Tras el cristal (1ª parte)
Memorias fílmicas de Paco Huesca
Paco Huesca García
Exhibidor cinematográfico, coleccionista, historiador, Director de Cinemateca del Mediterráneo
Alicante (Spain)
"Captain Lightfoot" (1955). Douglas Sirk
Cartel español de "Orgullo de Raza", pintado por MCP
Durante un tiempo, el poco que poseía, quise recuperar una época de mi infancia para la memoria mediante el cotejo de la prensa diaria de aquellos oscuros años 50 en los cuales discurrió mi educación en el colegio Maristas de Alicante. En medio de tanta mediocridad, de tanto oscurantismo, de tantos días de viejo color, mi única ilusión aparte de mi familia, era el cine.
Paco Huesca García, de niño (en el centro), con sus primos
Y reclamaban mi atención los diarios La Vanguardia de Barcelona, Pueblo y ABC de Madrid, y Levante de Valencia. Pero ojo, no se asusten, no era tan repelente, lo que me apasionaba era ver la cartelera de espectáculos. Y en ella, las páginas en que aparecían los anuncios de las producciones cinematográficas del momento con sus estupendos clichés de prensa. Me encantaban.
Esto, junto a esos programas de mano que te daban en los cines los porteros o aquellas señoras acomodadoras, que no sé por qué solían ir de negro riguroso, como enlutadas. Creo, si la memoria no me falla, inicié una extraña, a la vez que curiosa (algunos dirían extravagante) colección que dominó mi vida entre mis 7 y 15 años. Esto me marcó, y dio pie a todo lo demás -¡qué no es poco!-, creo yo. Era una colección de anuncios de periódico recortados del día del estreno, que solía ser los lunes. La regla del juego: tenía que ser de uno de esos emblemáticos periódicos de la época, pero de cine de estreno. El reestreno, la reposición, no valía.
Esto, junto a esos programas de mano que te daban en los cines los porteros o aquellas señoras acomodadoras, que no sé por qué solían ir de negro riguroso, como enlutadas. Creo, si la memoria no me falla, inicié una extraña, a la vez que curiosa (algunos dirían extravagante) colección que dominó mi vida entre mis 7 y 15 años. Esto me marcó, y dio pie a todo lo demás -¡qué no es poco!-, creo yo. Era una colección de anuncios de periódico recortados del día del estreno, que solía ser los lunes. La regla del juego: tenía que ser de uno de esos emblemáticos periódicos de la época, pero de cine de estreno. El reestreno, la reposición, no valía.
Cartelera de cine. Diario "La Vanguardia Española". Barcelona. 1 de febrero de 1959
Cartelera de cine. Diario "La Vanguardia Española". Barcelona. 1 de febrero de 1959
"Cines Montecarlo, Niza y Aristos: Martes noche. 10:40. Numerada. Sensacional Estreno. Mercurio Films S. A. Alan Ladd, Clifton Webb, Sofia Loren. "La sirena y el delfín". Director: Jean Negulesco. Cinemascope Color de Luxe ¡Pugnando por un tesoro! ¡Litigando por una mujer! Tres hombres en torno a Sofia Loren, esta belleza moderna... Abierto el despacho de localidades en el Montecarlo"
Anuncio de película de estreno con dibujo de MCP en la prensa barcelonesa
Cines como Coliseum, Lope de Vega, Callao o Palacio de la Música en Madrid; Fémina, Kursaal o Montecarlo de Barcelona; Capitol, Rex o Suizo en Valencia. La colección consistía en una ordenación según su tamaño, recortados previamente y guardados en las viejas carpetas azules con gomas de toda la vida. Los más pequeños en cajas. Eran mis tesoros junto con los programas de mano. Y, ¡qué ignorancia la mía!, los pegaba solo un poquito, en muestrarios de tejidos de modas que tenía mi tía Carmela de las temporadas finalizadas. Ella era modista.
Y de ahí amplié mi colección a los carteles de cine, affiches para los entendidos, esos que pegaban en las fachadas de las calles el "pegaor" con su escalera y engrudo en mano. Cuando le divisaba con su escalera a cuestas desde el mirador de mi tía del primer piso del número 36 de la calle General Goded -ahora Teatro- miraba toda esa ceremonia, ese ritual de pegar carteles de las películas y me daba una envidia impresionante. En ocasiones bajaba y el "pegaor" me contestaba ante semejante y extraña proposición formulada por un niño con pantalón corto cual Antoine Doinel alicantino: "¿Me puede dar un cartel?" Pero la mayoría de ocasiones esto no funcionaba y tenía que dejar marchar al "pegaor", y bajar y tirar si llegaba a la altura del cartel, con el engrudo todavía fresco. Me llevaba detrás tropecientos carteles más. Era entonces cuando entraba en acción mi cómplice, mi tía Carmela. Llenaba la bañera de agua y los poníamos cuidadosamente dentro de ella para que lentamente se fueran desprendiendo ya que llevaban exceso de cola.
