ENTREVISTA A PERSONA DE LA TERCERA EDAD
MARÍA
GARCÍA RUIZ
2º Bachillerato (Sociología)
Curso: 2013-2014
Profesor: Francisco Huertas Hernández
IES DOCTOR BALMIS. ALICANTE
ESPAGNE
ENTREVISTA A UNA PERSONA DE LA TERCERA EDAD (A PARTIR DE LA PELÍCULA
DE Y. OZU “CUENTOS DE TOKIO ”) REALIZADA A LUISA MOLINA (71 AÑOS)
- -¿Qué significa la familia para ti?
La familia
es un pilar fundamental, un apoyo que siempre está ahí para ti, y
en muchas ocasiones ha hecho que siguiera adelante.
-¿Tiene el mismo
valor la unidad
familiar ahora que
antiguamente?
Está claro que
no. Antes, la familia, estaba más unida, ya que en una casa vivían más
de una generación, y siempre había una figura que imponía orden,
porque, antes, las reglas y las tradiciones eran muy importantes,
en cambio ahora los hijos son mucho más independientes.
-¿Crees que hoy
en día existe una incomunicación
entre los miembros de la
familia?
Sí, todos
tienen una vida y trabajos distintos que provocan la incomunicación.
Esto también es causado por la modernización, el internet, la
tecnología… pero es triste, porque se están perdiendo las pequeñas cosas
de la vida, que son las que realmente importan. La comunicación es
maravillosa e importante, pero muchas veces es como si nos pusiéramos un caparazón
y como si todo nos resbalara, como si nos diera todo igual. Es como
ponerse como unas anteojeras, (los burros que cargaban cosas, les
ponían unas anteojeras para que sólo vieran el camino, y no miraran a otro
lado) y esto ocurre con los auriculares que la gente se pone hoy en
día, que provoca el aislamiento; es decir, se ponen música porque ya no interesa ni la
comunicación con los demás, ni nada. Todos quieren ir a su aire, sin
exigencias. Y este país en vez de avanzar, está
retrocediendo, en cuanto a los valores de las personas, a su forma
de ser. La tecnología llegará un momento que se queda obsoleta, y
no servirá, y se querrá más y más. Por ejemplo, hoy iba a comprar
al supermercado, y en un escaparate había muchísimas televisiones, puestas en marcha mientras todo el mundo miraba como si la vida les fuera en ellas; en
cambio a mí, eso me marea y me cansa. Parece que hoy lo que impera es la
tecnología, que genera contaminación, gasto de luz… y sin darnos
cuenta de todo lo que nos rodea. Esto está provocando muchos males, se está
gastando una energía que podríamos aprovechar para otras cosas, incluso
por culpa de tanta modernización, los sentidos se atrofian, haciendo que la gente se encierre en
su mundo.
- -¿El paso del campo a la ciudad qué tipo de cambio provocó en tu vida? ¿Y en la unidad familiar?
En el pueblo la vida era mucho mejor, todo
el mundo te conocía y sabía de tu vida, lo cual puede parecer estresante y
que la gente es cotilla, pero cuando hay una necesidad de apoyo, allí se
tiene. En el pueblo nunca estabas solo. Yo me mudé a la ciudad, por
el trabajo. Me dieron a elegir ciudad y al principio quería sólo campo,
finalmente elegí Alicante, porque era donde había más posibilidades
de encontrar trabajo y de que los niños tuvieran una buena educación. Al
principio a mis hijos les costó adaptarse, incluso a mí me costó.
Por ejemplo, estábamos acostumbrados a vivir en una casa baja, de
campo totalmente, con nuestra huerta, nuestros patios,
nuestras terrazas, y el cambio a un piso, fue
bastante drástico y duro. A pesar de ello, mis hijos al llegar a la
ciudad rápidamente hicieron nuevos amigos. En el campo la calidad de
vida es mucho mejor. Yo daría lo que fuera por vivir allí otra vez, pero
con unas buenas condiciones y con unos medios de comunicación adecuados.
-¿Es muy diferente la vida en el campo a la de la ciudad?
