Significado del deporte en el cine
Cine y Actividad Física. 2ª Parte
Estrella Millán Sanjuán
Profesora de Educación Física
Imágenes: Francisco Huertas Hernández
"Strangers on a Train" (1951). Alfred Hitchcock
"Extraños en un tren"
Farley Granger (Guy Haines). Un jugador de tenis que quiere divorciarse
El horror vacui que está experimentando gran parte de la población debido al nulo deporte televisado en directo y en espacios públicos por este confinamiento y medidas restrictivas aplicadas por el gobierno, nos pone en evidencia la notable influencia que posee sobre la colectividad y la cultura.
José Luis Pastor Pradillo: "Fragmentos para una Antropología de la Actividad Física"
Paidotribo Editorial. 2001
Que el fenómeno de la actividad física y el deporte forma parte de la vida cultural de la sociedad desde antiguo es incontestable. En este sentido vemos, como apunta Pastor Pradillo, en su libro “Fragmentos para una antropología de la actividad física” (2000), que nuestro lenguaje está lleno de referencias a términos o expresiones sobre deporte. Así, tenemos algunas frases hechas a modo de metáfora como las que siguen: Pasar el testigo (la acción de las carreras de relevos se toma como señal de continuidad), tirar la toalla (la acción del boxeo como perder la esperanza), perder los estribos (la acción peligrosa de equitación como impacientarse), fuera de juego (como en el fútbol, quedarse con nula capacidad de reacción), andarse con floreos (en esgrima, el preludio que hacen al principio, adornarse) y muchas más.
Ed Ayres: "Sport, which mimics the language and emotional intensity of war but eliminates the fatal destruction, may be a form of redemption"
"Edward H. Ayres (born October 1941) is an American writer, editor, environmentalist and ultramarathon runner. He is the founding editor and publisher of Running Times magazine, and he served as editorial director of the Worldwatch Institute and editor of Worldwatch, a bimonthly global-trends magazine"
Existe también, según el mismo autor, una significativa frecuencia en la que el lenguaje deportivo está unido al violento o bélico. Son términos de lo que se denomina metalenguaje deportivo. Tenemos: fusilar al portero, disparar a puerta, cañonazo en vez de lanzamiento, batalla entre dos equipos, penalti como pena máxima…
Johan Huizinga: "Homo Ludens. Vom Ursprung der Kultur im Spiel"
Rowohlts Enzyklopädie. Hamburg. 1987
Biblioteca de Francisco Huertas Hernández
Johan Huzinga (1872-1945) fue un filósofo holandés. Estudió el juego como fenómeno de la cultura. La función de "jugar" (homo ludens) es tan esencial como la de reflexionar (homo sapiens) o trabajar (homo faber). El juego -dice- es una actividad natural, nos ayuda a crear experiencias, nos lleva a la competencia, y de ahí al deporte: el juego es deporte.
Su libro fue publicado en holandés. Mi ejemplar es una traducción alemana
Profundizando un poco más, Johan Huizinga, historiador holandés, en su libro “Homo ludens” (1936), acuñó este término como complemento al Homo sapiens que otorgó la Biología o el Homo faber de la Antropología. Este autor destaca que el acto de jugar es consustancial a la cultura humana, “sin cierto desarrollo de una actitud lúdica, ninguna cultura es posible”, argumenta. Para él el origen de ésta es un juego en sí. La pulsión por jugar, su carácter agonal (lucha) y de vencer es inherente a la naturaleza humana según Huizinga, así como que el juego antecede a la propia cultura, como se muestra en el caso de los animales.
Niños jugando en Cuba
Es interesante comprobar como los juegos, aparte de socializar, de estimular el sistema nervioso, cumplir una función homeostática de reducción de impulso, también contribuyen al desarrollo de la imaginación creadora. La conexión del juego con el deporte -según Huizinga vienen a identificarse- y con el arte, no ocultan su dimensión biológica presente en el cortejo nupcial del mundo animal.
El enlace de abajo incluye los juegos más populares en Cuba: trompo; bolas o canicas, chivichana o "carriola", papalote, tirapiedras
Niños jugando al "Churro, mediamanga, mangotero". Una actividad lúdica tradicional infantil y juvenil que se juega entre dos equipos, de unos cuatro a ocho jugadores cada uno
En catalán: Cavall fort. En Andalucía: Churro, pica, terna. En Cádiz: Mangüiti. En Castilla y León: Pico, zorro, zaina
En México: Brinca burro. En Cuba: Burrito 21. En Colombia: Burro. En Perú: Lingo. En Chile: Caballo de bronce. En Costa Rica: Burra
Yo, personalmente, no tengo un buen recuerdo de este juego que conocí en La Unión. Era bastante salvaje y se practicaba en el patio de mi escuela en los años 70
El juego pasa por distintas fases: la primera es espontánea en el niño, se juega por el mismo placer de hacerlo, de forma unipersonal; después se pasa a lo agonal, la competición con otro y por último se convierte en deporte propiamente dicho, cuando adquiere un carácter reglado y colectivo.
José María Cagigal: "Obras selectas. Volumen III: Deporte: Espectaculo y Acción / La cultura física / ¡Oh Deporte! Anatomía de un gigante / Deporte y Agresión"
Comité Olímpico Español. 1996
"José María Cagigal (1928-1983) fue un filósofo español del deporte. José María Cagigal fue un hombre pionero y decisivo en la nueva orientación del deporte y la educación física en España, contribuyó a su dignificación intelectual y a su consolidación institucional y social. En el extranjero gozó de un gran prestigio, ocupó altas responsabilidades y se convirtió en un líder mundial. Ayudó, desde su privilegiada atalaya en los circuitos político-profesionales internacionales, a difundir su idea de una educación física humana y pedagógica, que constituía una alternativa respecto a la educación física tecnológica, empírica e higiénica que estaba en auge. Por consiguiente, merece ocupar un lugar dentro de la historia de la pedagogía española"
Diversos autores como José María Cagigal, filósofo, proporcionaron al deporte un carácter científico y le otorgaron el sitio que merecía. Este autor lo definió como “diversión liberal, espontáneo, desinteresado en y por el ejercicio físico entendido como una superación propia y ajena y más o menos sometido a reglas”.
Barón Pierre de Coubertin (1863-1937)
Pedagogo e historiador francés, fundador de los Juegos Olímpicos modernos y del Pentatlón moderno
Para Pierre de Coubertin, restaurador e ideólogo de los JJOO modernos, es el “culto voluntario y habitual del intenso ejercicio muscular, apoyado en el deseo de progresar y que puede llegar hasta el riesgo”.
Recurrir a la etimología siempre resulta un “caballo ganador”. Si queremos analizar el origen de las palabras, su cronología es clave, porque la incorporación al idioma y cultura hablan por sí mismas. También nos indica su significado y si existe algún cambio en él con el paso de los años.
- Estadio: del griego στᾰ́δῐον, stádion y posterior stadium, del latín. No tiene nada que ver con un circo o escenario. Era una medida de longitud para carreras a pie. Para ello, los griegos preparaban explanadas alargadas, rodeadas de gradas labradas en el terreno para el público. Después se celebraron también competiciones de lanzamientos y lucha. Se llamaron por eso stadion.
- Pentatlón: de πέντε, pente (cinco) y ἆθλος, athlos (lucha). Lucha, carrera, salto, lanzamiento de disco y jabalina. Aristóteles en su obra “Retórica”, decía: “Los más hermosos son los pentatletas, porque están naturalmente dotados para el esfuerzo y la velocidad”. Mucho después se introdujo el decatlón (δέκα, déka-diez), con cuatro carreras, tres lanzamientos y tres saltos.
- Fanático: Del latín, fanaticus, derivado de fanum (santuario o templo). Servidor de un templo. A partir del s. I a. C., se desarrolla el verbo fanor, que significaba estar poseso de fervor divino, frenético, que a su vez provenía de φᾱνός, fαnόs en griego, un exaltado religioso. Nos da una buena explicación de los exaltados que vemos en el mundo del deporte y otros mundos.
- Agonista: Del griego ἀγών, agon (combate), más el sufijo -ista (profesión). Agonía y estrés por vencer.
- Adversario: de adversarius (en contra, opuesto), cuyos elementos son la preposición ad (indica movimiento, hacia) y versare (girar, moverse de un lado a otro)
- Derrota: De influencia militar. De rupta (rota, quebrada) y dérouter del francés (dispersar, disolver), refiriéndose al ejército cuando es vencido.
- Amateur: Es relativamente joven este término. Se toma del francés del s. XV, proveniente del latín amator (el que ama). El sentido moderno de la palabra (que practica, sin ser profesional, un arte, oficio, deporte, etc…) data del s. XVIII y como término deportivo desde mediados del s. XIX.
