lunes, 13 de abril de 2020

Alfabetos secretos. El lenguaje según Platón, Hofmannstahl y Nietzsche. Francisco Huertas Hernández


Alfabetos secretos
El lenguaje según Platón, Hofmannstahl y Nietzsche
Francisco Huertas Hernández




"Être et avoir" (2002). Nicolas Philibert
"Ser y tener"
Un film francés pedagógico documental en el que asistimos a las clases de un maestro rural, Georges Lopez, a niños de edades diversas. Paciencia, vocación y amor.
El aprendizaje de las letras es determinante en nuestro desarrollo intelectual y social. Primero hay letras (alfabeto), luego sílabas, y más tarde palabras. Pero hasta que no podemos leer y entender las oraciones no hay propiamente comprensión. Existe un proceso paralelo con los números

Platón ya planteó en su obra "Crátilo" el origen del lenguaje: ¿el significado de las palabras es natural o convencional? Crátilo -uno de los interlocutores del diálogo- sostiene una idea que nos parece extraña: las palabras contienen ciertos sonidos que expresan la esencia de lo nombrado. Letras para cosas blandas o líquidas. Hermógenes -otro interlocutor- defiende que la relación entre palabra y cosa es convencional, fruto de la costumbre. La participación de Sócrates es menos afortunada, enredándose en dudosas etimologías, y distanciándose de las dos posturas anteriores.

El asunto es por qué letras en lugar de colores. Y por qué los sonidos de las letras huyen del ritmo y la melodía para cobijarse en el significado. ¿Qué pasó con la puerta del aprender que estaba tallada en significantes físicos, y acaso emocionales?

Reducir el mundo y la vida a signos es el gran portento de la humanidad, pero también su gran maldición. Hugo von Hofmannstahl (1874-1929) escribió un texto fundamental sobre esto, la "Carta de Lord Chandos" (Ein Brief) (1902): la incapacidad de la literatura y las palabras para expresar la realidad, y más aún la interna

"Es ist mir völlig die Fähigkeit abhanden gekommen, über irgend etwas zusammenhängend zu denken oder zu sprechen. (…) Ich empfand ein unerklärliches Unbehagen, die Worte "Geist", "Seele" oder "Körper" nur auszusprechen (…) die abstrakten Worte, deren sich doch die Zunge naturgemäß bedienen muß, um irgendwelches Urteil an den Tag zu geben, zerfielen mir im Munde wie modrige Pilze"

(Perdí por completo la capacidad de pensar o hablar sobre algo de manera coherente. (...) Sentí una inexplicable inquietud solamente pronunciando las palabras 'mente', 'alma' o 'cuerpo' (...) las palabras abstractas, que la lengua tiene que usar naturalmente para emitir cualquier juicio, se desmoronaron en mi boca como hongos mohosos)

Y, aunque ya, Friedrich Nietzsche (1844-1900) realizó la crítica al lenguaje y sus hijas, la filosofía y la ciencia, con su voluntad de verdad y su olvido de lo múltiple, lo dinámico y lo pulsional de lo real, en el seminal escrito "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral" (1873)

"Was ist ein Wort? Die Abbildung eines Nervenreizes in Lauten. Von dem Nervenreiz aber weiterzuschließen auf eine Ursache außer uns, ist bereits das Resultat einer falschen und unberechtigten Anwendung des Satzes vom Grunde. Wie dürften wir, wenn die Wahrheit bei der Genesis der Sprache, der Gesichtspunkt der Gewißheit bei den Bezeichnungen allein entscheidend gewesen wäre, wie dürften wir doch sagen: der Stein ist hart: als ob uns »hart« noch sonst bekannt wäre, und nicht nur als eine ganz subjektive Reizung! Wir teilen die Dinge nach Geschlechtern ein, wir bezeichnen den Baum als männlich, die Pflanze als weiblich: welche willkürlichen Übertragungen! Wie weit hinausgeflogen über den Kanon der Gewißheit! Wir reden von einer »Schlange«: die Bezeichnung trifft nichts als das Sichwinden, könnte also auch dem Wurme zukommen. Welche willkürlichen Abgrenzungen, welche einseitigen Bevorzugungen bald der, bald jener Eigenschaft eines Dinges! Die verschiedenen Sprachen, nebeneinandergestellt, zeigen, daß es bei den Worten nie auf die Wahrheit, nie auf einen adäquaten Ausdruck ankommt: denn sonst gäbe es nicht so viele Sprachen"

(¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos articulados de un estímulo nervioso. Pero, partiendo del estímulo nervioso inferir además una causa existente fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razón. ¡Cómo nos sería lícito, si la verdad fuese lo único decisivo en la génesis del lenguaje, si el punto de vista de la certeza fuese también lo único decisivo en las designaciones, cómo, pues, nos sería lícito decir: la piedra es dura: como si además nos fuera conocido lo "duro" de otra manera y no únicamente como excitación totalmente subjetiva! Dividimos las cosas en géneros, designamos al árbol como masculino y a la planta como femenino: ¡qué extrapolaciones tan arbitrarias! ¡Qué lejos volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una serpiente: la designación tan sólo atañe al retorcerse, podría, por tanto, atribuírsele también al gusano. ¡Qué delimitaciones tan arbitrarias, qué preferencias tan parciales, ora de esta, ora de aquella propiedad de una cosa! Los diferentes idiomas, reunidos y comparados, muestran que con las palabras no se llega jamás a la verdad ni a una expresión adecuada: pues, de lo contrario, no habría tantos)


 Hay varios alfabetos principales: el latino, el árabe, el cirílico, el griego, el japonés, el chino -ideogramático-, el hindi, el hebreo. Hay otros, extraños para la mayoría, remotos. Alfabetos artificiales para las máquinas. Y alfabetos cifrados para el espionaje. Para la guerra. Y el alfabeto secreto del amor: desde el de las miradas al de los abanicos. El corazón humano no puede expresarse abiertamente y necesita de alfabetos, de dedos, cartas, letras, signos, guiños, distancias, colores, melodías. Todos los alfabetos son secretos porque se interponen entre los corazones. No se sabe si son las mentes o los dioses los que crearon los alfabetos. La experiencia del amor nos revela que éste trasciende los alfabetos y busca el silencio. Cuando se ama de verdad las palabras estorban. El alfabeto es un corazón amordazado, disfrazado. Telegrama, ecuación, logaritmo, carta de despido, quiromancia, nigromancia. Alfabetos todos de la ocultación. El mensaje siempre, siempre, oculto por los alfabetos. ¿Para el analfabeto no existe la verdad? ¡Decidme! ¿Para el analfabeto no existe el amor? Alfabetos que esconden no pueden ser verdaderos. Ninguno lo es. Por eso se multiplican. Babel es la metáfora de la metáfora. Contra los alfabetos, contra su secreto, el amor, la verdad desnuda, el corazón desgarrado, con su latido. El latido del corazón no conoce alfabetos. Por eso desconfiamos de los cultos, de los conocedores de múltiples alfabetos: ellos esconden su corazón con signos. No busquéis alfabetos; buscad sólo amor

Francisco Huertas Hernández
Martes, 31 de julio de 2001

"خانه دوست کجاست؟" 
(1987). عباس کیارستمی
"¿Dónde está la casa de mi amigo?" (1987). Abbas Kiarostami
"Where Is the Friend's Home?"
Esta preciosa película iraní es una Odisea infantil de amistad y perseverancia. Ahmad, un niño de una escuela rural, decide devolver el cuaderno, llevado por error, a su amigo Mohammad Reza, al que el maestro ha amenazado con expulsar si no trae sus deberes hechos. Los niños aprenden escribiendo. 
La escritura es un proceso de sometimiento a reglas ortográficas y sintácticas, incluso caligráficas en nuestra lejana infancia -¡ay, aquellos Cuadernos Rubio!-. Los maestros pegaban a los niños que no escribían lo que les mandaban. El dictado -¡qué palabra tan horrible!- era un instrumento esencial en el aprendizaje de la escritura y la cultura de las letras -otra cosa eran las ciencias-. Hoy, lamentablemente, ha desaparecido casi el dictado, aunque en Francia han descubierto que sin él nuestros alumnos pierden competencias lecto-escritoras, como se dice ahora en esa jerga estéril.

Platón, el primer gran filósofo que escribió y del que nos queda su obra completa, condenó la escritura frente a la oralidad en un famoso texto del "Fedro" en el que Sócrates cuenta un mito -inventado por Platón- del dios egipcio Theuth, inventor de muchas artes, que fue a ver al rey Thamus (Ammón). El rey le preguntó qué ventajas tenía cada una de las artes que Theuth le fue mostrando. Al llegar a la escritura Theuth dijo que haría más sabios a los egipcios y aumentaría su memoria porque era un remedio de la sabiduría y la memoria, pero el rey respondió:

