sábado, 22 de junio de 2024

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин). Cap. 4. Reflexiones pushkinianas IV (1): "Los sueños y los años no pueden volver" (Мечтам и годам нет возврата). Francisco Huertas Hernández

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин). Cap. 4
Reflexiones pushkinianas IV (1): "Los sueños y los años no pueden volver" (Мечтам и годам нет возврата)
Francisco Huertas Hernández



Yevgueni y Tatyana pasean. Él la ha rechazado
 

 El capítulo IV de "Eugenio Oneguin" es una aleación perfecta de texto, metatexto, narración, reflexión, poesía y ética. Acostumbrados al lirismo de la ópera homónima (1879) de Pyotr Ilych Chaikovski el lector no ruso quedará admirado de la modernidad de Aleksandr Sergueyevich Pushkin, que escapa del sentimentalismo continuamente, con disgresiones de toda naturaleza que congelan a los personajes, para luego regresar a ellos con la misma ternura, cercanía y cuidado con la que se distanció de ellos. 
 En este capítulo, narrativamente, se nos da la respuesta, en persona, del antihéroe Oneguin a la carta de amor de Tatyana. Pero esto ocupa muy pocos versos, y, siendo el climax de esta parte de la novela, va antecedido de un largo excursus, en el que el creador de la historia medita sobre su vida, para llegar al mismo punto en el que se halla su protagonista. 

 La estrofa I comienza con estos versos: "Al principio de mi vida me gobernaba / el bello y astuto sexo débil. / Por entonces me impuse como ley / únicamente su voluntad" (В начале жизни мною правил / Прелестный, хитрый, слабый пол. / Тогда в закон себе я ставил / Его единый произвол). El joven y ardiente poeta sucumbe al imperio de la naturaleza del deseo, pues habrá que pensar que más que amor late aquí libido buscando el principio del placer. "La mujer aparecía al corazón / como una pura divinidad" (И сердцу женщина являлась / Каким-то чистым божеством). ¿Quién no ha sentido que Dios resplandecía en los ojos de una mujer cuando la vida aún no se había quebrado en las esquinas del desconsuelo y el alma estaba hecha jirones?
 La ambivalencia de amor y odio hacia las féminas está admirablemente descrita en verso ruso por Pushkin en este preámbulo que explicará (¿justificará?) la conducta de Oneguin. En la estrofa V el autor confiesa lo que hemos dicho: "Tenéis que reconocer -en aquel tiempo / yo sólo pensaba en el placer-" (Признаться ль вам, я наслажденье / В то время лишь одно имел). El "placer" (наслажденье), mal consejero para la razón. Es "ceguera" (ослепленье) la de esas "violentas pasiones" (Страстей мятежные), pero se agotan, y esos "errores de juventud" dan paso a la meditación y el apartamiento de la sociedad. Pushkin y Oneguin convergen en este punto. 
 En VII se afirma: "Cuanto menos amamos a una mujer / más le gustamos" (Чем меньше женщину мы любим, / Тем легче нравимся мы ей). Una verdad irracional en su apariencia, pero que encierra una verdad esencial: sólo se ama lo que ofrece resistencia, lo lejano (misterioso), imposible, trascendente. Por eso el amor a Dios puede ser el más grande: está demasiado lejos, es inaccesible. 
 Ya en IX se atribuyen estos pensamientos pushkinianos al propio Oneguin, para regresar a la narración. La descripción de su carácter desencantado explicará su elegante rechazo a la impulsiva y delicada Tatyana. Pero la carta de la muchacha causó un gran efecto (XI): "Pero al recibir la carta de Tania / Oneguin se conmovió profundamente" (Но, получив посланье Тани, / Онегин живо тронут был).

