambi"
Francisco Huertas Hernández
2 de marzo de 2024
2 comentarios:
La historia es una nodriza tirana y nosotros somos lactantes buscando la teta
Amable lector, gracias. Es una metáfora terrible. No somos más que bebés llorando en busca de un chupete
Publicar un comentario