- Dopaje: Término reciente, proveniente de doping, que a su vez viene de dope (pasta, líquido espeso). Dope empezó a significar droga a finales del s. XIX por las pastas de opio o hachís. Ahora se relaciona con las sustancias ilegales que toman algunos deportistas para aumentar su rendimiento.
En esta línea expondré el origen de términos asociados a la actividad física, juego y deporte. (Fuente: etimologías.dechile.net)
- Deporte: Del latín deportare (llevar lejos). Pasó por varias semánticas que implicaban alejarse de la ciudad: alejarse de Roma, salir al campo, distraer la mente y finalmente, hacer ejercicio.
- Deporte: Del latín deportare (llevar lejos). Pasó por varias semánticas que implicaban alejarse de la ciudad: alejarse de Roma, salir al campo, distraer la mente y finalmente, hacer ejercicio.
Competición de Pancracio (πανκράτιον). Vasija griega
Pankratiasts fighting under the eyes of a trainer and an onlooker. Side A of an Attic black-figure skyphos
Attributed to the Theseus Peinter
Metropolitan Museum of Art. New York
"El Pancracio era una competición deportiva de los Juegos Olímpicos Antiguos, una combinación de boxeo griego antiguo y lucha, un antecesor de las artes marciales mixtas modernas"
- Atleta: ἆθλος, athlos (competencia, lucha); ἆθλον, athlon (premio), que provienen de ἄεθλος, aethlos (esfuerzo): lo interesante de este término es que atleta proviene en su origen, solo de athlos, pues los griegos no competían por un premio, estaba prohibido, sino por la gloria de la victoria (corona vegetal). Con el tiempo empezó a entregarse un ánfora decorada con motivos deportivos y llena de aceite, con la que eran enterrados. Es el precedente a las copas deportivas de la actualidad.
- Gloria: de la raíz indoeuropea kleu (fama) que derivó en el griego κλέος, kléos y cloria, en latín (honor, esplendor) y después gloria.
- Victoria: de victor (el que vence) y victum, supino de vincere /vencer). Los griegos y romanos deificaron el concepto de victoria. La representaban como una diosa alada, debido a su carácter fugaz y difícil de alcanzar. Para los griegos era Νίκη, Níke (victoria), palabra adoptada por la reconocida marca deportiva, que pronunciamos mal (“naik”) al creerla inglesa.
- Gloria: de la raíz indoeuropea kleu (fama) que derivó en el griego κλέος, kléos y cloria, en latín (honor, esplendor) y después gloria.
- Victoria: de victor (el que vence) y victum, supino de vincere /vencer). Los griegos y romanos deificaron el concepto de victoria. La representaban como una diosa alada, debido a su carácter fugaz y difícil de alcanzar. Para los griegos era Νίκη, Níke (victoria), palabra adoptada por la reconocida marca deportiva, que pronunciamos mal (“naik”) al creerla inglesa.
- Estadio: del griego στᾰ́δῐον, stádion y posterior stadium, del latín. No tiene nada que ver con un circo o escenario. Era una medida de longitud para carreras a pie. Para ello, los griegos preparaban explanadas alargadas, rodeadas de gradas labradas en el terreno para el público. Después se celebraron también competiciones de lanzamientos y lucha. Se llamaron por eso stadion.
- Pentatlón: de πέντε, pente (cinco) y ἆθλος, athlos (lucha). Lucha, carrera, salto, lanzamiento de disco y jabalina. Aristóteles en su obra “Retórica”, decía: “Los más hermosos son los pentatletas, porque están naturalmente dotados para el esfuerzo y la velocidad”. Mucho después se introdujo el decatlón (δέκα, déka-diez), con cuatro carreras, tres lanzamientos y tres saltos.
- Fanático: Del latín, fanaticus, derivado de fanum (santuario o templo). Servidor de un templo. A partir del s. I a. C., se desarrolla el verbo fanor, que significaba estar poseso de fervor divino, frenético, que a su vez provenía de φᾱνός, fαnόs en griego, un exaltado religioso. Nos da una buena explicación de los exaltados que vemos en el mundo del deporte y otros mundos.
- Agonista: Del griego ἀγών, agon (combate), más el sufijo -ista (profesión). Agonía y estrés por vencer.
- Adversario: de adversarius (en contra, opuesto), cuyos elementos son la preposición ad (indica movimiento, hacia) y versare (girar, moverse de un lado a otro)
- Derrota: De influencia militar. De rupta (rota, quebrada) y dérouter del francés (dispersar, disolver), refiriéndose al ejército cuando es vencido.
- Amateur: Es relativamente joven este término. Se toma del francés del s. XV, proveniente del latín amator (el que ama). El sentido moderno de la palabra (que practica, sin ser profesional, un arte, oficio, deporte, etc…) data del s. XVIII y como término deportivo desde mediados del s. XIX.
- Dopaje: Término reciente, proveniente de doping, que a su vez viene de dope (pasta, líquido espeso). Dope empezó a significar droga a finales del s. XIX por las pastas de opio o hachís. Ahora se relaciona con las sustancias ilegales que toman algunos deportistas para aumentar su rendimiento.
Competición atlética
Vasija griega
"La batalla de Maratón (en griego antiguo Μάχη τοῡ Μαραθῶνος, Máji tu Marathônos) fue un enfrentamiento armado que definió el desenlace de la Primera Guerra Médica. Ocurrió en el año 490 a. C. y tuvo lugar en los campos y la playa de la ciudad de Maratón, situada a pocos kilómetros de Atenas, en la costa este de Ática. Enfrentó por un lado al rey persa Darío I, que deseaba invadir y conquistar Atenas por su participación en la revuelta jónica, y, por otro lado, a los atenienses y sus aliados (de Platea, entre otros). Una proeza recordada en esta batalla por Heródoto fue la de Filípides, que recorrió el camino de Atenas a Esparta para pedir ayuda al ejército espartano"
Siguiendo la línea de mi anterior artículo, esta vez pretendo realizar un intento de análisis del significado que adquiere el deporte o la actividad física en el cine. Reivindicar el porqué de su elección para un guión, trascendiendo la simplista y unidireccional visión del culto al cuerpo al que injustamente se ve reducido por gran parte de la población. Hablar de deporte o actividad física posee tantas connotaciones como veremos en la selección de películas clásicas realizada, elevando y dando categoría a esta noble materia.
"College" (1927). James W. Horne
Buster Keaton (Ronald)
Una historia deliciosa en la que un brillante estudiante es obligado por su novia a ser deportista. Como un Bouvard o Pécuchet -los personajes de la última novela de Gustave Flaubert- de la actividad física prueba todos los deportes y fracasa en ellos
Comenzamos el recorrido del significado del deporte en el cine con la película muda “College” (1927), protagonizada por el genial Buster Keaton. Reconozco que me costó “sacrificar” a este gran artista en mi anterior artículo, en favor de Charles Chaplin, pero he aquí mi particular homenaje. El actor de comedia, pero de rostro eternamente triste, bautizado como “stone face”, nos regala un mediometraje con rostro de cuento, con un inicio atropellado, pero, como debe ser, un final feliz, dirigido por James W. Horne.
En este caso que nos ocupa, el significado del deporte pasa por varias fases. La primera se encarga de denostar a las personas que dedican gran parte de su vida a esta actividad, mediante el discurso final de Ronald (Keaton) durante la ceremonia de Graduación. Llevado por los celos al descubrir a la chica que le gusta hablando con el mejor deportista del centro, un tipo un tanto fanfarrón, alega ante el sorprendido público: “The students who wastes his time on athletics rather tan study, shows only ignorance” siguiendo argumentando que el cerebro debe estar antes que la formación del cuerpo, tratando de desprestigiar a su rival y quedándose solo en la sala, ante la presencia de su madre nada más y ser increpado por su amor por la dureza de sus palabras.
Es una situación con carácter de parodia, pero esa idea de hace casi 100 años que tiene la película está muy extendida en la sociedad: despreciar a las personas deportistas, por tener carencias intelectuales. Todo en exceso tiene su lado negativo, lo ideal es encontrar el equilibrio cuerpo-mente como ya promulgaban filósofos clásicos griegos como Platón y Aristóteles y formarse íntegramente como personas. Pero entrenar, competir, lesionarse, recuperarse, superarse para volver a competir, el triunfo, la derrota, conllevan mucha formación en valores, difícil de entender para el que no lo ha experimentado. Por esta razón, un verdadero deportista, no debería ser despreciado por el hecho de serlo. El deporte te hace ser mejor persona, más cívico, con espíritu de sacrificio y disciplina, valores que ya trabajaban los jóvenes en los Gymnasion de Atenas.
