domingo, 5 de mayo de 2024

Individuo & Totalidad (XXV). Privacidad y Vigilancia. Francisco Huertas Hernández

Individuo & Totalidad (XXV)
Privacidad y Vigilancia
Francisco Huertas Hernández

Nitspy. Defensa i Contraespionatge
Barcelona
Any 2000
Fotografía de Francisco Huertas Hernández


 El mundo del siglo XXI es un sistema de vigilancia omniabarcante gracias a la tecnología. Las cámaras de seguridad, el reconocimiento facial, el seguimiento digital y el análisis de datos (Big Data), unido a la extracción de valiosa información de nuestros gustos, creencias e ideas cuando usamos internet, configuran un sistema jerárquico de control por parte de empresas, instituciones y gobiernos, en el que cuanto más íntimamente nos resguardamos en nuestro espacio privado, más información nuestra cedemos a estas invisibles redes.

 Para que un consumidor se crea ciudadano quienes ejercen el poder sobre él han de hacerle sentir miedo, crear inseguridad en su limitado horizonte vital. Desde los virus informáticos -creados por las propias empresas para vender sus productos- hasta los ataques terroristas, las pandemias, el cambio climático, la invasión alienígena o el terror nuclear, todo el sistema de control se fortalece cuando los propios vigilados piden más seguridad.

 El narcisismo hedonista y exhibicionista de los consumidores en las redes sociales les lleva a mostrar en imágenes y datos todas sus intimidades sin que, aparentemente, nadie se lo pida. Amores, viajes, enfermedades, mascotas, bebés, nietos, comidas y desahogos políticos y vecinales circulan entre desconocidos que pulsan likes y dejan comentarios desde el otro lado del océano. El exponerse de tal modo en internet facilita el trabajo de control a corporaciones y gobiernos. Una extendida creencia dice que los mormones almacenan un "registro de almas" con todos los habitantes de la tierra en Salt Lake City, llamado FamilySearch, una base de datos gigantesca de árboles genealógicos. Con muy alta probabilidad, el estado de nuestra salud, nuestra esperanza de vida, futuro laboral o familiar, es mejor conocido en esas bases de datos de Silicon Valley, o Arlington y Langley, en Virginia, que en el fichero de nuestro médico de familia.

 El "mito" de la libertad individual es la creencia que hace que el vigilado se regocije de sus cadenas. La renuncia a la libertad es otra forma más sutil de la libertad burguesa. Todo empieza con la formación de la conciencia, a partir de la ideología trasmitida por la familia, la TV, la escuela y la publicidad. Se deslizan valores como si fueran leyes naturales e inexorables, aunque con la connotación moral de ser los buenos, frente a otras oscuras regiones del planeta y la sociedad que no los aceptan. El Libre mercado y el emprendimiento que hace creer que la libertad en los negocios es la base de toda libertad individual, y que cualquier persona puede hacerse rica. La libertad del consumidor es otro dogma: cuantos más productos en venta, más libertad y más felicidad. Es el poder de elección del consumidor otro de los fundamentos de la libertad capitalista. La publicidad modela (condiciona) esa necesidad de comprar, de tirar, y volver a comprar. Y en tercer lugar, como envoltorio ético, se hace creer al consumidor que es ciudadano, y se le vende una libertad política y unos derechos individuales, como la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de religión y la libertad de asociación, que son ideales pero chocan con los intereses de empresas y estados. La persecución de la libertad de expresión, por ejemplo, ahora se enmascara en combatir la "desinformación", que coincide con quienes critican a esos estados y sus dueños, los fondos de inversión y multinacionales. Un cuarto pilar de esa creencia en la libertad del progreso es el acceso ilimitado al ocio -placer-, incluso por vías ilegales (drogas, prostitución). 

 Para conservar todo eso -libertad de mercado, libertad de consumo, derechos individuales, libertad de ocio- hemos de debilitar nuestra capacidad de resistencia: el pensamiento racional que sospecha y se rebela, analiza y critica. Si nos venden libertad y placer, han de administrarnos también seguridad y salud, y éstos requieren limitación de libertad y placer. El miedo, la angustia, el estrés aumentan en una sociedad de consumo desmedido gracias a la fuga sin fin de la voluntad, que carece de horizonte racional. Los medios de comunicación generan campañas de aterrorización del consumidor -que se cree ciudadano-: es la "doctrina del shock" (Naomi Klein). La existencia de males que acechan nuestro confort relativo y que nos piden sacrificar derechos, libertades, dignidad, y, lo peor, racionalidad y fraternidad. El maniqueísmo más burdo que divide el mundo en "eje del bien" y "eje del mal", civilización y barbarie, democracia y autoritarismo, jardín y selva, y que los antaño denominados "intelectuales" legitiman, genera un consumidor escindido: su día a día sigue igual, consumiendo y divirtiéndose, trabajando con sueldos y condiciones cada vez más precarias, pero con la paranoia y la angustia de las grandes "plagas" anunciadas por gobiernos y sus periodistas comprados disminuyendo nuestra razón y potenciando nuestra voluntad irracional de obediencia.

Francisco Huertas Hernández
5 de mayo de 2024

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que nos vigilan y que nos dejamos vigilar. El exhibicionismo y el voyeurismo son lo que prima. Verdad?

Francisco dijo...

Gracias lectora o lector. Es cierto. Y muy bien expresado