domingo, 31 de marzo de 2024

Individuo & Totalidad (XVII) Lo "indecible" y lo "socialmente aceptable". Francisco Huertas Hernández

Individuo & Totalidad (XVII)
Lo "indecible" y lo "socialmente aceptable"
Francisco Huertas Hernández

Alguien. Selfie (antes: autorretrato)
Alicante. 13 diciembre 2021
Fotografía: Francisco Huertas Hernández


 Las palabras son herramientas para "cortar" la realidad. Psicoanalíticamente, la realidad "sumergida", el fondo marino y salobre de los deseos, es "indecible". Para Sigmund Freud, "eso" (ello) (das Es) "indecible" es el deseo reprimido, y quien "reprime" es la "lengua", la que aprendimos en la infancia, para no "decir" más que nuestras necesidades "ajustadas" a lo que los demás "esperan". La lengua natural o materna, ni es natural ni materna, es un código de prohibiciones"Niño / deja ya de joder con la pelota / Niño / que eso no se dice, que eso no se hace / que eso no se toca / Y cargan con nuestros dioses y nuestro idioma" ("Esos locos bajitos". Joan Manuel Serrat. 1981)


 Lo "in-decible" (Unaussprechliches), en psicoanálisis, vincula origen, biología, animalidad, necesidad, instinto e infancia. Las "fantasías infantiles inconscientes" (unbewussten Kindheitsphantasien) luchan por cumplirse en los adultos en "secreto", bajo la sombra de lo "prohibido", social y moralmente: "omnipotencia", "castración", "separación y abandono". Dado que la libido es la energía de los deseos, y ésta es fundamentalmente sexual, las fantasías de los adultos son sexuales: dominio y sumisión, tabú y transgresión, intercambio de roles, seducción, encuentros prohibidos o peligrosos...

 La disolución de los límites entre lo prohibido y lo aceptable, o entre el Ello (das Es) y el Yo (das Ich) (tutelado por el SuperYo (das Über-Ich)) en las modernas sociedades postcapitalistas globalistas, en las que la ideología de género afirma que no hay identidad sexual predeterminada sino construida socialmente -en la creencia de que la libertad humana anula todo designio biológicoen teoría debería llevar lo "in-decible" a su desaparición, y no, ha ocurrido lo contrario: la ideología "woke" de lo "políticamente correcto", de la "cancelación", en su defensa de los derechos de las minorías ha impuesto un código severo de restricciones lingüísticas, aumentando lo "indecible" de forma insospechada, como "censura" y "autocensura".


 Si pasamos de FreudLudwig Wittgenstein, éste sugirió lo místico ético, estético y religioso como lo "no-decible" (Unsagbares) en el "Tractatus Logico-Philosophicus" (1921), lo "no-expresable" (Unausprechliches). La fantasía de inmortalidad y de omnipotencia del psicoanálisis se funden con la experiencia de lo "Otro", la "trascendencia" y "fusión" con la divinidad, la experiencia de un "Bien" ontológico que se sitúa por encima de costumbres y deseos particulares. Pero todo ello no puede ser expresado en palabras, es "inefable".


 La gente adulta no puede ser ingenua, arrogante, lasciva, codiciosa, envidiosa, cruel, vengativa, melancólica, insegura, o, al menos, no debe expresarlo con palabras. Los psicólogos positivos, pedagogos, políticos y periodistas nos lo recuerdan. Es signo de inmadurez, infantilismo o perturbación mental el expresar deseos primarios. Y la sociedad canaliza medios semi clandestinos para poder realizar estas fantasías: desde la prostitución a los casinos, bandas callejeras adolescentes, desahogo de la agresividad en el deporte, discotecasboliches, juegos de rol, alistarse en el ejército, consumo de drogas y alcohol, la proliferación de sectas religiosas y un hedonismo solitario, onanista y tecnológico que destapa "perversiones" de "personas respetables" en la soledad de su cuarto. A lo que se añade el papel de los medios de incomunicación alentado el deseo de consumo, el odio al deshumanizar al oponente liberando la pulsión agresiva, o la lascivia de la publicidad que sexualiza todo lo que toca.