Esta parte de sacrificio que conlleva el deporte es la que más me interesa de la película. Ronald, para atraer de nuevo la atención de su chica (Anne Cornwall), llega a la residencia universitaria e intenta dar un giro a su vida, pasando de ser un erudito a un intento de deportista. Lo que en un principio presenta al deporte como medio para conquistar a su amada en una delirante secuencia de gags, se torna en una defensa del carácter de esfuerzo, constancia y humildad que representa el ejercicio. Ronald nos obsequia momentos inolvidables, manifestando su nula habilidad en este mundo, pasando por varios deportes (béisbol y atletismo). En las diferentes pruebas como atleta (Saltos, velocidad, carreras de obstáculos, lanzamientos), el actor exhibe de una forma muy caricaturizada, sus deficiencias y torpeza en una sucesión de golpes, caídas, choques, demostrando la gran capacidad y destreza motoras que en realidad tiene, de las que sale indemne. (Por eso se le apodó “Buster”, que significa destructor o temerario). La escena en la que hace un “salto del león”, también llamado voltereta lanzada y se queda clavado en el serrín, implica una coordinación muy difícil, propia de gimnastas. La chica comenta ante la graciosa, pero ridícula situación: “I admire his spirit”. Ese detalle revela la esencia del deporte, el esfuerzo, el tesón, el espíritu de lucha por conseguir su objetivo. Como todo final feliz que necesita este maravilloso cuento, Keaton, busca proteger y salvar a su amada del bravucón deportista que la tiene encerrada en la habitación. Motivado por el amor y en una alegoría deliciosa, corre más rápido que nunca por las calles, salta perfectamente setos enormes, vallas, agarra un palo largo a modo de pértiga improvisada y se cuela por la ventana de su amada Julieta para rescatarla y pedirle matrimonio. (Visión antigua de las relaciones amorosas, un estereotipo propio de la época, que no deja de ser enternecedor)
Solo haré un apunte de otra película de Keaton, “Seven Chances” (1925), comedia slapstick en la que también hace alarde de su gran destreza motora, mucho más incluso que en la anterior. En ella podríamos considerarlo un precursor del reciente deporte parkour, por la situación de saltos, volteretas y habilidades varias dificilísimas en las que no utilizó doble ninguno. En este caso le sirven para escapar por agua, montaña arriba y abajo perseguido por grandes piedras a las que esquiva y por mujeres vestidas de novia para casarse con él y poder cobrar la cuantiosa herencia de un familiar.
En este caso que nos ocupa, el significado del deporte pasa por varias fases. La primera se encarga de denostar a las personas que dedican gran parte de su vida a esta actividad, mediante el discurso final de Ronald (Keaton) durante la ceremonia de Graduación. Llevado por los celos al descubrir a la chica que le gusta hablando con el mejor deportista del centro, un tipo un tanto fanfarrón, alega ante el sorprendido público: “The students who wastes his time on athletics rather tan study, shows only ignorance” siguiendo argumentando que el cerebro debe estar antes que la formación del cuerpo, tratando de desprestigiar a su rival y quedándose solo en la sala, ante la presencia de su madre nada más y ser increpado por su amor por la dureza de sus palabras.
Es una situación con carácter de parodia, pero esa idea de hace casi 100 años que tiene la película está muy extendida en la sociedad: despreciar a las personas deportistas, por tener carencias intelectuales. Todo en exceso tiene su lado negativo, lo ideal es encontrar el equilibrio cuerpo-mente como ya promulgaban filósofos clásicos griegos como Platón y Aristóteles y formarse íntegramente como personas. Pero entrenar, competir, lesionarse, recuperarse, superarse para volver a competir, el triunfo, la derrota, conllevan mucha formación en valores, difícil de entender para el que no lo ha experimentado. Por esta razón, un verdadero deportista, no debería ser despreciado por el hecho de serlo. El deporte te hace ser mejor persona, más cívico, con espíritu de sacrificio y disciplina, valores que ya trabajaban los jóvenes en los Gymnasion de Atenas.
Esta parte de sacrificio que conlleva el deporte es la que más me interesa de la película. Ronald, para atraer de nuevo la atención de su chica (Anne Cornwall), llega a la residencia universitaria e intenta dar un giro a su vida, pasando de ser un erudito a un intento de deportista. Lo que en un principio presenta al deporte como medio para conquistar a su amada en una delirante secuencia de gags, se torna en una defensa del carácter de esfuerzo, constancia y humildad que representa el ejercicio. Ronald nos obsequia momentos inolvidables, manifestando su nula habilidad en este mundo, pasando por varios deportes (béisbol y atletismo). En las diferentes pruebas como atleta (Saltos, velocidad, carreras de obstáculos, lanzamientos), el actor exhibe de una forma muy caricaturizada, sus deficiencias y torpeza en una sucesión de golpes, caídas, choques, demostrando la gran capacidad y destreza motoras que en realidad tiene, de las que sale indemne. (Por eso se le apodó “Buster”, que significa destructor o temerario). La escena en la que hace un “salto del león”, también llamado voltereta lanzada y se queda clavado en el serrín, implica una coordinación muy difícil, propia de gimnastas. La chica comenta ante la graciosa, pero ridícula situación: “I admire his spirit”. Ese detalle revela la esencia del deporte, el esfuerzo, el tesón, el espíritu de lucha por conseguir su objetivo. Como todo final feliz que necesita este maravilloso cuento, Keaton, busca proteger y salvar a su amada del bravucón deportista que la tiene encerrada en la habitación. Motivado por el amor y en una alegoría deliciosa, corre más rápido que nunca por las calles, salta perfectamente setos enormes, vallas, agarra un palo largo a modo de pértiga improvisada y se cuela por la ventana de su amada Julieta para rescatarla y pedirle matrimonio. (Visión antigua de las relaciones amorosas, un estereotipo propio de la época, que no deja de ser enternecedor)
Solo haré un apunte de otra película de Keaton, “Seven Chances” (1925), comedia slapstick en la que también hace alarde de su gran destreza motora, mucho más incluso que en la anterior. En ella podríamos considerarlo un precursor del reciente deporte parkour, por la situación de saltos, volteretas y habilidades varias dificilísimas en las que no utilizó doble ninguno. En este caso le sirven para escapar por agua, montaña arriba y abajo perseguido por grandes piedras a las que esquiva y por mujeres vestidas de novia para casarse con él y poder cobrar la cuantiosa herencia de un familiar.
"Rocco e i suoi fratelli" (1960). Luchino Visconti
"Rocco y sus hermanos". Obra maestra del cine universal
Alain Delon (Rocco Parondi). Rocco se ve obligado a boxear para salvar a su familia de los problemas económicos causados por su hermano Simone.
En la España pobre de los años del franquismo los jóvenes tenían pocas vías para prosperar: la emigración a Europa; los toros; el fútbol; y el boxeo. Urtain (José Manuel Ibar Azpiazu) -campeón de Europa de los pesos pesados en 1970 y 1972- fue un mito popular de mi infancia; José Legrá -campeón del mundo de peso pluma en 1968-, otro héroe de origen cubano en la España de los '60; Pedro Carrasco -campeón del mundo de peso ligero en 1971-; Perico Fernández -campeón del mundo de los pesos ligeros en 1974 y 1975-; y otros más como Miguel Velázquez. Las gestas de los boxeadores españoles fueron un instrumento de propaganda del régimen y llenaron nuestra infancia de combates a horas intempestivas
Una película conmovedora y dura en la que el deporte es importante en el guión, es “Rocco e i suoi fratelli” (Rocco y sus hermanos). (1960). Con ecos del mejor neorrealismo, la historia adopta un tinte social en ese éxodo al que se vieron obligadas muchas familias del sur al norte de Italia en los 50, buscando una vida más digna, en este caso a un Milán incómodo, impersonal y frío. Luchino Visconti nos narra esta historia dividida en capítulos que corresponden a cada hermano de mayor a menor, construyendo un retrato psicológico de su adaptación a este gran cambio biográfico.
Como en una tragedia griega, el destino se cruza en la vida de esta familia de forma inexorable personificado en Nadia, una chica de mundo, con coraza y superviviente, curtida en esa ciudad insolidaria y egoísta.
Los dos hermanos clave en este drama son Simone y Rocco, que empiezan a relacionarse con el mundo del boxeo, movidos por la curiosidad hacia los comentarios de esa chica sobre ese ambiente y sobre todo por la necesidad imperiosa de salir de la pobreza, del hacinamiento que padecen, frío, ropas raídas y remendadas. La historia del cine cuenta con numerosas historias de chicos que buscan ganar dinero desesperadamente con este deporte pugilístico y convertirse en el cabeza de familia con un sueldo cosechado a fuerza de golpes.