"σύ, πατὴρ ὢν γραμμάτων, δι᾽ εὔνοιαν τοὐναντίον εἶπες ἢ δύναται. τοῦτο γὰρ τῶν μαθόντων λήθην μὲν ἐν ψυχαῖς παρέξει μνήμης ἀμελετησίᾳ, ἅτε διὰ πίστιν γραφῆς ἔξωθεν ὑπ᾽ ἀλλοτρίων τύπων, οὐκ ἔνδοθεν αὐτοὺς ὑφ᾽ αὑτῶν ἀναμιμνῃσκομένους: οὔκουν μνήμης ἀλλὰ ὑπομνήσεως φάρμακον ηὗρες. σοφίας δὲ τοῖς μαθηταῖς δόξαν, οὐκ ἀλήθειαν πορίζεις: πολυήκοοι γάρ σοι γενόμενοι ἄνευ διδαχῆς πολυγνώμονες ’ εἶναι δόξουσιν, ἀγνώμονες ὡς ἐπὶ τὸ πλῆθος ὄντες, καὶ χαλεποὶ συνεῖναι, δοξόσοφοι γεγονότες ἀντὶ σοφῶν.’" (275a)

(Y ahora tú, como padre que eres de las letras, dijiste por cariño a ellas el efecto contrario al que producen. Pues este invento dará origen en las almas de quienes lo aprenden al olvido, por descuido del cultivo de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la escritura, serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento. Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera procuras a tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con la presunción de serlo"

Platón realiza aquí una crítica de la escritura, lo que resulta una paradoja: él fue el inventor del "diálogo" filosófico, un género literario, para fijar los pensamientos del maestro Sócrates y comunicar los suyos. Como es habitual en él los pensamientos más profundos no salen de boca de Sócrates sino de arcanas sabidurías esotéricas (Diotima en "Symposion", o Thamus en "Fedro")

Roland Barthes (1915-1980) expresó en "La mort de l'auteur" (1967) esta idea acerca de la escritura y su relación con el cuerpo:

"L'écriture est destruction de toute voix, de toute origine. L'écriture, c'est ce neutre, ce composite, cet oblique où fuit notre sujet, le noir-et-blanc où vient se perdre toute identité, à commencer par celle-là même du corps qui écrit"

(La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde se pierde toda identidad, comenzando por la del mismo cuerpo que escribe)



6 comentarios:

Unknown dijo...

El lenguaje es una imagen. Y no nos gusta que sea nada más que eso.

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Escribo sin parar. Cada día de este confinamiento. Rescato textos míos que las editoriales no quisieron publicar, como éste de 2001, un año fecundo en letras. Y añado nuevas reflexiones, nuevos textos de filósofos, y rastreo películas alusivas. Y lo más sangrante es que todo esto apenas es leído...
Hoy he vuelto al lenguaje, nuestra casa, nuestro ser. Lo de casa, pase. En un sentido heideggeriano. Uno NO ES SU CASA, ESTÁ EN ELLA. Pero, ¿SOMOS LENGUAJE? Eso es difícil de asumir. Nietzsche rechaza el lenguaje de la verdad, queda el de la música. ¿Somos algo más que una función de verdad/falsedad, una cifra, una estadística?

Unknown dijo...

Otro aporte brillante. Recién vi una película sobre esto. Es de Coppola. Un tipo que espía conversaciones. Y acaba loco.

Unknown dijo...

Fantástico

Jorge dijo...

El lenguaje es nuestra casa, nuestro mundo. Kant lo sabía, y más consciente de ello era Wittgenstein, quien era incluso más kantiano que el propio Kant. Y, en efecto, como aludes en el texto, el lenguaje es don y condena. ¿Qué hay de esa frustración que uno siente cuando se da de bruces con la jaula del lenguaje, cuando una experiencia se resiste a conceptualizarse por completo, o sea, siempre?

María R. L. dijo...

Hermosa la aportación sobre el amor como uno de los sentimientos inapresables a través del lenguaje, y que, precisamente por eso, más llama la atención de todo escritor. Aunque el lenguaje sea siempre insuficiente y hayan experiencias que sean imposibles de conceptualizar, yo soy de la opinión del maestro Unamuno, que decía que hay que luchar contra el lenguaje para sacarle todo su jugo. Y eso es precisamente lo que hicieron los grandes críticos del lenguaje, que muy conscientes de los límites de la palabra, siguieron esforzándose por estirar lo máximo posible las fronteras del lenguaje y hacerlo lo más humano posible. Y citando a Unamuno, simplemente quiero añadir: "no me gustan los hombres que hablan como libros, prefiero los libros que hablan como hombres". ¡Y qué tarea tan difícil hacer que los libros hablen como hombres!