domingo, 17 de marzo de 2024

Individuo & Totalidad (XIV). Placer y Serenidad. Francisco Huertas Hernández

Individuo & Totalidad (XIV)
Placer y Serenidad
Francisco Huertas Hernández

Puerto Deportivo. Alicante
Vista desde Panoramis
4 de marzo de 2024
Fotografía: Francisco Huertas Hernández


 El individuo es primero deseo... El cuerpo es el portador del deseo: el bebé llora -reclama alimento, comodidad, sueño, atención-, agita brazos y piernas -pide ser levantado, abrazado, alimentado-, gesticula su rostro, succiona, mira compulsivamente, emite sonidos inarticulados (gorjeos, gorgoteos, balbuceos)

 El cuerpo necesita y el deseo solicita, no: exige. El deseo no pide permiso. El Lustprinzip (Principio del Placer), que Sigmund Freud consideró la base del placer (Lust), busca el placer como reducción de tensión o malestar, y, por ello, una gratificación inmediata, al ser totalmente inconsciente. Está ligado a las pulsiones (Triebe) instintivas (hambre, sed, deseo sexual), y es pre-racional e irracional, porque carece de la sujeción al Principio de Realidad (Realitätsprinzip), que impone las restricciones del mundo exterior y difiere la gratificación.

 Todo deseo busca placer inmediato. El deseo es búsqueda de placer. Si en el α (alpha) del existir late el deseo de placer, en la madurez se asienta la "serenidad", la "ἀταραξία" (ataraxia) de los estoicos, un estado de tranquilidad del espíritu, en el que la ausencia de perturbación interior no es afectada por ningún suceso externo. Algunos han entendido la ataraxia como un nirvana budista. El nirvana (निर्वाण) se alcanza con la liberación del sufrimiento y el ciclo de renacimientos (samsara, संसार), y para ello los deseos se extinguen, se desvanece el apego al yo. La naturaleza actúa de Maestra en ambas concepciones, aunque en la griega, la ataraxia implica un mayor control de la racionalidad, mientras que en la concepción dhármica del nirvana, la razón es también una apariencia.

 El dualismo occidental de raíz griega, judeocristiana y científica, opone siempre instinto y razón, naturaleza y sociedad, pecado y salvación, ignorancia y saber. El placer instintivo y natural fue convertido por el judeocristianismo en pecado. La naturaleza misma fue enjuiciada y condenada moralmente. Friedrich Nietzsche, en "Götzen-Dämmerung" (Crepúsculo de los ídolos) (1889), lo formuló de manera radical como la enemistad de la moral y la religión contra la vida, o en una forma filosófica-científica, la oposición de placer (agitación y desorden del instinto) y racionalidad (serenidad y orden de la razón):

"Die widernatürliche Moral, das heißt fast jede Moral, die bisher gelehrt, verehrt und gepredigt worden ist, wendet sich umgekehrt gerade gegen die Instinkte des Lebens – sie ist eine bald heimliche, bald laute und freche Verurteilung dieser Instinkte. Indem sie sagt »Gott sieht das Herz an«, sagt sie nein zu den untersten und obersten Begehrungen des Lebens und nimmt Gott als Feind des Lebens... Der Heilige, an dem Gott sein Wohlgefallen hat, ist der ideale Kastrat... Das Leben ist zu Ende, wo das »Reich Gottes« anfängt..."

(La moral que va en contra de la naturaleza, esto es, casi toda la moral que se ha enseñado, respetado y predicado hasta hoy, va precisamente en contra de los instintos, a los que condena, unas veces de una forma solapada y otras de un modo ruidoso y descarado. Cuando asegura que «Dios ve lo que hay en nuestro corazón», la moral está negando los deseos más bajos y más elevados de la vida y está considerando a Dios como enemigo de la vida... El santo en el que Dios tiene puesta su complacencia es el castrado ideal. La vida termina donde empieza el «reino de Dios»)

 Sin embargo, desde una perspectiva biológica, que Nietzsche acataba, el placer vacía a los humanos, porque el placer resulta de la producción de dopamina en el cerebro, pero la felicidad (serenidad) depende de la serotonina. El neuroendocrinólogo Dr. Robert Lustig (1957) establece sus siete diferencias: 1) el placer es pasajero; la felicidad es permanente; 2) el placer es visceral; la felicidad etérea; 3) el placer es tomar; la felicidad es dar; 4) el placer se puede conseguir con substancias; la felicidad, no necesita; 5) el placer se experimenta solo; la felicidad en grupos sociales; 6) el placer extremo lleva a adicciones; la felicidad no; 7) el placer es dopamina; la felicidad serotonina. La serotonina es un inhibidor en la transmisión neuronal, frente a la dopamina que produce actividad sináptica continua y desgaste neuronal. El Dr. Lustig afirma que la serotonina contribuye a un estado de alegría, de calma (serenidad), "un sentimiento de ser uno con el mundo". Hay algo que suprime la serotonina: la dopamina. "Así que cuanto más placer busques, más infeliz serás". La reflexión crítica del Dr. Lustig añade: "Las Vegas, Madison Avenue, Wall Street, Silicon Valley y Washington D.C. han coordinado y confundido el término felicidad con el término placer. De modo que puedas "comprar" felicidad, para que "ellos" puedan venderte su basura. Ésa es la economía americana, y está basada en substancias hedonistas, que impulsan el placer en lugar de la felicidad. Y en el proceso nos hemos vuelto más infelices".