Pero la forma de enfrentarse al boxeo de estos dos hermanos de personalidades contrapuestas es lo que le da un significado tan distinto a este deporte en esta película. Simone, el mayor, se ve seducido por la violencia, el dinero fácil que pueden suponer los combates, al ver que tiene cualidades para ello. Pronto el boxeo constituirá para él el acceso a la vida nocturna rodeada de mafia, la fascinación por la vida de la gente adinerada, delincuencia, robos, deshonestidad y pérdida de esa ética que trajo del sur.
Mientras, Rocco (Alain Delon), que no cambia un ápice su personalidad con el mundo del boxeo, espera pacientemente a que llegue su oportunidad. Es un ser de enorme bondad, con sentimientos de unidad familiar y amor a su hermano Simone, al que desea devolver a la moralidad que le caracterizaba.
Visconti dibuja perfectamente el ambiente sórdido de los combates, con una fotografía en blanco y negro perfecta. Se puede sentir la atmósfera agobiante de esos locales minúsculos e irrespirables donde compite el hermano mayor, mientras que Rocco competirá ya en un espacio de mayor dimensión y calidad.
Como en una tragedia griega, el destino se cruza en la vida de esta familia de forma inexorable personificado en Nadia, una chica de mundo, con coraza y superviviente, curtida en esa ciudad insolidaria y egoísta.
Los dos hermanos clave en este drama son Simone y Rocco, que empiezan a relacionarse con el mundo del boxeo, movidos por la curiosidad hacia los comentarios de esa chica sobre ese ambiente y sobre todo por la necesidad imperiosa de salir de la pobreza, del hacinamiento que padecen, frío, ropas raídas y remendadas. La historia del cine cuenta con numerosas historias de chicos que buscan ganar dinero desesperadamente con este deporte pugilístico y convertirse en el cabeza de familia con un sueldo cosechado a fuerza de golpes.
Pero la forma de enfrentarse al boxeo de estos dos hermanos de personalidades contrapuestas es lo que le da un significado tan distinto a este deporte en esta película. Simone, el mayor, se ve seducido por la violencia, el dinero fácil que pueden suponer los combates, al ver que tiene cualidades para ello. Pronto el boxeo constituirá para él el acceso a la vida nocturna rodeada de mafia, la fascinación por la vida de la gente adinerada, delincuencia, robos, deshonestidad y pérdida de esa ética que trajo del sur.
Mientras, Rocco (Alain Delon), que no cambia un ápice su personalidad con el mundo del boxeo, espera pacientemente a que llegue su oportunidad. Es un ser de enorme bondad, con sentimientos de unidad familiar y amor a su hermano Simone, al que desea devolver a la moralidad que le caracterizaba.
Visconti dibuja perfectamente el ambiente sórdido de los combates, con una fotografía en blanco y negro perfecta. Se puede sentir la atmósfera agobiante de esos locales minúsculos e irrespirables donde compite el hermano mayor, mientras que Rocco competirá ya en un espacio de mayor dimensión y calidad.
"Rocco e i suoi fratelli" (1960). Luchino Visconti
Annie Girardot (Nadia) & Alain Delon (Rocco Parondi)
En el tejado de la Catedral de Milán
Los dos hermanos comparten relación sentimental con Nadia (Annie Girardot, en un papel memorable), hecho que desencadena el trágico final de este relato. El ser amoral, vago y sin escrúpulos en que se ha convertido Simone, obliga a utilizar la habilidad, buen hacer de Rocco en el boxeo y su honestidad, para pagar sus deudas mediante un combate. Para éste el deporte simboliza un sacrificio para salvar a su hermano y consigue ganarlo. En un montaje paralelo del ring y Nadia con Simone, muy triste y crudo, Visconti nos presenta a esta chica como símbolo de redención de estos dos hermanos, esperando en una imagen intensa y religiosa con los brazos en cruz, el sacrificio de su vida. Este bello lenguaje cinematográfico conforma un gran plano-contraplano, como le gustaba a Jean-Luc Godard, en el que existen interrogantes, una oposición entre esas dos historias que mantienen el pulso de la narración.
"Rocco e i suoi fratelli" (1960). Luchino Visconti
Renato Salvatori (Simone Parondi) & Alain Delon (Rocco Parondi)
No solo estos hermanos han recibido golpes en el cuadrilátero, sino en su existencia dura de desarraigo y calamidades fruto de la posguerra. Todos los protagonistas de esta ópera dividida en cinco actos han sido sacudidos emocionalmente, dentro y fuera del boxeo.
"Jim Thorpe" (1951). Michael Curtiz
Burt Lancaster (Jim Thorpe)
Jim Thorpe, un indio nacido en una reserva de Oklahoma, mostró desde niño sus excepcionales facultades físicas en carreras de veinte kilómetros entre su casa y la escuela. En su época de estudiante en la escuela, Jim fue descubierto por un entrenador de atletismo.
Basada en la historia real de James Francis Thorpe (1887-1953)
Otro tema muy interesante es el racismo en el deporte. La película “Jim Thorpe” (1951), (El hombre de bronce) trata este aspecto, sin constituir una denuncia firme, pero sí lo toca al menos, en una época en que las minorías no eran bien vistas.
James Francis Thorpe (1887-1953), un atleta de una versatilidad desusada: ganó medallas olímpicas en pentatlón y decatlón, y compitió en fútbol americano, béisbol y baloncesto
En la imagen como jugador de Fútbol en los Canton Bulldogs
Narra la historia real del indígena de una reserva estadounidense llamado Thorpe, al que da vida de forma muy correcta Burt Lancaster. Michael Curtiz centra su mirada en el ascenso y posterior caída de este chico que fue un icono en la historia de ese país. Desde pequeño ya demostró su facilidad para la carrera, corriendo unos 20 km todos los días para ir al Colegio, lo cual le condujo a destacar muy pronto en la Residencia donde llega para estudiar, participando en atletismo y consiguiendo buenas marcas en distintas pruebas. Su nombre original era “Sendero brillante”, convirtiéndose en el destino que le tenía preparado la vida, deportivamente hablando.
No podía ser otro actor que Lancaster para interpretar a este gran deportista, pues su conocido pasado circense le proporcionó unas grandes cualidades físicas hasta bien entrada su madurez, como ya reflejé en el anterior artículo. En esta película, con 38 años, pasa perfectamente por un joven veinteañero.
El deporte aparece también en esta película como vehículo de seducción del protagonista de una chica, imagino por exigencia de un guión más atractivo para el gran público, recurso este utilizado en muchas películas de ambiente deportivo. En ese sentido, Burt exhibe todas sus armas, desprendiendo testosterona por sus poros, según quiere hacernos ver el director en unas secuencias simpáticas, pero poco relevantes.
También despuntó en béisbol y fútbol americano. Al ser discriminado ofreciéndole un puesto de entrenador que no estaba a su altura, se plantea demostrar su valía para la sociedad que le rechaza, apuntándose en pentatlón y decatlón en los JJOO de 1912. Es entonces donde el deporte alcanza en la película el símbolo más elevado, es la agonística que rememora a los atletas griegos primigenios. Thorpe compite en esas dos disciplinas atléticas difíciles y completas. Consigue la medalla de oro en las dos, mérito que le lleva a ser condecorado por el rey Gustavo V de Suecia con la corona de laurel, máximo y sublime galardón en la Grecia clásica y que nos dejó el término “laureado” para los deportistas que consiguen un premio importante, en un reconocimiento al origen de tan noble deporte. Ahí el director capta a la perfección lo que supone la palabra victoria para un deportista, la recompensa, la gloria, sentimientos indescriptibles para las personas que dedican parte de su existencia a acariciar la extenuación, la agonía y los límites de su cuerpo. Burt Lancaster pone rostro y actitud a esas sensaciones de forma muy acertada.
La gloria dura poco, pues al poco tiempo de llegar como un auténtico héroe y ser recibido con los máximos honores a EEUU, a pesar de su raza india, es denunciado por la prensa por haber competido en unos JJOO sin ser realmente “amateur”. El verano que compitió en fútbol americano cobrando muy poco dinero, más que para manutención, le pasó factura, pues para el Comité Olímpico Internacional ya era calificado como profesional, teniendo que devolver las medallas y premios del rey. En esa época, el carácter amateur de los competidores era primordial en unos juegos, destacando así la nobleza del deporte no remunerado (propio de la raíz athlos, en que los atletas competían en la Grecia antigua sin premio, solo por la gloria) y la esencia de éste en sí.
