RESCATANDO JOYAS OLVIDADAS:
“DER TIGER VON ESCHNAPUR / DAS INDISCHE GRABMAL”
FRITZ LANG (1959)
INMACULADA ARRIERO DOBLADO
Estas dos películas del gran
director alemán Fritz Lang me han sorprendido gratamente, aunque están muy
alejadas del Lang que yo conocía, sin embargo la mano o, por mejor decir, el
ojo del maestro está bien presente en ellas. Para apoyar mi argumento, me
permito servirme de este pequeño extracto del libro LOTTE H. EISNER: “FRITZ
LANG”. Petite bibliothèque
des Cahiers du cinéma. Cinémathèque française. Paris. 2005, que he traducido y
resumido:
Cuando el productor alemán Arthur Brauner le propuso
realizar una nueva versión de El tigre de Schnapur y su continuación, La
tumba india, Frizt Lang echó mano de antiguos apuntes tomados con Thea von
Harbou y aceptó la oferta, pensando que su deseo se podría ahora realizar.
Fritz Lang estaba seducido por la aventura, el
romanticismo, el exotismo y, sobre todo, por la “búsqueda del tiempo perdido”,
de “una era desaparecida con la India moderna”.
Al mismo tiempo, comprendió que debía volver a las
películas para el gran público y recrear un esplendor de cuento de hadas para
una Alemania empobrecida.
La reacción del público fue la
esperada, pero los críticos alemanes de la época fueron implacables, pues no le
habían perdonado sus películas americanas, calificadas condescendientemente de
“simples policiacos”, y mantenían un resentimiento consciente contra los
antinazis emigrados.
En Francia, por el contrario, los
dos films indios fueron desde su estreno colocados muy alto, a veces por encima
incluso de M y de sus primeras películas americanas. Godard,
Chabrol y otros cineastas habla de “coronación de toda la obra de Lang” o de
“obras de una perfección extrema”
Las dos películas forman, pues, un todo, en el que se
aprecia claramente una repetición de escenas, una simetría formal extraordinaria:
los leprosos que intentan salir, la búsqueda de la bailarina por los
laberínticos pasadizos del palacio, la danza de Seetha.
Destacan extraordinariamente los
decorados del palacio y las calles de la India, los colores y el vestuario
exótico. Además la utilización de la cámara por el director imprime a los
filmes una narración vertiginosa, como es habitual en las películas de este
género. Por otra parte, se aprecia perfectamente el gusto de F. Lang por las
grutas y los pasajes subterráneos, que aparecen en sus obras maestras Metrópolis
y M.
En cuanto a los personajes, se encuentran claramente diferenciados los buenos (los occidentales; el fiel sirviente hindú, aunque educado en Europa, y la bailarina Seetha pero enamorada del héroe blanco) y los malos (el príncipe Chandra; su hermano Ramigani; los sacerdotes del templo y distintos príncipes indios que apoyan a Ramigani en su intento de derrocar a Chandra).
Los temas de los filmes son, también, los propios del cine de aventuras: rivalidad amorosa; corrupción –aquí, especialmente la de los sacerdotes del templo-; lucha fratricida por el poder; los excluidos sociales, representados por los leprosos, que como bacantes practican la oreibasía y la omofagía; la lucha entre dos mundos: Oriente –lujo, refinamiento y poder al servicio del mal- frente a Occidente – utilidad, pragmatismo e inteligencia al servicio del bien-
Me gustaría destacar, para finalizar mi comentario, un aspecto que considero fascinante y que me ha servido para interrelacionar Grecia y la India: la religión.
Efectivamente, Seetha es una danzarina del templo (devadasi), es decir, sería como las antiguas prostitutas sagradas que existían también en Grecia. Para los hindúes, la bailarina sagrada era la reencanación de la diosa Shakti. Y la serpiente (kundalini) se considera un animal sagrado que simboliza la unión de dos principios opuestos: Shivá (principio masculino o conciencia) y Shakti (principio femenino o energía). Esta creencia, pues, aparece reflejada magistralmente en la danza de Seetha ante la serpiente.
Por último, es particularmente significativo el final del príncipe Chandra: renuncia a la venganza (puede matar a Harald, pero lo perdona) y decide seguir la senda del ascetismo (ἄσκησις), renunciando a lo material para ascender a un mundo espiritual. Es decir, se va a convertir en un Sadhu, a través de la meditación y estando obligado durante un año a servir a su guru o maestro.
En la selva no se pronuncia el nombre del tigre, del mismo modo jamás debe pronunciarse abiertamente el nombre de un dios. (ALAIN DANIÉLOU, SHIVA Y DIONISOS. La religión de la naturaleza y el eros. Editorial Kairós. Barcelona 2006)
Me gustaría destacar, para finalizar mi comentario, un aspecto que considero fascinante y que me ha servido para interrelacionar Grecia y la India: la religión.
Aunque Seetha, la bailarina del
templo, se dirige a la diosa Shiva, como diosa del amor, en realidad, Shivá
es un dios, concretamente el que representa el principio masculino
o conciencia. La diosa hindú asimilada a Afrodita sería Rambhá,
reina de las apsarás (las que van por las aguas) pues se la
considera nacida de la espuma del mar y es la que sobresale entre todas las
demás en la danza, la música y el sexo.
Efectivamente, Seetha es una danzarina del templo (devadasi), es decir, sería como las antiguas prostitutas sagradas que existían también en Grecia. Para los hindúes, la bailarina sagrada era la reencanación de la diosa Shakti. Y la serpiente (kundalini) se considera un animal sagrado que simboliza la unión de dos principios opuestos: Shivá (principio masculino o conciencia) y Shakti (principio femenino o energía). Esta creencia, pues, aparece reflejada magistralmente en la danza de Seetha ante la serpiente.
Por último, es particularmente significativo el final del príncipe Chandra: renuncia a la venganza (puede matar a Harald, pero lo perdona) y decide seguir la senda del ascetismo (ἄσκησις), renunciando a lo material para ascender a un mundo espiritual. Es decir, se va a convertir en un Sadhu, a través de la meditación y estando obligado durante un año a servir a su guru o maestro.
En la selva no se pronuncia el nombre del tigre, del mismo modo jamás debe pronunciarse abiertamente el nombre de un dios. (ALAIN DANIÉLOU, SHIVA Y DIONISOS. La religión de la naturaleza y el eros. Editorial Kairós. Barcelona 2006)
Mª Inmaculada Arriero Doblado.
Alicante
Alicante
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