"De la secreta soledad de las pirámides"
Francisco Huertas Hernández
Poema. Mayo 1987
Francisco Huertas Hernández: "De la secreta soledad de las pirámides"
La Unión. Lunes 11 de mayo de 1987
Glosa a "De la secreta soledad de las pirámides"
"De la secreta soledad de las pirámides" es un poema escrito por mi en mayo de 1987, en el periodo final de la Universidad, y poco antes de empezar a trabajar, primero en una emisora de radio pirata, como comercial, y más tarde como profesor en el instituto de Venta de Baños. Antes di clases de francés en una academia.
Todos esos trabajos, ocupaciones azarosas, fueron ciertamente "solitarios", aun cuando en torno a mí hubiera pequeños propietarios y esquivos alumnos. La soledad es un destino escrito en los genes, las estrellas o el aliento insuficiente de los padres. Nosotros somos las "pirámides", anteriores a nuestros recuerdos, más antiguos que la carne, porque antes de carne fuimos polvo o carbono, o helio condensado en una explosión cósmica, o nucleosíntesis primordial que dio origen al hidrógeno, litio, tritio o berilio. El hijo lleva en su helio una soledad cósmica que ningún padre puede aliviar. Cuando sentimos la presencia del "verdugo atareado en la muerte de la rosa" ya no hay salida para la existencia, un "puente" doloroso entre la insensatez y el desaliento. Cada uno de nosotros se "siente" tan "inocente" y "puro" como la rosa, y tan "amenazado" por los "otros", como la flor ante la mano insensible que la arranca, pues Buda dijo que cuando te gusta una flor la arrancas, pero cuando la amas, la cuidas y la riegas. Sentimos ese "querer" que nos "arranca" el alma, pero también sentimos ese "vacío", esa "carencia" que nos lleva a los "otros", sin los que ni somos ni crecemos. "El Principito" de Saint-Exupéry le dice a la rosa: "querer es tomar posesión de algo, de alguien... querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque nos reconocemos necesitados", "en la creciente espesura de la noche", "la noche oscura del alma".
"La carne está abierta" por la herida de la vida, la de la muerte y la del amor, escribió Miguel Hernández. Somos pregunta sin respuesta, como la pieza musical de Charles Ives. La Esfinge nos interroga mortalmente: es el "enigma". La existencia es desconsuelo: verdugos, oscuridad, frío, soledad, viento e ira "de seres que desconocemos", dolor, en fin.
Los "suburbios de tristeza" circundan nuestro corazón desamparado, el hogar triste en el que "esperamos" la dicha
Francisco Huertas Hernández
Sábado 12 de marzo de 2022
2 comentarios:
Es usted un notable poeta. Eso lo demuestra en estos versos. La soledad es un problema creciente en la sociedad actual. Su poema va más allá, a su origen
Sorprendida y extasiada! Un sentir válido e intrínseco, una realidad implícitamente vivida, pero no fácil de explicar. Estamos irremediablemente solos aunque, paradójicamente, seamos parte de un todo. El amor nos envuelve en su vaivén para entretenernos y no arrojarnos a su silenciosa cómplice: la soledad.
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