No podía ser otro actor que Lancaster para interpretar a este gran deportista, pues su conocido pasado circense le proporcionó unas grandes cualidades físicas hasta bien entrada su madurez, como ya reflejé en el anterior artículo. En esta película, con 38 años, pasa perfectamente por un joven veinteañero.
El deporte aparece también en esta película como vehículo de seducción del protagonista de una chica, imagino por exigencia de un guión más atractivo para el gran público, recurso este utilizado en muchas películas de ambiente deportivo. En ese sentido, Burt exhibe todas sus armas, desprendiendo testosterona por sus poros, según quiere hacernos ver el director en unas secuencias simpáticas, pero poco relevantes.
También despuntó en béisbol y fútbol americano. Al ser discriminado ofreciéndole un puesto de entrenador que no estaba a su altura, se plantea demostrar su valía para la sociedad que le rechaza, apuntándose en pentatlón y decatlón en los JJOO de 1912. Es entonces donde el deporte alcanza en la película el símbolo más elevado, es la agonística que rememora a los atletas griegos primigenios. Thorpe compite en esas dos disciplinas atléticas difíciles y completas. Consigue la medalla de oro en las dos, mérito que le lleva a ser condecorado por el rey Gustavo V de Suecia con la corona de laurel, máximo y sublime galardón en la Grecia clásica y que nos dejó el término “laureado” para los deportistas que consiguen un premio importante, en un reconocimiento al origen de tan noble deporte. Ahí el director capta a la perfección lo que supone la palabra victoria para un deportista, la recompensa, la gloria, sentimientos indescriptibles para las personas que dedican parte de su existencia a acariciar la extenuación, la agonía y los límites de su cuerpo. Burt Lancaster pone rostro y actitud a esas sensaciones de forma muy acertada.
La gloria dura poco, pues al poco tiempo de llegar como un auténtico héroe y ser recibido con los máximos honores a EEUU, a pesar de su raza india, es denunciado por la prensa por haber competido en unos JJOO sin ser realmente “amateur”. El verano que compitió en fútbol americano cobrando muy poco dinero, más que para manutención, le pasó factura, pues para el Comité Olímpico Internacional ya era calificado como profesional, teniendo que devolver las medallas y premios del rey. En esa época, el carácter amateur de los competidores era primordial en unos juegos, destacando así la nobleza del deporte no remunerado (propio de la raíz athlos, en que los atletas competían en la Grecia antigua sin premio, solo por la gloria) y la esencia de éste en sí.
José Luis Salvador: "El deporte en Occidente. Grecia, Roma, Bizancio"
Cátedra. 2009
José Luis Salvador: "El deporte en Occidente. Historia, Cultura y Política"
Cátedra. 2004
Pero, según aborda José Luis Salvador, en su libro “Deporte de occidente. Historia, cultura y política”, el amateurismo no dejaba de ser un gran hipocresía. Para poder dedicarte al deporte sin remuneración, debías pertenecer a la élite; entonces solo podían competir en los JJOO los que pertenecían a la aristocracia. La clase media-baja, tenía que subsistir formando parte de un equipo para poder vivir. Lo que le pasó en realidad al indígena Thorpe, más que un caso de racismo, fue un caso de clasismo añadido. Y como él, a muchos deportistas.
A partir de ahí asistimos al declive de este gran atleta que no asumió nunca que le arrebataran la gloria después del enorme esfuerzo realizado, abrazando desde entonces la depresión, el alcoholismo, padeciendo la muerte de un hijo y el abandono de su mujer. Malvivió de muchos empleos de baja calidad, entre ellos de extra de numerosas películas, una de ellas verdaderamente de Michael Curtiz. En 1982, se le devolvieron las medallas que perdió en un gesto justo, después de varios litigios, pero él ya no pudo disfrutar de ese añorado momento, porque falleció en 1953.
Esta película sí constituyó un verdadero reconocimiento a su trabajo y lucha, si bien muchos acontecimientos fueron dulcificados. Jim participó de asesor, pero no percibió ninguna remuneración paradójicamente.
A partir de ahí asistimos al declive de este gran atleta que no asumió nunca que le arrebataran la gloria después del enorme esfuerzo realizado, abrazando desde entonces la depresión, el alcoholismo, padeciendo la muerte de un hijo y el abandono de su mujer. Malvivió de muchos empleos de baja calidad, entre ellos de extra de numerosas películas, una de ellas verdaderamente de Michael Curtiz. En 1982, se le devolvieron las medallas que perdió en un gesto justo, después de varios litigios, pero él ya no pudo disfrutar de ese añorado momento, porque falleció en 1953.
Esta película sí constituyó un verdadero reconocimiento a su trabajo y lucha, si bien muchos acontecimientos fueron dulcificados. Jim participó de asesor, pero no percibió ninguna remuneración paradójicamente.
"The Loneliness of the Long Distance Runner" (1962). Tony Richardson
"La soledad del corredor de fondo"
Tom Courtenay (Colin Smith). La película comienza con Colin Smith corriendo, solo, a lo largo de un sombrío camino rural en algún lugar de la Inglaterra rural. Una voz en off, Colin nos dice que correr es la forma en que su familia siempre se ha enfrentado a los problemas del mundo, pero que al final, el corredor siempre está solo y alejado de los espectadores
A continuación, paso a analizar la película “The Loneliness of the Long Distance Runner” (1962). (La soledad del corredor de fondo, en España). Esta gran película británica, emblema del estupendo Free cinema de los 60, también tiene como hilo conductor al deporte del atletismo, en concreto la prueba de fondo. El comienzo nos presenta a este deporte de una forma muy reveladora, cuando el protagonista corre, en una imagen muy bella por la carretera, diciendo: “En nuestra familia siempre hemos corrido. Sobre todo escapando de la policía”.
Tony Richardson nos relata el desencanto, rebeldía y pre-delincuencia de la juventud de un barrio obrero, impersonal, de Nothingham, criada en el desamor y falta de atención. Las expectativas que ofrece un suburbio industrial y unas familias de clase media-baja dedicadas solo a producir, no son la mejor referencia para estos chicos que se rebelan ante un sistema educativo estricto, unos políticos a los que desprecian y en los que la familia no es precisamente una institución, por la pérdida de valores y unidad.
Colin (un gran Tom Courtenay) desarrolla una peculiar afición a la carrera. En el reformatorio al que es conducido por robo en una panadería, le dan importancia al deporte como vehículo de reinserción y liberador de energía, sin ningún otro objetivo más interesante que el adoctrinador. Pronto el director del centro se da cuenta de las cualidades fondistas de este chico y traza un plan de autocomplacencia y orgullo, en el que obliga al atleta a entrenar y competir en una prestigiosa competición contra un Colegio muy famoso. De esta forma, el atletismo es visto por el director como un medio para presumir, ascender y dar una imagen moderna a las instituciones, pero para Colin es muy distinta.
Michel (Martin Lasalle) es un carterista que quiere perfeccionar su técnica, un “ladrón intelectual” de guante blanco, lector, que estudia el libro sobre George Barrington, un famoso delincuente del s. XVIII. Es un ser solitario, hierático y existencial que no sabe el porqué de su trabajo, que no quiere atender a normas, pero lo que sí desea es superarse. Como si de un prestidigitador se tratara, contacta con otros ladrones que le sirven de entrenadores. Esta parte de la película es muy explícita.
El tenis adquiere un significado de presión añadida, de tensión emocional del protagonista que quiere defender su ética y su inocencia, pero debe atender a su deber como jugador. En realidad, el contrincante de Guy no está al otro lado de la red, sino que se encuentra en un montaje paralelo perfecto, en la calle recogiendo el mechero que se le ha caído por un sumidero con rejilla. Guy golpea una y otra vez la pelota y Bruno intenta alcanzar su objetivo que cae un poco más adentro todavía, intentando con sus dedos asestar un drive potente que sea punto de partido en esta lucha a contrarreloj por llegar a la casa antes. Mientras, el apasionado público es ajeno al abismo en que se está sumiendo el tenista. De todos es conocido el final trepidante en el Parque de atracciones y el tiovivo que gira en una escena que solo el maestro podría imaginar.
Tony Richardson nos relata el desencanto, rebeldía y pre-delincuencia de la juventud de un barrio obrero, impersonal, de Nothingham, criada en el desamor y falta de atención. Las expectativas que ofrece un suburbio industrial y unas familias de clase media-baja dedicadas solo a producir, no son la mejor referencia para estos chicos que se rebelan ante un sistema educativo estricto, unos políticos a los que desprecian y en los que la familia no es precisamente una institución, por la pérdida de valores y unidad.