Aún conservo "El único evadido" pegado con otros más. Espero que algún día no lejano alguna restauradora inicie la operación después de tantos años...
¡Y los carteles los guardaba! Y mi tía me consentía que los colocara en las paredes del taller de modas, y ese taller vio colgados en sus paredes "Orgullo de raza", que era de la Universal y de tres hojas pintado por Mcp, o el de "Esclavas de Cartago", o "La pescadora del lago", o "Mademoiselle de Paris".
Nunca pude imaginar que algún día esos carteles clavados con humildes alfileres de modista de un piso de la calle General Goded podrían estar expuestos en la sala de La Lonja del Pescado de Alicante. Un sueño increíble. La quimera del oro. Quizás sea la magia del cine.
Pero uno que no era ni mucho menos perfecto antes que lo dijera "dios", o sea Billy Wilder, tenía la manía, la mala manía, por las firmas de los cartelistas de la época así como por el logotipo de la distribuidora de turno, que también recortaba y pegaba en aquellos viejos muestrarios de tejidos de moda de casas barcelonesas como La Innovación o Martí-Martí con las que solía trabajar mi tía Cramela. ¡Qué terrible ignorancia la mía! En el fondo era un crío. Así, sin querer, como ser de otra galaxia -que aún no estaban inventadas por el cine- me gustaba más todo eso que jugar al fútbol del que siempre fui un negado, los jueves por la tarde. Eso de jugar al fútbol me resultaba un auténtico coñazo y un verdadero suplicio. Así comenzó mi pasión por el coleccionismo de cine. Pero la cosa no quedó ahí. Derivó en jugar a "tener cines" de mentirijilla, claro está.
En la carpintería que tenía mi padre -era constructor-, ubicada en el casco antiguo, en la calle Cisneros, donde luego habría dos minicines de verdad que han sido casi 25 años de mi vida, me hacía unas carteleras de madera donde yo colocaba mis carteles de películas de estreno y de próximo estreno recortadas de los diferentes anuncios de los periódicos. Primero tuve el cine Rex, pero no llegué a conformarme con un solo cine, y creé el Coliesum. E iba cambiando de pelis con sus respectivos carteles de "hoy estreno" y "estreno sucesivo". La condición del juego es que no tenían que haber sido estrenadas en los cines de Alicante todavía. Y es que la cosa tenía su miga. Más tarde mi padre me diseñó un gran cartelera de madera con patas, maravillosa, como las que veía de verdad en los cines de verano alicantinos y una pizarra que todavía conservo y que constituye uno de los objetos más queridos. Y pintaba en ella con tizas de colores los carteles de las pelis. Esa pizarra anduvo errante por muchos lugares queridos para mí, dependiendo de la época, pero siempre con los dibujos de los carteles de cine dibujados con tiza. De casa de mi tías Carmela al chalet María Luisa de mis padres en Vistahermosa. Luego volvió ala calle General Goded número 5, al piso de mis abuelos paternos que era como mi refugio para luego viajar a un ático del casco antiguo donde había dos minicines enfrente del Benacantil. Después de tanto deambular, reposa tranquila, serena, como nueva, testigo mudo de una época en un pequeño chalet rodeada de mis gatos que tienen nombres de películas. La pizarra está vacía, es negra, está limpia y sin ninguna película dibujada a tiza. La película de la pizarra es ya otra historia. Y está colocada muy cerca de dos fotos de Luchino Visconti y Luis Cuadrado que estaban en el vestíbulo de la sala 2 de los Astoria. No más allá hay un poster de una Marilyn Monroe en "Bus Stop" y, codo con codo del típico poster del "Che" Guevara.
Recuerdo aquella gran cartelera de madera que hizo mi padre y que los veranos colocaba en pleno jardín entre el jacarandá y una mimosa del chalet María Luisa de Vistahermosa donde también pintaba los estrenos con tiza. Eran efímeros, grandes como aquel que dibujé de "Noche de verano" de Jorge Grau. O uno chulísimo que hizo mi padre, al que se le daba muy bien el dibujo, de "Tierra de violencia" con Robert Ryan y Virginia Mayo. ¡Lo qué daría ahora por tener aquel dibujo a tiza en esa gran cartelera de madera con dos patas realizado por mi padre!
