"Aniversario". La memoria del amor ido
"Les Choses de la vie" (1970). Claude Sautet
Francisco Huertas Hernández
"Les Choses de la vie" (1970). Claude Sautet
Pierre Bérard (Michel Piccoli) & Hélène Haltig (Romy Schneider)
En esta película francesa el amor es re-evaluado desde la cercanía de la muerte. Pierre tiene un accidente de tránsito, y en estado de coma resurgen los dos amores de su vida: su ex-esposa Catherine (Lea Massari) y Hélène (Romy Schneider), con quien está en un momento de inflexión.
Si el amor es un recuerdo que destruye por su marchitarse inevitable, solo la muerte, es decir, el tiempo en su fuga constante, lo realza en su justa medida. Tenemos que amar para no morir. Amar es la única manera de vivir. Quien despierta solo en el alba solo escucha el tic tac de su muerte.
Todo el cine francés es una meditación sobre el amor desde sus orígenes. Jean Vigo, René Clair, Jean Renoir, Marcel Carné, Max Ophüls, Jean-Luc Godard, François Truffaut, Jacques Demy, Claude Lelouch o Léos Carax muestran la dificultad de amar.
Amar es un acto de plenitud, tanto si la vida es yerma, como si es feraz. Y el cine francés sabe colmar esa plenitud y esa desolación. Recordar el amor, como hace Pierre Bérard, es seguir amando. El cine es la forma en que hemos amado sin haber conocido aún lo que era el amor. ¡Cuántos jóvenes aprendieron lo que era el amor en las películas! Y son los franceses los que mejor mantuvieron la luz de esas estrellas siempre ardientes en nuestra retina y nuestro corazón dolido
Qué lejano parece aquel día. Hoy es el aniversario. El destino se hacía encuentro y el encuentro se hacía amor y el amor se hacía hogar. Hacía calor. Era fiesta. Nadie andaba por la calle. Sólo los últimos oficinistas sin vacaciones y los buscadores de destino, marineros en la meseta y en la canícula. El mundo está hecho de aniversarios porque el pasado es el único tiempo real. Aniversarios que son mojones en el camino y que recuerdan aquel kilómetro cero, de una Puerta del Sol donde todo comienza. Vamos a golpe de recuerdos rememorando el instante exacto, la hora precisa, en la que las estrellas y los pasos juntaban corazones desconocidos acompasando su latir y mezclando sus sangres y sus sueños. Después sólo queda el aniversario. Entonces era la vida. Ahora es el recuerdo, el aniversario. Aniversario y homenaje al amor ausente que un día llegó en una conjunción de astros y de cifras, de calles y de tristezas, de ascos y derrotas. Ninguna lengua podía expresar los arrecifes de la vida, los ocasos de la dicha. Ningún idioma ni fórmula ni broma podían disimular el amargo destierro, pero el viento cálido y seco de agosto llevaba nuestro cuerpo de andén en andén por cielos vacíos y purgatorios inclinados. Mis pasos se encaminaban al corazón amado que los astros alumbraron. Sus ojos, azules, quizá verdes, de otro mundo, miraban a través de mi desdicha y sabían que en las encrucijadas de la soledad había un letrero que juntaba nuestros nombres y apuntaba hacia el mañana. Deberíamos cogernos de la mano para seguir juntos la marcha entre las rosas y los cardos, entre espigas y amapolas. ¡Y todo eso acabar convirtiéndose en recuerdo, en aniversario! Quedan los caminos que se separaron, divergiendo sin remedio por la decisión de los planetas y los dioses, y leyes, que sabemos en nuestra piel hecha jirones, ciertas y terribles. Queda el aniversario del encuentro, del amor, de los corazones que temblaban, de las manos que dibujaban estelas en el aire cálido y seco de agosto
Francisco Huertas Hernández
Jueves, 16 de agosto de 2001
2º Aniversario
Marianne en casa
Alicante. Noviembre 1999
5 comentarios:
Precioso
Tan bonito es el escrito, tan bonito es leerlo que uno/a queda flotando.
Muy hermoso, Francisco. Casi parece autobiográfico...Porque en casi todas las pelis que amamos encontramos esencias de nosotros mismos. Hace días que esa peli llama a mi puerta.
Imposible no reconocerse en cada palabra.
Precioso , me he visto a mi misma celebrando aniversarios. Película profunda que abarca muchas facetas del amor; reconfortante cuando ha habido pérdidas irreparables.
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