Colin (un gran Tom Courtenay) desarrolla una peculiar afición a la carrera. En el reformatorio al que es conducido por robo en una panadería, le dan importancia al deporte como vehículo de reinserción y liberador de energía, sin ningún otro objetivo más interesante que el adoctrinador. Pronto el director del centro se da cuenta de las cualidades fondistas de este chico y traza un plan de autocomplacencia y orgullo, en el que obliga al atleta a entrenar y competir en una prestigiosa competición contra un Colegio muy famoso. De esta forma, el atletismo es visto por el director como un medio para presumir, ascender y dar una imagen moderna a las instituciones, pero para Colin es muy distinta.
Cuando es despertado temprano cada mañana para salir a entrenar, la carrera simboliza para este chico liberación, paz, reflexión de su vida mediante flashbacks muy acertados. Los bellos planos contrapicados de esos bosques que recorre son muy acordes a sus sensaciones. Al sentirse utilizado por el director y ser repudiado por sus compañeros por considerarlo el niño mimado, Colin se dispone a realizar lo que nadie espera. En un acto valiente y rebelde, cuando todo hacía esperar que iba a ganar la importante y emblemática carrera, se para y deja que le sobrepase el siguiente atleta, haciendo que la gloria del deporte no sea la victoria, sino la libertad de elección en un ejercicio de protesta antisistema. Un gran final y bello gesto, propio de un chico maduro y contestatario.
"Pickpocket" (1959). Robert Bresson
Martin LaSalle (Michel)
El arte del carterista: ¿deporte?
Permitidme incluir la película “Pickpocket” (1959) de Robert Bresson. En este filme de inspiración policíaca atípico, no sale un deporte reglado, entendido como tal, pero me tomo la libertad de incluirlo porque hay una alusión al entrenamiento que necesitan los carteristas para robar con la máxima garantía posible. El robo es visto como un arte en este gran film y, recurriendo a la frase del humanista Pierre de Coubertin que dice: “el arte quizás sea un deporte, pero el deporte es un arte”, me embarco en analizarlo.
Michel (Martin Lasalle) es un carterista que quiere perfeccionar su técnica, un “ladrón intelectual” de guante blanco, lector, que estudia el libro sobre George Barrington, un famoso delincuente del s. XVIII. Es un ser solitario, hierático y existencial que no sabe el porqué de su trabajo, que no quiere atender a normas, pero lo que sí desea es superarse. Como si de un prestidigitador se tratara, contacta con otros ladrones que le sirven de entrenadores. Esta parte de la película es muy explícita.
Al igual que en un deporte, somos espectadores de un entrenamiento metódico de la parte física in vitro (repetición de acciones quitando el dinero del bolsillo de la chaqueta hasta conseguir la mejor técnica, trabajo de velocidad de reacción con la máquina de juegos de botones, flexibilidad y fuerza de los dedos, motricidad fina, quitar un botón del ojal con su sutil toque, técnica de abrir relojes sutilmente…), así como in vivo, una “competición” con sus incautos adversarios buscados en la calle, donde la parte emocional es clave (frialdad en la acción, control del ritmo cardíaco, del sudor, disimulo del temblor de mano, respiración controlada y toma de decisiones correcta)
Bresson adereza con música clásica esas secuencias casi documentales para elevarlas a una maestría digna del mejor escenario. También juega para hacernos partícipes en la historia, nos acerca esos personajes para que entendamos sus motivaciones, de esa forma tan minimalista y austera que le caracteriza.
"Strangers on a Train" (1951). Alfred Hitchcock
"Extraños en un tren"
Farley Granger (Guy Haines). Un jugador de tenis que quiere divorciarse
Alfred Hitchcock amaba el tenis, deporte británico por excelencia. Por ello quiso incluirlo en “Strangers on a Train" (Extraños en un tren) (1951), en donde sale en dos secuencias memorables. En la primera, el director enfoca su cámara al público que gira su cabeza de derecha a izquierda con los golpeos de la bola, menos la de una persona, que acapara toda la atención. Es Bruno Anthony, que ha ideado un macabro plan cuando se encontró fortuitamente en un tren con Guy Haines, un afamado tenista, al que no quita ojo. La tensión se palpa en el ambiente en ese partido.
En la segunda secuencia, la historia se carga de más intensidad por ese afán de encontrar siempre el asesinato perfecto de este director, mago del suspense. Bruno ha hecho su parte del plan, asesinando a la esposa de Guy, pero quiere inculpar al tenista, dejando su mechero en el lugar del crimen. Como éste se encuentra jugando un partido importante, para no levantar sospechas, no quiere abandonar el partido y decide cambiar su forma de juego para poder ganar a tres sets.
En la segunda secuencia, la historia se carga de más intensidad por ese afán de encontrar siempre el asesinato perfecto de este director, mago del suspense. Bruno ha hecho su parte del plan, asesinando a la esposa de Guy, pero quiere inculpar al tenista, dejando su mechero en el lugar del crimen. Como éste se encuentra jugando un partido importante, para no levantar sospechas, no quiere abandonar el partido y decide cambiar su forma de juego para poder ganar a tres sets.
El tenis adquiere un significado de presión añadida, de tensión emocional del protagonista que quiere defender su ética y su inocencia, pero debe atender a su deber como jugador. En realidad, el contrincante de Guy no está al otro lado de la red, sino que se encuentra en un montaje paralelo perfecto, en la calle recogiendo el mechero que se le ha caído por un sumidero con rejilla. Guy golpea una y otra vez la pelota y Bruno intenta alcanzar su objetivo que cae un poco más adentro todavía, intentando con sus dedos asestar un drive potente que sea punto de partido en esta lucha a contrarreloj por llegar a la casa antes. Mientras, el apasionado público es ajeno al abismo en que se está sumiendo el tenista. De todos es conocido el final trepidante en el Parque de atracciones y el tiovivo que gira en una escena que solo el maestro podría imaginar.
"Blow-Up" (1966). Michelangelo Antonioni
El partido de tenis
Siguiendo la estela del tenis, nos encontramos con una película muy distinta a la anterior, a la que solo une un misterioso asesinato, titulada “Blow-Up” (1966). Dirigida por Michelangelo Antonioni, constituye un testimonio de esa época, el swinging London de los 60, donde se dan encuentro los artistas de la fotografía, pintura, moda y música de esa etapa, rodeados de noches psicodélicas y cultura pop. Aparecen artistas reales -The Yardbirds, con Jeff Beck y Jimmy Page- de ese Londres inquieto, testigo de los Beatles y los Rolling Stones, entre otros.
La secuencia final actúa de conclusión de la tesis expuesta durante la narración. Un grupo de chicos rebeldes y anárquicos disfrazados de mimos, ven una pista de tenis en un parque y se disponen a jugar un partido sin pelota. Como principal espectador está el protagonista (David Hemmings), que es un fotógrafo de moda muy conocido y de conducta reprobable con sus modelos. Dos mimos (chico y chica) imitan el juego con perfección, emoción y esfuerzo, como si la pelota existiera y los golpes fueran reales. Incluso los demás mimos son casi golpeados por una pelota imaginaria que se escapa y da en la reja que los separa. En un golpeo más fuerte de la cuenta, la pelota fantasma sale de la pista y demandan al fotógrafo que la recoja y la devuelva. Ahí es donde este chico es partícipe de lo que simboliza esta escena deportiva. ¿Qué es la realidad? ¿Se puede realmente jugar un partido de tenis sin bola? Para Antonioni, sí. En ese momento, para todos los jóvenes reunidos allí, el partido existe, han fabricado una realidad colectiva. Desde una visión externa, la escena sería ridícula. No existe, por tanto, una realidad única, sino muchas. La percepción y sensación de lo que vemos depende de nuestra emoción en ese momento, de nuestros prejuicios y creencias, puede ser hasta el proceso de la sugestión. Para el director la realidad es una construcción subjetiva, que se antoja caprichosa y azarosa. Y eso explica la trama de la película, sobre la sensación creada en el protagonista a través de unas fotografías tomadas en un parque. ¿Realidad, ilusión, imaginación?