 
 El improbable equilibrio entre lo que se desea (principio del placer) y lo que se puede hacer (principio de realidad) va oscilando entre los dos polos. A veces nos dejan manifestar los deseos; otras, nos prohíben mostrarlos 


Francisco Huertas Hernández
Domingo, 31 de marzo de 2024


11 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran post

Francisco dijo...

Gracias

Anónimo dijo...

Pues Donald Trump expresa sus bajos instintos sin ningún tipo de cortapisa.

Francisco dijo...

Pero esto no será una refutación de mi exposición?

Laura Antonino dijo...


Estoy de acuerdo en lo que dices, Francisco. Sólo quiero dejar una salvedad, con la que estoy tambien de acuerdo. A veces es más que preciso poner límites con la palabra y con hechos (el ejemplo). Los límites a través de las palabras pueden ser variados; desde duros, durísimos, pasando por ser tenues y llegar hasta la manera bonita, amable, dulce de decirlo.

No hay duda de que no soy la única que también acepta esta salvedad que te menciono:

"Ojalá que podamos decir todo lo que tenemos que decir y lo más bellamente posible".
Alejandra Pizarnik - Poeta argentina

Francisco dijo...

Gracias Laura. Estoy de acuerdo. El humano pone limites con palabras para protegerse y estabilizarse

Anónimo dijo...

Buenas noches Francisco,

felicidades por el texto. Como siempre, claridad cartesiana en la exposición. Especialmente interesante, más allá de los dispositivos freudianos o del psicoanálisis, el problema actual de la censura y de la autocensura, vinculado a determinadas ideologías de lo políticamente correcto. Al respecto, ¿cuál puede ser la proyección hacia el futuro de esas ideologías, mientras detenten el poder? ¿Y cuál la de las ideologías contrarias? ¿Cuál será la relación de esas políticas con la Verdad, la Bondad o la Belleza?

Y cómo es curioso comprobar que los extremos de la polarización, a menudo, acaban convergiendo. Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer los que gustamos de pensar libremente? ¿Cómo resistir?

Un abrazo,

M. Amorós

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Gracias Miquel. La claridad cartesiana y la concisión son mis objetivos

Emilio Porta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Emilio Porta dijo...

Emilio Porta dijo...
Los límites del lenguaje aon, por una parte culturales, y por otra, sociológicos. Evidentemente hay unos previos biológicos. La mezcla de los tres elementos hace que el discurso sea integrativo o disruptivo, según los estandares aceptados por cada sociedad. No solo la palabra, también el gesto. Porque el gesto expresa pensamientos y conductas. La palabra, en el discurso pùblico (también en el privado) va acompañada por el gesto, salvo en el lenguaje escrito. Hay una correlación entre ambos elementos en el lenguaje hablado. Yendo a la generalidad, no a casos particulares de limitaciones físicas, los límites más determinantes son, para mí, los culturales que se entrelazan con los sociales. Los deseos no pueden, precisamente por esos límites, ser siempre expresados. Sobre todo cuando no solo afectan a la esfera personal del pensamiento sino también al objeto del deseo, a la persona que conforma el deseo o al objetivo de ese deseo. De ahí que haya normas sociales que se basan en normas de convivencia y en principios morales. Pero esto cambia a lo largo de la Historia porque la evolución de los principios morales tiene siempre una base cultural-sociológica. Bueno, leerte siempre da para un debate pero, sobre todo, para una extensión y profundización del pensamiento.

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Hola Emilio, claro, estoy de acuerdo con lo que dices. Freud sigue siendo, siguiendo bastante al Platón del "Banquete" o "Fedro", el guía de la relación entre naturaleza y cultura, deseo y normas, instinto y lenguaje, placer y deber. El segundo término de estos pares es siempre social, es decir, cultural. Ahí está la oposición (o dialéctica de interacción) primigenia: no somos sólo animales, pero somos también animales. Un abrazo, amigo Emilio