 Es probable que el Dr. Robert Lustig, famoso por su campaña contra la obesidad en EEUU producida por la "comida basura", que, por cierto, genera mucho "placer", esté movido por creencias religiosas, morales, ideológicas, y que, por muy científico que sea, no pueda desprenderse de la subjetividad que también la ciencia presenta. Lo cierto es que la identificación del "placer", la "felicidad", el "consumo" y el "entretenimiento", convertidos en "triunfo social" y "personal", han volteado la naturaleza edénica del placer y lo han transformado en un "mercado de oferta y demanda" donde hábiles "vendedores de basura" gratifican nuestras ya no tan inocentes necesidades. Ya no somos bebés llorando por el pecho materno, sino orondos clientes de Kellogg's, McDonald's, Pornhub, Smith & Wesson, iPhone, productores de dopamina, estimulando el hambre, la lascivia, la agresión y el lujo tecnológico.

 Y la economía capitalista, que convierte todo en mercancía, también ha creado la "industria de la serenidad", con la psicología positiva, la autoayuda, el Mindfulness, las Terapias de Aceptación y Compromiso (ACT) y la neo-espiritualidad orientalizante. Un gigantesco negocio que cumple varios objetivos: a) generar beneficio a oportunistas "psicopredicadores" como Tony Robbins, Rhonda Byrne, Napoleon Hill, Louise Hay o Dale Carnegie; b) legitimar el "orden" social, político y económico capitalista, centrando la responsabilidad única del malestar en el individuo, y su "curación" en su poder personal. La pobreza y la desigualdad pasan a ser "responsabilidad personal"; c) desactivar la capacidad racional del individuo, aislándolo en "burbujas hedonistas" de "autosuperación personal".

 Ya no existen el placer dopamínico y la serenidad serotonínica puras, que, maniqueamente, contrapone el Dr. Lustig. Ambas son oportunidades de negocio. Pero el filósofo-poeta, el único, que, intempestivamente, se siente profeta de un mundo arcano, divino, mítico y presocrático, nos revela, os revelo:


 En el amanecer de nuestras vidas somos deseo (conatus, dijo Baruch Spinoza al referirse al cuerpo; voluntas, al deseo psíquico). Somos ese "conatus sese conservandi" (esfuerzo por autoconservarnos). Pero, ¿por qué la vida se aferra al tiempo?. Que eso y no otra cosa es el conatus. Querer estar en el tiempo, durar. 
 En el mediodía de nuestro existir somos voluntad racional, nuestro querer se gobierna por el juicio y la argumentación, es decir, por la razón.
 Mas en el crepúsculo de nuestros días, en el ocaso de nuestra energía, mientras las potencias del intelecto merman (percepción, memoria, razón) nuestro deseo oscila entre la infancia (chispa) y el nirvana (apagamiento)

Francisco Huertas Hernández
Domingo, 17 de marzo de 2024

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que quitarse el sombrero ante el Maestro. Una lección de crítica social

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Gracias lector o lectora

Anónimo dijo...

Magistral

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Gracias, pero no es para tanto. Son ideas que llevo tiempo rumiando, desde un planteamiento de crítica social. La "industria de la serenidad" me parece, sí, una feliz expresión

Anónimo dijo...

Magnífico y clarificador. A mí, que llevo buscando años vivir en la ataraxia sin por ello dejar de interesarme por la vida, me alegra profundamente saber que, posiblemente, ahí coincidamos.

Emilio Porta dijo...

Como puse el comentario desde el móvil, sale como anónimo, pero el anterior comentario es mío. Desde mi ordenador, más cerca ya de la ataraxia, confirmo mis palabras. Gracias por ayudar a que mejoremos nuestro conocimiento y a que aprendamos algo más, siempre, con tus reflexiones y escritos.

Francisco dijo...

Emilio, muchas gracias. Encontrar a un lector tan fiel como tú ha sido un milagro. Tu apoyo me impulsa

Francisco dijo...

Gracias amigos