Tratando el tema también de los JJOO, nos encontramos con la película “Munich” (2005), de Steven Spielberg. En ella no podemos deleitarnos con ninguna imagen deportiva, como en la excelsa Olympia, ya desarrollada en otra ocasión. El deporte adquiere aquí una connotación política, enmarcada en un suceso terrorista en los JJOO de Munich 72, el día 5 de septiembre. El deporte está presente, en este caso, por la gran repercusión global que representan unos Juegos. Aprovechando la envergadura de difusión en los medios de este acontecimiento deportivo, un grupo terrorista palestino realiza una reivindicación al mundo de su causa. Pedían la liberación de sus encarcelados en Alemania e Israel. Pertenecientes al grupo Septiembre Negro, acceden a la residencia de los deportistas debido a una vigilancia deficiente, asesinando al principio a dos y haciendo rehenes a 9 deportistas y entrenadores del equipo israelí. Exigían una serie de condiciones a esos países en un plazo horario. Los medios de comunicación, como era de esperar, se hicieron eco al momento y estuvieron retransmitiendo en directo todo el proceso, hecho que se les recriminó, pues no se sabe dónde estuvo la frontera entre la información y la de captar audiencia. Los Juegos fueron suspendidos por la presión, pero su duración fue tan solo de un día. El COI decidió que ese acto terrorista no podía condicionar la celebración de unos Juegos Olímpicos. La notoriedad que alcanzó el suceso será recordada siempre.
En un proceso largo de negociaciones, el resultado fue el peor, siendo todos los rehenes asesinados y la muerte a cargo de la policía de 5 de 8 terroristas palestinos. Tras la liberación de esos 3 palestinos, la película abandona el contexto deportivo y se centra en la operación del Mossad, servicio de inteligencia israelí, para encontrar y aniquilar a los ideólogos y ejecutores de la masacre.
Por último, me gustaría culminar mi análisis con una película en la que el símbolo o significado del deporte adquiere su categoría más fundamental e importante. No podría ser otro que el gran Ingmar Bergman el que dotara al deporte de un papel tan elevado y existencial. En su aplaudida “Det sjunde inseglet” (1957) (El séptimo sello), el director sueco desarrolla la acción en la Edad Media, con un caballero (el recientemente fallecido Max von Sydow) que regresa de las Cruzadas a su país desolado por la peste negra en una fotografía hermosa en blanco y negro muy reveladora.
La muerte, vestida de negro y personificada en un hombre (Bengt Ekerot), se le presenta para reclamar su vida. - “¿Estás preparado?” - le pregunta. - “El espíritu está pronto, pero la carne es débil. Espera un momento”-, le replica Antonius. - “Yo no concedo prórrogas” -, le espeta la muerte. En una secuencia muy simbólica y metafórica decide desafiarla jugando al ajedrez, el deporte estratega por excelencia. El blanco y negro acentúa los tonos, intensificando la crudeza de la escena. Antonius lleva las blancas y la muerte, las negras.
La secuencia final actúa de conclusión de la tesis expuesta durante la narración. Un grupo de chicos rebeldes y anárquicos disfrazados de mimos, ven una pista de tenis en un parque y se disponen a jugar un partido sin pelota. Como principal espectador está el protagonista (David Hemmings), que es un fotógrafo de moda muy conocido y de conducta reprobable con sus modelos. Dos mimos (chico y chica) imitan el juego con perfección, emoción y esfuerzo, como si la pelota existiera y los golpes fueran reales. Incluso los demás mimos son casi golpeados por una pelota imaginaria que se escapa y da en la reja que los separa. En un golpeo más fuerte de la cuenta, la pelota fantasma sale de la pista y demandan al fotógrafo que la recoja y la devuelva. Ahí es donde este chico es partícipe de lo que simboliza esta escena deportiva. ¿Qué es la realidad? ¿Se puede realmente jugar un partido de tenis sin bola? Para Antonioni, sí. En ese momento, para todos los jóvenes reunidos allí, el partido existe, han fabricado una realidad colectiva. Desde una visión externa, la escena sería ridícula. No existe, por tanto, una realidad única, sino muchas. La percepción y sensación de lo que vemos depende de nuestra emoción en ese momento, de nuestros prejuicios y creencias, puede ser hasta el proceso de la sugestión. Para el director la realidad es una construcción subjetiva, que se antoja caprichosa y azarosa. Y eso explica la trama de la película, sobre la sensación creada en el protagonista a través de unas fotografías tomadas en un parque. ¿Realidad, ilusión, imaginación?
"Мне двадцать лет" (1965). Марлен Мартынович Хуциев
"Mne Dvadtsat Let" (Tengo 20 años) (1965). Marlen Martinovich Jutsiev
Николай Губенко (Николай " Коля" Фокин) - Nikolay Gubenko (Nikolay 'Kolya' Fokin) hace gimnasia en una barra situada cerca de su casa, mientras los tres amigos están pensativos al final de la primera parte de esta película extraordinaria
"Мне двадцать лет" (1965). Марлен Мартынович Хуциев
"Mne Dvadtsat Let" (Tengo 20 años) (1965). Marlen Martinovich Jutsiev
Los tres amigos miran un partido de Hockey sobre hielo en la televisión
La película "Мне двадцать лет" (Mne dvadtsat let, Tengo 20 años) de Marlen Jutsiev, también recurre en su guión en algún momento al deporte. Un chico que se licencia del ejército regresa a Moscú, encontrando una ciudad activa, alegre, que se construye después de una dura postguerra. El director es un excelente representante de la nueva ola del cine soviético, un cine vivo, social, rodado en exteriores, casi documental y con muchos actores no profesionales. Esta ciudad nunca lució tan jovial como en ese 1 de Mayo, entre la multitud agolpada en las calles. Los jóvenes protagonistas tienen acceso a lo que la 2ª Guerra Mundial -Gran Guerra Patria- les privó a sus padres: cultura, ocio, diversión, independencia… En ese marco es donde aparece el deporte. Seryozha mantiene conversaciones con sus amigos sobre un deportista de élite del Spartak (llamado equipo del pueblo), así como se ve que la hermana se va a la calle con sus patines de hielo a entrenar. Además, observamos un partido emocionante de hockey sobre hielo, en el que hay planos de hombres y mujeres entre el público enfervorecido. El protagonista y su amigo tienen una conversación sobre ir a esquiar en sus vacaciones, a lo que Seriozha le comenta que ya hace pesas y nada todas las mañanas en agua helada. El deporte representa modernidad, apertura, salud y bienestar para esa juventud, en esa época que se denominó el “deshielo de Jruschov”. Pero también fue, como en muchos países, un instrumento propagandístico para el gobierno. Éste forma parte de la vida cultural de esa juventud que acude a recitales de poesía, museos y fiestas con música moderna francesa, twist y jazz, pero que también tiene dudas existenciales, como en el caso del protagonista.
La Unión Soviética difundió la actividad física entre toda la población mediante una política masiva, donde se aprendían habilidades generales, así como higiene y primeros auxilios. La cultura física debía abarcar la mayor cantidad de población posible, antes restringida a la clase alta.
De esta forma se conseguía el objetivo de buscar talentos para lograr la mejor representación de deportistas, fase que complementaba a la primera. La política estaba dirigida al acercamiento a las federaciones internacionales y el esfuerzo por obtener reconocimiento mundial. Un empeño en demostrar la superioridad del socialismo frente al capitalismo también en el ámbito deportivo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas debutó en los JJOO de Helsinki en 1952, obteniendo el 2º puesto en el medallero, muy cerca de EEUU. Después brillaría el dominio soviético -siendo la primera potencia olímpica- hasta su disolución en 1991.
La Unión Soviética difundió la actividad física entre toda la población mediante una política masiva, donde se aprendían habilidades generales, así como higiene y primeros auxilios. La cultura física debía abarcar la mayor cantidad de población posible, antes restringida a la clase alta.
De esta forma se conseguía el objetivo de buscar talentos para lograr la mejor representación de deportistas, fase que complementaba a la primera. La política estaba dirigida al acercamiento a las federaciones internacionales y el esfuerzo por obtener reconocimiento mundial. Un empeño en demostrar la superioridad del socialismo frente al capitalismo también en el ámbito deportivo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas debutó en los JJOO de Helsinki en 1952, obteniendo el 2º puesto en el medallero, muy cerca de EEUU. Después brillaría el dominio soviético -siendo la primera potencia olímpica- hasta su disolución en 1991.
"Munich" (2005). Steven Spielberg
En un proceso largo de negociaciones, el resultado fue el peor, siendo todos los rehenes asesinados y la muerte a cargo de la policía de 5 de 8 terroristas palestinos. Tras la liberación de esos 3 palestinos, la película abandona el contexto deportivo y se centra en la operación del Mossad, servicio de inteligencia israelí, para encontrar y aniquilar a los ideólogos y ejecutores de la masacre.