 El encuentro en el jardín, con el que Pushkin interrumpió el Capítulo III, tras la canción de las muchachas que recogían bayas, presenta la respuesta de Oneguin a los anhelos de la chica (XII): "Usted me escribió, / no lo niegue. He leído / la confesión de un alma ingenua, / la expresión de un inocente amor. / Su sinceridad me es grata. / Agitó sentimientos / callados desde hace tiempo" (Вы ко мне писали, / Не отпирайтесь. Я прочел / Души доверчивой признанья, / Любви невинной излиянья; / Мне ваша искренность мила; / Она в волненье привела / Давно умолкнувшие чувства). Oneguin ya es un "hombre superfluo" (лишний человек), ese arquetipo de la literatura rusa que describe -desde Pushkin a Chejov- a los ociosos, hastiados y vacíos nobles, que poseídos por la "jandrá" (хандра), la melancolía, minimizan el valor de la vida, y rehúsan cualquier esfuerzo. Yevgeni no puede formar familia por ello. Todos los esfuerzos e ilusiones de la vida ya no representan nada para él (XIV): "Pero yo no estoy hecho para la felicidad, / mi alma le es ajena" (Но я не создан для блаженства; / Ему чужда душа моя). En XV añade: "Así soy yo. ¿Y a alguien así buscaba usted / con su alma pura y apasionada / cuando con tanta sinceridad / e inteligencia me escribió?" (Таков я. И того ль искали / Вы чистой, пламенной душой, / Когда с такою простотой, / С таким умом ко мне писали?). Siguen las palabras de Oneguin (XVI) justificando su imposibilidad de amar, de ser feliz, o hacer feliz a Tatyana: "Los sueños y los años no pueden volver" (Мечтам и годам нет возврата). Un paternalismo que compensa su falta de valor aconseja (reprende) a la muchacha: "Escúcheme sin enojo: / la joven cambia más de una vez / sus sueños por otros más ligeros / como el árbol cambia / sus hojas cada primavera. / Está claro que así fue decidido por el cielo. / Se enamorará de nuevo, pero... / aprenda a dominarse. / No todos la comprenderán como yo. / La inexperiencia lleva a la desgracia" 
(Послушайте ж меня без гнева:
Сменит не раз младая дева
Мечтами легкие мечты;
Так деревцо свои листы
Меняет с каждою весною.
Так видно небом суждено.
Полюбите вы снова: но...
Учитесь властвовать собою;
Не всякий вас, как я, поймет;
К беде неопытность ведет)
 
 Tatyana no veía nada a través de sus lágrimas, sin respirar, sin replicar. Del brazo de él, regresaron del jardín (XVII).

 El autor se ha sentido, quizás culpable, con la conducta de su personaje. Y se dirige al lector (XVIII): "Reconocerás, querido lector, / que nuestro amigo procedió / noblemente con la triste Tania. No fue ésta la primera vez que mostró / la recta bondad de su alma / aunque la maldad de la gente / nunca lo perdonaba. / Sus amigos y sus enemigos / (que es posible que sean los mismos) / lo injuriaban de todas maneras. Cualquier persona tiene enemigos en el mundo, / pero, ¡Señor, protégenos de nuestros amigos!" 
(Вы согласитесь, мой читатель,
Что очень мило поступил
С печальной Таней наш приятель;
Не в первый раз он тут явил
Души прямое благородство,
Хотя людей недоброхотство
В нем не щадило ничего:
Враги его, друзья его
(Что, может быть, одно и то же)
Его честили так и сяк.
Врагов имеет в мире всяк,
Но от друзей спаси нас, боже!)

 Es denso este capítulo, y las cuitas de Lenski y Tatyana, la débil presencia de Olga en la novela, los días y las tardes de Yevgueni en su hacienda, todo ello será tratado en la segunda parte del Capítulo IV de mis reflexiones pushkinianas.
 
Francisco Huertas Hernández
Traducción de "Yevgueni Oneguin": Manuel Ángel Chica Benayas. Meettok. Donostia. 2017
22 de junio de 2024
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un gran escrito, amigo. Felicidades. Pushkin es un clásico total. Alberto

Francisco dijo...

Gracias Alberto