Individuo & Totalidad (II). Pertenencia, Sentido y Dios
Mini Reflexión Filosófica
Francisco Huertas Hernández
Puesta de sol
Autopista AP 7
2022
Fotografía de Francisco Huertas Hernández
El individuo o persona (individuo único, irrepetible, racional, con identidad, voluntad e intencionalidad, libertad, dignidad y derechos) conoce -o aspira a conocer- las cosas y los hechos del mundo en el que vive, pero también quiere y siente. El conocimiento tiene un extraño destino: aísla. Toda la filosofía moderna surge en la soledad de la "meditación" ("Meditationes de Prima Philosophia", de René Descartes. 1641), cuyo origen religioso la retrotrae a las celdas monacales en la Edad Media. Asociamos el trabajo creativo del pensador, el científico y el artista con la "soledad" creadora, la concentración, la inspiración, el "ensimismamiento" que detalló José Ortega y Gasset (1883-1955). Por otro lado, la voluntad es expansiva. Su "intencionalidad" la "abre" al mundo, a los "otros", como "objetos de amor"... o de odio. Como la voluntad se manifiesta en las "acciones", y, éstas, recaen sobre los "otros", podemos decir que la voluntad (Wille) -tal como sostienen Arthur Schopenhauer (1788-1860) y Friedrich Nietzsche (1844-1900)- es una "fuerza" expansiva que nos lleva más allá de nosotros mismos, de nuestro "ensimismamiento" como conciencias autorreflexivas. La voluntad sería esa "alteración" que Ortega y Gasset opone al "ensimismamiento".
El entendimiento (Verstand) -o, más bien, la "razón" (Vernunft)- aspira a comprender la "totalidad", y ésta, va "más allá" de los "fenómenos" de la experiencia (sensible). Immanuel Kant (1724-1804) vinculó la "totalidad" a la experiencia de la "libertad" como "voluntad moral autolegisladora". La razón en su "uso práctico". Pero eso no es la razón, por mucho que Kant lo quisiera. Nuestra capacidad de conocer es "limitante" y "limitada", no solamente por la sujeción a coordenadas espacio-temporales, sino por la finitud del cerebro humano en su duración y en su poder de síntesis. De ahí, la razón como cárcel, a pesar de Sócrates y Platón, que la "divinizaban". Es la voluntad, las "alas", y la "razón", las "cadenas" del afán humano.
La voluntad busca la "pertenencia" a la "totalidad". Primero, la voluntad aparece como "deseo" o "impulso" instintivo, que une a hijo y madre. El individuo busca la "trascendencia", primero con la voluntad, antes que con el entendimiento o razón. El "salir fuera" para "reintegrarse" al "todo". El amor es la forma suprema de la voluntad, pues recorre caminos infinitos. El odio es más corto en su trayecto. Necesitamos pertenecer a otro ser, a otro ámbito (pareja, familia, comunidad, nación, religión), que nos "acoja" en el "sentir" "compartido". "Pertenecer" es "sentirse unido".
Y es el "pertenecer a...", ese anhelo incesante de la voluntad, lo que se asocia a encontrar el "sentido". El "sentido" o "significado" de nuestra vida no está en nosotros mismos, ni en el conjunto de cosas o acontecimientos que vivimos. Ludwig Wittgenstein (1889-1951), en el "Tractatus Logico-Philosophicus". Satz 6.44 (1921) sentenció: "Lo místico no es cómo sea el mundo, sino que el mundo sea" (Nicht wie die Welt ist, ist das Mystische, sondern dass sie ist). "Buscar" (querer) que el mundo tenga "sentido", o sea, nuestra vida, es asunto de la voluntad, no de la razón. Luis Villoro (1922-2014) lo resume así: "tener sentido es ser un elemento integrado en una totalidad de modo que adquiere valor en ella" ("El concepto de Dios y la pregunta por el sentido")
Llamar "Dios" (totalidad) al "sentido" es la "opción" de la voluntad en su intento de "trascenderse" absolutamente. Si Dios existe o no, esa no es la cuestión...
Francisco Huertas Hernández
Domingo, 21 de enero de 2024
2 comentarios:
Buenísima reflexión
Gracias
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