"Det sjunde inseglet" (1957). Ingmar Bergman
"El séptimo sello"
Bengt Ekerot (La Muerte) y Max von Sydow (caballero cruzado Antonius Block)
La partida de ajedrez es una de las imágenes más famosas del cine mundial. Muy actual resulta el marco de la historia: una epidemia de peste negra que asola Europa -como el actual Coronavirus que padece todo el planeta-, y en medio de esa desolación el caballero Antonius aplaza su muerte retando a ésta a una larga partida de ajedrez
La muerte, vestida de negro y personificada en un hombre (Bengt Ekerot), se le presenta para reclamar su vida. - “¿Estás preparado?” - le pregunta. - “El espíritu está pronto, pero la carne es débil. Espera un momento”-, le replica Antonius. - “Yo no concedo prórrogas” -, le espeta la muerte. En una secuencia muy simbólica y metafórica decide desafiarla jugando al ajedrez, el deporte estratega por excelencia. El blanco y negro acentúa los tonos, intensificando la crudeza de la escena. Antonius lleva las blancas y la muerte, las negras.
El caballero le pregunta: - “¿Crees que no se te escapa nadie?” – “No, nadie se me escapa”-, le contesta la muerte. - “Ya no tengo miedo” -, le replica, mientras tira todas las piezas, en un intento de demorar lo inevitable. Pero la muerte le hace jaque mate y el caballero le pregunta su duda más interna: - “Y nos revelarás tu misterio” -, a lo que la respuesta es un contundente y helador: - “No tengo nada que revelar, yo no sé nada”-.
Este diálogo encima del tablero de ajedrez conforma la esencia de la vida en el especial universo de Bergman y la jugada crucial de cada persona; las dudas existenciales que tiene el ser humano, encontrar el sentido de la vida, si existe Dios, si hay algo después de la muerte, que es la única certeza que poseemos. Al menos, ante lo insoslayable, queda afrontarla con la mayor paz interior posible.
Este diálogo encima del tablero de ajedrez conforma la esencia de la vida en el especial universo de Bergman y la jugada crucial de cada persona; las dudas existenciales que tiene el ser humano, encontrar el sentido de la vida, si existe Dios, si hay algo después de la muerte, que es la única certeza que poseemos. Al menos, ante lo insoslayable, queda afrontarla con la mayor paz interior posible.
Hasta aquí mi análisis de diez películas, la gran mayoría clásicas, que a mi entender son las más interesantes, escogidas con afecto hacia el cine y el deporte, una conjunción redonda de dos universos para mí claves en mi formación espiritual.
En Cádiz, a 5 de abril de 2020
Texto: Estrella Millán Sanjuán. Profesora de Educación Física
Imágenes y Texto de imágenes: Francisco Huertas Hernández
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Comentarios de nuestros lectores:
- Francisco Huertas Hernández: "La publicación de este artículo de investigación en Acorazado Cinéfilo es motivo de orgullo. En una época en que la pereza intelectual y la deformación mental de los usuarios de internet les aleja de los textos y la lectura este ensayo de filosofía del deporte, análisis deportivo del cine e historia del deporte será un oasis para los pocos que lo lean con detenimiento. Pues es la atenta lectura lo que permitirá hallar todas esas piedras preciosas escondidas en su superficie. La labor de documentación, la precisión en las citas y el uso del vocabulario es encomiable. Para mí es especialmente emotivo el análisis etimológico y la presencia de los clásicos en la génesis del deporte. Estrella no solo es amiga, es una filósofa. Y una vez vuelve a demostrarlo. La extensión del artículo me obliga a dedicarle muchos días de maquetación, búsqueda y texto de imágenes. Si el resultado técnico está a la altura del intelectual que nos regala Estrella ustedes lo dirán"
13 comentarios:
El análisis de la autora es profundo y lleno de amor al cine y al deporte. Lo imprimiré para subrayarlo y usarlo en mis clases
La publicación de este artículo de investigación en Acorazado Cinéfilo es motivo de orgullo. En una época en que la pereza intelectual y la deformación mental de los usuarios de internet les aleja de los textos y la lectura este ensayo de filosofía del deporte, análisis deportivo del cine e historia del deporte será un oasis para los pocos que lo lean con detenimiento. Pues es la atenta lectura lo que permitirá hallar todas esas piedras preciosas escondidas en su superficie. La labor de documentación, la precisión en las citas y el uso del vocabulario es encomiable. Para mí es especialmente emotivo el análisis etimológico y la presencia de los clásicos en la génesis del deporte. Estrella no solo es amiga, es una filósofa. Y una vez vuelve a demostrarlo. La extensión del artículo me obliga a dedicarle muchos días de maquetación, búsqueda y texto de imágenes. Si el resultado técnico está a la altura del intelectual que nos regala Estrella ustedes lo dirán
Me encanta. Aquí hay de todo, deporte, historia, arte, pensamiento
Tenemos que volver a leer y reflexionar, más allá de artículos de pocas líneas. Ahora es el momento, más que nunca. Magistral artículo de EStrella, muy bien confeccionado. El horror vacui es lo que hace que la sociedad no reaccione. La etimología, maravillosa. Las alusiones a películas, al metalenguaje, del que también soy fanática, son incomparables. Enhorabuena Estrella. Es de lo mejor que he leído. Y enhorabuena Francisco por tus ilustraciones.
Manuela
Muchas gracias. No sé quién eres, pero agradezco que lo utilices en clase. Yo también utilizaré algunas para mis alumnos.
Muchas gracias, de nuevo, Francisco Huertas Hernández. Vuelves a hacer tu magia para completar divinamente el artículo. Me encanta ver las fotos de los libros y autores que tengo en casa y que me acompañaron en la carrera. Qué tiempos.
Y las fotos de los niños jugando son preciosas, el juego está en nuestra naturaleza...
Yo lo he difundido en grupos de profesores para que utilicen alguna película para sus aulas. Sería enriquecedor y un honor.
Gracias por tu trabajo que, como has comentado, te ha llevado largas horas.
Completísimo artículo o más bien debería decir mini ensayo sobre deporte y cine. Hace tiempo que sigo este blog, que es de los más completos que circulan por ahí, pero está claro que con tu llegada, Estrella, ha ganado en calidad y profundidad.... sin llegar a la pedantería, que eso es algo que siempre tira un poco hacia atrás. Chapeau
Trabajo bien hilvanado bajo un prisma muy alejado de los redundantes clichés de las tan trilladas temáticas cinematográficas habituales.
Enhorabuena Estrella y Francisco por esta brillante colaboración.
Un placer.
Un gran trabajo, Estrella! Un ensayo muy docunentado. Se nota que hay pasión por el deporte y el cine.No he visto ni 'Pickpocket' ni 'Tengo 20 años.Las buscaré.Yo me he acordado del boxeo americano, 'Raging bull' y 'Somebody Up There Likes Me'(Marcado por el odio).Y también de una peli menor,'Bull Durham', que vi de adolescente y me enseñó casi todo lo que sé del deporte americabo (baseall).Y con la que oí hablar por primera vez fe Walt Whitman.El personaje de Susan Sarandon lee sus poemas a un no poco confunfido jugador, Tim Robbins (en esa peli se enamoraron).
El deporte y el cine tienen mucha historia tanta que para algunos el cine es como un deporte pienso en las sagas de superhéroes, por ejemplo. Antes solía ver deportes de alta competición, hoy día no siento lo mismo, ya no tiene sentido porque el dinero es más importante que el deporte en si mismo. Lo importante no es ganar si no competir y tratar de mejorar uno mismo, intentar ganarle al vecino es efímero, pero ambos sabemos que en el ritmo social actual esto es imposible. Mezclar filosofía con deporte es como mezclar a Bill Gates con Cristo, el dinero lo ha contaminado todo.
Excelente aportación
Tu trabajo de documentación es excelente.
Recoges a José Luis Salvador Alonso y su libro “Deporte de occidente. Historia, cultura y política”. Uno de los libros más relevantes de historia del deporte. Yo le he llamado el Carl Diem español.
José Luis fue estudiante del INEF de Madrid y tuve la suerte de conocerle como alumno y posteriormente participar en el tribunal de su tesis doctoral. Fue profesor titular de INEF Galicia y fundador de un grupo crítico de la Educación física, “Las Converas” Desgraciadamente nos dejó en 2009.
También recoges a nuestro maestro y fundador del INEF de Madrid José María Cagigal Gutiérrez, el teórico y filósofo más relevante de la histora de la EF en España. Como sabes, nuestro patrón de la facultad de Granada lleva su nombre.
Gracias, Miguel Ángel. Un honor que un profesor mío de la Facultad lea este artículo. Recuerdo cuando leíste el primero en el confinamiento. Sí, esos libros deben estar en un estudio sobre la actividad física.
Un abrazo.
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