sábado, 29 de marzo de 2014

Entrevista Tercera Edad. Luisa Molina por María García Ruiz. Alicante


ENTREVISTA A PERSONA DE LA TERCERA EDAD


MARÍA GARCÍA RUIZ




2º Bachillerato (Sociología)
Curso: 2013-2014
Profesor: Francisco Huertas Hernández
IES DOCTOR BALMIS. ALICANTE
ESPAGNE




ENTREVISTA A UNA PERSONA DE LA TERCERA EDAD (A PARTIR DE LA PELÍCULA DE Y. OZU CUENTOS DE TOKIO ) REALIZADA A LUISA MOLINA (71 AÑOS)



  1. -¿Qué significa la familia para ti?

La familia es un pilar fundamental, un apoyo que siempre está ahí para ti, y en muchas ocasiones ha hecho que siguiera adelante.







-¿Tiene el mismo valor la unidad familiar ahora que antiguamente?

Está claro que no. Antes, la familia, estaba más unida, ya que en una casa vivían más de una generación, y siempre había una figura que imponía orden, porque, antes, las reglas y las tradiciones eran muy importantes, en cambio ahora los hijos son mucho más independientes.


-¿Crees que hoy en día existe una incomunicación entre los miembros de la familia?

Sí, todos tienen una vida y trabajos distintos que provocan la incomunicación. Esto también es causado por la modernización, el internet, la tecnología… pero es triste, porque se están perdiendo las pequeñas cosas de la vida, que son las que realmente importan. La comunicación es maravillosa e importante, pero muchas veces es como si nos pusiéramos un caparazón y como si todo nos resbalara, como si nos diera todo igual. Es como ponerse como unas anteojeras, (los burros que cargaban cosas, les ponían unas anteojeras para que sólo vieran el camino, y no miraran a otro lado) y esto ocurre con los auriculares que la gente se pone hoy en día, que provoca el aislamiento; es decir, se ponen música porque ya no interesa ni la comunicación con los demás, ni nada. Todos quieren ir a su aire, sin exigencias. Y este país en vez de avanzar, está retrocediendo, en cuanto a los valores de las personas, a su forma de ser. La tecnología llegará un momento que se queda obsoleta, y no servirá, y se querrá más y más. Por ejemplo, hoy iba a comprar al supermercado, y en un escaparate había muchísimas televisiones, puestas en marcha mientras todo el mundo miraba como si la vida les fuera en ellas; en cambio a mí, eso me marea y me cansa. Parece que hoy lo que impera es la tecnología, que genera contaminación, gasto de luz… y sin darnos cuenta de todo lo que nos rodea. Esto está provocando muchos males, se está gastando una energía que podríamos aprovechar para otras cosas, incluso por culpa de tanta modernización, los sentidos se atrofian, haciendo que la gente se encierre en su mundo.







  1. -¿El paso del campo a la ciudad qué tipo de cambio provocó en tu vida? ¿Y en la unidad familiar?


 En el pueblo la vida era mucho mejor, todo el mundo te conocía y sabía de tu vida, lo cual puede parecer estresante y que la gente es cotilla, pero cuando hay una necesidad de apoyo, allí se tiene. En el pueblo nunca estabas solo. Yo me mudé a la ciudad, por el trabajo. Me dieron a elegir ciudad y al principio quería sólo campo, finalmente elegí Alicante, porque era donde había más posibilidades de encontrar trabajo y de que los niños tuvieran una buena educación. Al principio a mis hijos les costó adaptarse, incluso a mí me costó. Por ejemplo, estábamos acostumbrados a vivir en una casa baja, de campo totalmente, con nuestra huerta, nuestros patios, nuestras terrazas, y el cambio a un piso, fue bastante drástico y duro. A pesar de ello, mis hijos al llegar a la ciudad rápidamente hicieron nuevos amigos. En el campo la calidad de vida es mucho mejor. Yo daría lo que fuera por vivir allí otra vez, pero con unas buenas condiciones y con unos medios de comunicación adecuados.




                        Fotogramas de "Tokyo Monogatari" de Yasujiro Ozu (1953)




-¿Es muy diferente la vida en el campo a la de la ciudad?