Sin duda, yo
vivía en un pueblo que se llama Vivares, donde también pasaron la infancia mis
hijos, y allí todos teníamos un gran unión, tanto la familia en sí, como
con los vecinos. En el pueblo, todos se preocupan por ti y no dudan en ayudarte
en lo que sea, cuidando a los hijos, con la huerta… Allí nos dejábamos
la puerta abierta, sin ningún peligro, ya que todos éramos como una gran
familia. En cambio, en la ciudad no conoces ni siquiera a tus propias
vecinos. En el bloque donde yo vivo, a muchos no les he visto ni la cara,
ni sé sus nombres, ni sé cómo son. También en los pueblos, la calidad de
vida era magnífica, había leche recién ordeñada, huevos
frescos, incluso yo sembraba tomates, hierbabuena, perejil, que
utilizaba para mis comidas. Los niños allí, podían jugar y
disfrutar al aire libre, y además, aprendían muchísimo, porque aunque la gente no lo crea, la gente de pueblo es
muy sabia, y
viviendo allí se pueden aprender muchísimas cosas. Hoy, en las ciudades,
todo es distinto, sí, puedes comprar en los supermercados y elegir entre
muchas marcas, pero al fin y al cabo, la calidad es pésima. Yo
siempre recordaré, que en Vivares, mis hijos cogían espárragos trigueros en
primavera cuando llovía, y el sabor de aquellos espárragos era una delicia. Al
igual que en los pueblos, según la época, habían unas verduras u otras, pero yo
por ejemplo, hacía conservas para el invierno, y ,esto, pienso que es
totalmente distinto a ahora.
-¿Son las ciudades las que nos transforman?
Sí, aunque depende
de la persona. A mí no me ha cambiado mucho, porque sigo siendo la
misma, con mis mismos anhelos. Además la gente es la misma en todos lados. Es
decir, puede haber tanto gente mala en los pueblos, como en las ciudades. Sin
embargo, en un pueblo sabes por dónde coger a la gente, los ves venir, pero
en la ciudad la gente va cada uno a su aire. Pero, sí que es verdad que la ciudad
ha provocado cambios en las familias, en las formas de vida, y ha
generado distanciamiento.
- -¿Crees que la distancia entre generaciones tiene que ver con la velocidad de los cambios en el estilo de vida?
Sí, tiene
mucho que ver. Las generaciones, estén en un pueblo o en una ciudad, siempre
piensan, por ejemplo, que su madre está equivocada, pero cuando pasa el
tiempo uno se da cuenta poco a poco de la razón que tenía. Cada
generación evoluciona, y se moderniza, pero también tiene mucho que ver la educación
y los valores que se inculcan y que son los que realmente nunca
cambian, manteniéndose a través de generaciones. Pienso que hoy
en día, la gente se cree que todo vale, y no es así. Se está
perdiendo la comunicación, y la convivencia. Es más, ahora todo el
mundo está pegado al teléfono, olvidándose de que para comunicarse no tiene nada más que
dejar el móvil y ponerse a hablar cara a cara con el que tiene al lado.
-¿La rutina y las obligaciones diarias causan distanciamiento entre padres e hijos?
Hoy en día sí,
pero antiguamente, por mucho que se trabajara, no se provocaba un
distanciamiento. Un ejemplo de esto, es que se comía en el mismo sitio, a la
misma hora y la familia entera, sin excepción. Ahora en las familias, cada
uno come a una hora distinta, y mientras uno hace una cosa, otra hace otra,
siempre sumidos en sus obligaciones, sin recordar hablar con la familia, o
simplemente preguntar qué tal han pasado el día. A mí siempre me ha
encantado trabajar, antes viajaba constantemente, pero siempre lo he
sabido compaginar con mi familia, a la cual jamás dejé de lado, porque para
mí era lo más importante. En casa, nos imponíamos diferentes tareas,
hacíamos trabajo en equipo, para que nunca faltara nada, siempre había una
alegría presente.
Recuerdo que cuando yo era pequeña, cogíamos las granadas y las colgábamos con
unos hilos de esparto, junto con los melones, para que duraran más y este trabajo siempre se hacía en
familia, incluso con los vecinos que siempre se ofrecían a ayudarte.
-¿Piensas que los
padres ponen demasiadas expectativas en sus hijos y viceversa? ¿Cómo hacemos frente a las expectativas
colocadas sobre nosotros?
Sí, y a veces no es por simple egoísmo,
sino porque los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Su mayor anhelo es
poder ver lo bien que les va la vida, y por eso, a veces los padres pueden llegar a exigir
siempre tanto a los hijos. Yo siempre quise lo mejor para mis hijos,
quería que estudiasen, que se labrasen un buen futuro y he de
decir que estoy muy orgullosa de todos ellos. Y al igual que los
padres ponen altas expectativas en sus hijos, también ellos lo hacen en sus
padres. Y muchas veces, puede haber discusiones entre los miembros
de la familia por este tema, pero al final, lo que importa es que cada uno haga
lo que le apasione.
- ¿Era importante la tradición hace unos años? ¿Y ahora, tiene la misma importancia?
La
tradición antes era muy importante, y ahora también lo es. Actualmente, España tiene 40
años de retraso, que se están intentando avanzar a toda prisa, sin
darse cuenta de que es imposible ir tan rápido. Porque las cosas
buenas del ayer, valen ayer, hoy y mañana.
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