Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023). Los lectores opinan (II). Arje Philo, Toño Pardines y otros
Francisco Huertas Hernández recopila noticias sobre su libro
Francisco Huertas Hernández & María Saínz
Lectora madrileña de Diario de un Profesor de Filosofía
Cabo Roig (Alicante)
19 agosto 2024
Francisco Huertas Hernández & David Mora
Lector madrileño de Diario de un Profesor de Filosofía
Orihuela Costa (Alicante)
19 agosto 2024
Francisco Huertas Hernández & Pierre Vives
Lector de Diario de un Profesor de Filosofía
Confitería Santagloria. Alicante
16 agosto 2024
Un autor busca lectores, tras enfrentarse al lector más exigente: el propio escritor. Cuando uno escribe sobre sí mismo esperando encontrar identificaciones y proyecciones en el público se arriesga completamente: su vida está puesta al tablero, al albur de ojos displicentes y almas cansadas, que no prestarán el auxilio que la confesión merece. Esta obra autobiográfica es el testimonio y el testamento docente de un hombre que amó enseñar y sufrió por ello, porque en la vida nada es fácil, y si algo llega, mucho se pierde en el camino.
Entre las personas más importantes en la existencia de un maestro están los alumnos. Una de ellas fue Ester Guirao, en un instituto de Elche. Ella, ahora es también profesora de filosofía para niños en Alemania, y recuerda nuestro encuentro así (https://arjephilo.com/2024/08/16/diario-de-un-profesor-de-filosofia-1989-2023/):
"Conocí a Francisco Huertas Hernández allá por el 2006, cuando entré por primera vez a una clase que se llamaba «Filosofía» de 1º de Bachillerato. Yo tenía 16 años en ese momento, y él ya llevaba unos cuantos años de docencia.
A lo largo de unos días, en las clases, habló sobre «Qué es eso de la Filosofía» con un artículo de José Ferrater Mora: «¿Para qué sirven los filósofos?». En ese curso conocí el concepto de Filosofía, amor, muerte, estética,… todo lo que concierne a lo humano. Conocí obras como: «El señor de las moscas» de W. Golding o «La conquista de la felicidad» de B. Russell. Fue en este curso donde encontré una motivación: FILOSOFÍA.
Unos cuantos años después – 18 exactamente -, tras recuperar de nuevo el contacto, ya no como alumna, por supuesto, Francisco Huertas hizo la primera reseña de mi primer libro de Filosofía: "Calista: la importancia del yo y de la libertad". Desde entonces, los recuerdos y los proyectos -en este caso del mundo editorial- nos han mantenido en continuo contacto. Pero tal fue mi sorpresa cuando me comentó que en su libro «Diario de un profesor de Filosofía» me mencionaba. El hecho de ser mencionada en su libro representa un honor y un reconocimiento del impacto mutuo que hemos tenido en nuestras vidas.
Desde entonces, he reflexionado sobre la influencia que un profesor puede tener en la vida de un estudiante. La importancia de un buen mentor que estimule la curiosidad y el pensamiento crítico, y que inspire a seguir los propios intereses y pasiones".
Y, como los intereses de este docente abarcan el cine y la música, su encuentro con Antonio Pardines, gran historiador del cine, en su web "Va de vagos", ha sido esencial. Esto ha expresado Toño Pardines tras leer el "Diario de un Profesor de Filosofía" (https://vadevagos.blogspot.com/2024/08/diario-de-un-profesor-de-filosofia-1989.html):
"El protagonista de un diario es el “yo”, sus impresiones y sus reflexiones; un “yo” siempre en presente y siempre en pasado que escapa a la contradictoria simultaneidad temporal porque existe en ambos, incluso puede transcenderlos. El “yo” modelo narrativo de un “diario” es tanto el que se habla a sí mismo, en busca de conocerse o de plantearse en la vida, como el que habla al “nosotros”, suma del “yo” que escribe experiencias y pensamientos y el “nosotros” que las leemos en un tiempo posterior: futuro para el autor y presente para el lector. Cierto que prevalece la intimidad, pero todo pensamiento escrito aspira a la supervivencia tras el fin del “yo”. Es reflexión, testimonio, eco, olvido, memoria; nunca una verdad absoluta, incluso puede llegar a ser una vía de liberación, recurso que emplea la persona que escribe para enfrentarse a la cotidianidad en la que se descubre atrapada. En ese caso, el narrador del diario quizá busque liberarse de la sensación presidiaria que le asalta cuando se detiene a contemplar y se plantea en el mundo. En la mayoría de los diarios el “yo” habla para sí y, aunque sea inconscientemente, lo hace sin dejar de hacerlo al exterior donde habita el posible lector. Esta posibilidad de contacto tiende a ocultar, pero Francisco es consciente de ella; lo acepta y asume que una de las finalidades de su “Diario” es que otros lo lean y le descubran. Quiere compartir y dialogar con quien abra su libro. Desnuda su humanidad y deja entrever su fondo, su ilusión por mostrar y comunicarse; pues, ante todo, Francisco es el mejor transmisor de sus pensamientos y de sus ideas. Emotivo y vivencial, reflexivo y amante del conocimiento, invita a cada particular que le acompañe en la lectura a sacar sus propias conclusiones..."
"Ignoro cómo habría sido mi encuentro escolar con aquel joven Francisco que en 1989 llega a Venta de Baños (Palencia) sin experiencia previa en la docencia. Lo ignoro porque nunca hubo tal encuentro, aunque bien podría inventarlo, pero el resultado sería un cuento; y aunque inocente, no dejaría de ser un engaño. La filosofía necesita la verdad; es su razón de ser, su aspiración, su conocimiento final, solo que este no concluye. ¿Quién podría determinar el porqué? Tal vez por el olvido, la desgana, la huída y los mitos lo oculten, pero lo dudo. Prefiero creer que se trata de nuestra propia condición, la cual nos limite a ser siempre seres en busca, en camino de encontrar y reencontrarnos. Aquel primerizo entra a formar parte del otro bando: el profesorado, cuya mayoría me sonaba aburrida, más que autoritaria; la verdad, desde que me recuerdo he tenido un distanciamiento con cualquier forma de autoritarismo y con el orden que impone. ¿Por qué? Hay preguntas sin respuesta o que me respondo en la intimidad, tal vez el lugar donde mejor me muevo, pero leyendo este “Diario” encontré posibles en la relación maestro-alumno y del profesor con sí mismo..."
Un libro autobiográfico es prosa poética pues nuestras vidas escritas siempre lo son. El verso apunta a la intuición, la revelación, la belleza musical, el ritmo, la armonía y la tensión expresiva. Mientras vivimos vamos actuando como podemos, a veces llevados por las circunstancias, otras confiados en nuestro mando y capacidad de elegir. La prosa de la existencia es lo que cuentan de nosotros quienes no nos quieren, pues para los que nos aman (si es que uno tiene esa dicha) somos siempre sagrados, es decir, poéticos, como, para mí, lo son Inma y Aleksandr Pushkin...
Francisco Huertas Hernández
Domingo 25 de agosto de 2024
4 comentarios:
Suerte amigo
Gracias
Qué lindas palabras Francisco
Gracias amigos
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