"Ladri di biciclette" (1948). Vittorio de Sica
Lamberto Maggiorani (Antonio Ricci) pegando un cartel de cine de la película "Gilda" (1946). Charles Vidor. Rita Hayworth es la estrella que brilla en el affiche. Roma -y Alicante- se llenaban de "estrellas" en una época de escasez y dolor
La tía Carmela de Paco Huesca
Foto cedida por el autor
"The One That Got Away" (1957). Roy Ward Baker
Cartel español de "El único evadido"
¡Y los carteles los guardaba! Y mi tía me consentía que los colocara en las paredes del taller de modas, y ese taller vio colgados en sus paredes "Orgullo de raza", que era de la Universal y de tres hojas pintado por Mcp, o el de "Esclavas de Cartago", o "La pescadora del lago", o "Mademoiselle de Paris".
"Die Fischerin von Bodensee" (1956). Harald Reinl
Cartel español de la película alemana "La pescadora del lago"
Catálogo de la distribuidora cinematográfica española "Mercurio Films" de la temporada 1955-1956
Pero uno que no era ni mucho menos perfecto antes que lo dijera "dios", o sea Billy Wilder, tenía la manía, la mala manía, por las firmas de los cartelistas de la época así como por el logotipo de la distribuidora de turno, que también recortaba y pegaba en aquellos viejos muestrarios de tejidos de moda de casas barcelonesas como La Innovación o Martí-Martí con las que solía trabajar mi tía Cramela. ¡Qué terrible ignorancia la mía! En el fondo era un crío. Así, sin querer, como ser de otra galaxia -que aún no estaban inventadas por el cine- me gustaba más todo eso que jugar al fútbol del que siempre fui un negado, los jueves por la tarde. Eso de jugar al fútbol me resultaba un auténtico coñazo y un verdadero suplicio. Así comenzó mi pasión por el coleccionismo de cine. Pero la cosa no quedó ahí. Derivó en jugar a "tener cines" de mentirijilla, claro está.
Paco Huesca García (niño) en brazos de su padre, Paco. Semana Santa. Alicante
Foto cedida por el autor
En la carpintería que tenía mi padre -era constructor-, ubicada en el casco antiguo, en la calle Cisneros, donde luego habría dos minicines de verdad que han sido casi 25 años de mi vida, me hacía unas carteleras de madera donde yo colocaba mis carteles de películas de estreno y de próximo estreno recortadas de los diferentes anuncios de los periódicos. Primero tuve el cine Rex, pero no llegué a conformarme con un solo cine, y creé el Coliesum. E iba cambiando de pelis con sus respectivos carteles de "hoy estreno" y "estreno sucesivo". La condición del juego es que no tenían que haber sido estrenadas en los cines de Alicante todavía. Y es que la cosa tenía su miga. Más tarde mi padre me diseñó un gran cartelera de madera con patas, maravillosa, como las que veía de verdad en los cines de verano alicantinos y una pizarra que todavía conservo y que constituye uno de los objetos más queridos. Y pintaba en ella con tizas de colores los carteles de las pelis. Esa pizarra anduvo errante por muchos lugares queridos para mí, dependiendo de la época, pero siempre con los dibujos de los carteles de cine dibujados con tiza. De casa de mi tías Carmela al chalet María Luisa de mis padres en Vistahermosa. Luego volvió ala calle General Goded número 5, al piso de mis abuelos paternos que era como mi refugio para luego viajar a un ático del casco antiguo donde había dos minicines enfrente del Benacantil. Después de tanto deambular, reposa tranquila, serena, como nueva, testigo mudo de una época en un pequeño chalet rodeada de mis gatos que tienen nombres de películas. La pizarra está vacía, es negra, está limpia y sin ninguna película dibujada a tiza. La película de la pizarra es ya otra historia. Y está colocada muy cerca de dos fotos de Luchino Visconti y Luis Cuadrado que estaban en el vestíbulo de la sala 2 de los Astoria. No más allá hay un poster de una Marilyn Monroe en "Bus Stop" y, codo con codo del típico poster del "Che" Guevara.
Paco Huesca García con la fotografía de su admirado Luchino Visconti, en los cines Astoria de Alicante, una de cuyas salas (la 2) llevaba el nombre del director italiano
Foto cedida por el autor
Minicines "Astoria". Sala 2. Alicante
Los cines de Paco Huesca
"The Proud Ones" (1956). Robert D. Webb
Cartel español de "Tierra de Violencia" pintado por Jano
(Continuará...)
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