Sin duda, yo vivía en un pueblo que se llama Vivares, donde también pasaron la infancia mis hijos, y allí todos teníamos un gran unión, tanto la familia en sí, como con los vecinos. En el pueblo, todos se preocupan por ti y no dudan en ayudarte en lo que sea, cuidando a los hijos, con la huerta… Allí nos dejábamos la puerta abierta, sin ningún peligro, ya que todos éramos como una gran familia. En cambio, en la ciudad no conoces ni siquiera a tus propias vecinos. En el bloque donde yo vivo, a muchos no les he visto ni la cara, ni sé sus nombres, ni sé cómo son. También en los pueblos, la calidad de vida era magnífica, había leche recién ordeñada, huevos frescos, incluso yo sembraba tomates, hierbabuena, perejil, que utilizaba para mis comidas. Los niños allí, podían jugar y disfrutar al aire libre, y además, aprendían muchísimo, porque aunque la gente no lo crea, la gente de pueblo es muy sabia, y viviendo allí se pueden aprender muchísimas cosas. Hoy, en las ciudades, todo es distinto, sí, puedes comprar en los supermercados y elegir entre muchas marcas, pero al fin y al cabo, la calidad es pésima. Yo siempre recordaré, que en Vivares, mis hijos cogían espárragos trigueros en primavera cuando llovía, y el sabor de aquellos espárragos era una delicia. Al igual que en los pueblos, según la época, habían unas verduras u otras, pero yo por ejemplo, hacía conservas para el invierno, y ,esto, pienso que es totalmente distinto a ahora.


                                                         Vivares (Badajoz) España







-¿Son las ciudades las que nos transforman?

Sí, aunque depende de la persona. A mí no me ha cambiado mucho, porque sigo siendo la misma, con mis mismos anhelos. Además la gente es la misma en todos lados. Es decir, puede haber tanto gente mala en los pueblos, como en las ciudades. Sin embargo, en un pueblo sabes por dónde coger a la gente, los ves venir, pero en la ciudad la gente va cada uno a su aire. Pero, sí que es verdad que la ciudad ha provocado cambios en las familias, en las formas de vida, y ha generado distanciamiento.


                                                         Vivares (Badajoz) España



  1. -¿Crees que la distancia entre generaciones tiene que ver con la velocidad de los cambios en el estilo de vida?

Sí, tiene mucho que ver. Las generaciones, estén en un pueblo o en una ciudad, siempre piensan, por ejemplo, que su madre está equivocada, pero cuando pasa el tiempo uno se da cuenta poco a poco de la razón que tenía. Cada generación evoluciona, y se moderniza, pero también tiene mucho que ver la educación y los valores que se inculcan y que son los que realmente nunca cambian, manteniéndose a través de generaciones. Pienso que hoy en día, la gente se cree que todo vale, y no es así. Se está perdiendo la comunicación, y la convivencia. Es más, ahora todo el mundo está pegado al teléfono, olvidándose de que para comunicarse no tiene nada más que dejar el móvil y ponerse a hablar cara a cara con el que tiene al lado.

-¿La rutina y las obligaciones diarias causan distanciamiento entre padres e hijos?


Hoy en día sí, pero antiguamente, por mucho que se trabajara, no se provocaba un distanciamiento. Un ejemplo de esto, es que se comía en el mismo sitio, a la misma hora y la familia entera, sin excepción. Ahora en las familias, cada uno come a una hora distinta, y mientras uno hace una cosa, otra hace otra, siempre sumidos en sus obligaciones, sin recordar hablar con la familia, o simplemente preguntar qué tal han pasado el día. A mí siempre me ha encantado trabajar, antes viajaba constantemente, pero siempre lo he sabido compaginar con mi familia, a la cual jamás dejé de lado, porque para mí era lo más importante. En casa, nos imponíamos diferentes tareas, hacíamos trabajo en equipo, para que nunca faltara nada, siempre había una alegría presente. Recuerdo que cuando yo era pequeña, cogíamos las granadas y las colgábamos con unos hilos de esparto, junto con los melones, para que duraran más y este trabajo siempre se hacía en familia, incluso con los vecinos que siempre se ofrecían a ayudarte.







-¿Piensas que los padres ponen demasiadas expectativas en sus hijos y viceversa? ¿Cómo hacemos frente a las expectativas colocadas sobre nosotros?

 Sí, y a veces no es por simple egoísmo, sino porque los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Su mayor anhelo es poder ver lo bien que les va la vida, y por eso, a veces los padres pueden llegar a exigir siempre tanto a los hijos. Yo siempre quise lo mejor para mis hijos, quería que estudiasen, que se labrasen un buen futuro y he de decir que estoy muy orgullosa de todos ellos. Y al igual que los padres ponen altas expectativas en sus hijos, también ellos lo hacen en sus padres. Y muchas veces, puede haber discusiones entre los miembros de la familia por este tema, pero al final, lo que importa es que cada uno haga lo que le apasione.



  1. ¿Era importante la tradición hace unos años? ¿Y ahora, tiene la misma importancia?


La tradición antes era muy importante, y ahora también lo es. Actualmente, España tiene 40 años de retraso, que se están intentando avanzar a toda prisa, sin darse cuenta de que es imposible ir tan rápido. Porque las cosas buenas del ayer, valen ayer, hoy y mañana.









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