sábado, 11 de mayo de 2024

Individuo & Totalidad (XXVI). Problemas filosóficos sin solución & soluciones sin filosofía. Francisco Huertas Hernández

Individuo & Totalidad (XXVI)
Problemas filosóficos sin solución & soluciones sin filosofía
Francisco Huertas Hernández


Esculturas de hierro: reencuentro tras un viaje
Alicante
Mayo 2024
Fotografía: Francisco Huertas Hernández


 La vida inteligente enfrenta desafíos que los humanos llamamos problemas. Desde la infancia escolar asociamos mentalmente problema y algoritmo por la creencia en que cualquier problema debe tener una solución fija. Sin embargo, los problemas que afectan a la vida no presentan aspecto matemático, ni hay una fórmula para resolverlos. En el mundo animal no racional, el instinto y el aprendizaje, que requiere una cierta inteligencia práctica, permiten esa adaptación. Mas en el precario mundo instintivo humano la solución de problemas adquiere una importancia dramática: somos conscientes de la imposibilidad de resolverlos, o, incluso, plantearlos. La evolución de la sociedad tecnológica ofrece una amplia gama de respuestas a problemas que no han sido planteados. Comprar, apostar o votar son actos (¿soluciones?) a preguntas que no se han formulado. 

 La filosofía como arsenal (buena metáfora militar: lugar donde se almacenan armas) conceptual, como ciencia de los conceptos, tiene naturaleza verdaderamente filosófica cuando esos conceptos han sido obtenidos a partir de interrogaciones exhaustivas, en el debate, la meditación o la polémica. La metáfora del concepto como arma no es baladí. Un concepto es una definición que permite "disparar" sobre la realidad, venciéndola en su oscura irracionalidad. 

  Pero, ¿qué es un problema filosófico? Un problema filosófico es una pregunta acerca de la realidad o el conocimiento. Es una pregunta abierta que da lugar a diferentes respuestas en función de variables axiológicas, metodológicas, psicológicas, sociológicas, históricas... 

 Desde Sócrates la pregunta es más importante que la respuesta, pues ella delimita el campo que se va a tratar. La pregunta básica es la definición: "¿qué es X?". En los Diálogos Socráticos de Platón las preguntas ("¿qué es la belleza?" en "Hipias Mayor", o "¿qué es la piedad?" en "Eutrifrón") quedan sin definir con claridad y distinción, porque son diálogos aporéticos que conducen a aporías o contradicciones en los interlocutores. Sócrates era astuto y mediante sus preguntas elevaba la abstracción de la definición entre los ejemplos que sus contertulios mostraban. Mostrar ejemplos o casos concretos no es definir, pues definir exige separar lo individual para alzarse a lo universal. 

 Si la filosofía comienza con el preguntar, no puede acabar en un juego dialéctico de aporías o ingenio. La dificultad -generalidad, abstracción- de los problemas deja sin resolver la mayor parte de las cuestiones éticas y metafísicas.

 La lista de problemas filosóficos sin resolver es también un compendio de conceptos metafísicos. Los planteamientos polares o dualistas se han impuesto en nuestra problematización de la realidad y el conocimiento:

 El Problema de la Mente y el Cuerpo: ¿Cómo se relacionan la mente y el cuerpo? ¿Son dos entidades distintas o una sola?

El Problema del Libre Albedrío: ¿Somos realmente libres para elegir nuestras acciones o estamos determinados por causas anteriores?

El Problema de la Existencia de Dios: ¿Existe Dios? Y en caso afirmativo, ¿cómo podemos conocer su existencia?

El Problema de la Verdad: ¿Qué es la verdad y cómo podemos estar seguros de que algo es verdadero?

El Problema de la Realidad: ¿Qué es la realidad? ¿Es todo lo que percibimos real o hay alguna realidad más profunda?

El Problema del Mal: ¿Cómo podemos reconciliar la existencia del mal en el mundo con la idea de un Dios omnipotente, omnisciente y benevolente?

 Kant intentó disolver estas dualidades problemáticas de la razón en su "Crítica de la Razón Pura". Aceptó la validez de las preguntas, pero no la manera en que la razón respondía. Todo uso de la razón (Vernunft) especulativa más allá de los límites de la experiencia posible, conduce a antinomias o contradicciones aparentes. La existencia de la libertad, del alma, de la infinitud del universo o de Dios exceden los límites de la experiencia posible de la mente humana. Son problemas que requieren de la ética, ese espacio de la libertad y la inmortalidad, vividos como realidades que nos sustentan en nuestra capacidad de obrar moralmente. Kant se vio impulsado a postular la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la libertad moral como presupuestos de la moralidad y la vida ética. No los podemos conocer, pero los admitimos como supuestos nouménicos que fundamentan racionalmente el edificio del deber moral. 

 Estos problemas filosóficos sin solución, o antinomias de la razón pura, han ido quedando desarmados en la ciencia materialista. La creencia en el libre albedrío -supuesto sin el que la Ética, el Derecho o la Democracia dejarían de tener sentido- va siendo cada vez más rechazada por la Neurociencia. Robert Sapolsky, neurocientífico de Stanford y gurú en el estudio del comportamiento humano, en un reciente libro -"Determined: A Science of Life Without Free Will", 2023- defiende que la libertad sólo es una ficción inútil. No sólo la libertad (Free Will, voluntad libre) desaparece, también la creencia en Dios, lo cual es contradictorio. Durante siglos la filosofía del librepensamiento sostuvo la incompatibilidad de un Dios omnisciente y el libre albedrío humano. La genética, el determinismo biológico, van restando espacio a la libertad humana, que es indisociable de la razón. Aunque Kant solamente legitimó un uso práctico de la razón (praktischen Vernunft) vinculado al reconocimiento de una ley moral universal formal (der kategorische Imperativ), lo cierto es que la razón, o facultad de establecer argumentos y llegar a ideas, es el modo de vida social del ser humano. Social, porque la legalidad racional es el sustento de toda norma, incluso, más allá de la existencia individual, que bien puede ser más determinada por impulsos y afectos que por la lógica y la argumentación. En todo caso, cuando hemos de dar cuenta de nuestros actos o pensamientos hemos de emplear el lenguaje intercomunicable del λóγος si queremos ser entendidos y entender a los otros. 

 La maldición kantiana de la "Crítica de la Razón Pura" se mantiene: aspiramos a una racionalidad que explique el mundo en su totalidad, pero nos sentimos impotentes con nuestros sentidos de intuirla. O dicho de otro modo: queremos seguir creyendo en una organización racional del mundo, regida por valores compartidos, pero descubrimos el engaño de unas soluciones impuestas por ese "aparato burocrático-económico". Max Weber lo denominó "legale Herrschaft" (dominación legal). En este sistema no son las personas las que dominan, como en los modos anteriores (tradicional, carismático), sino las leyes, los contratos y las instituciones. Cuando descubrimos que tras la dominación legal no hay razones sino intereses, y cuando la disolución científicista del libre albedrío y la verdad objetiva impide la crítica y disentimiento, entonces las soluciones, lo "political correctness", se imponen sin preguntas previas. Las preguntas han sido abolidas (soluciones sin filosofía). Un mundo de Biden, Soros, Gates, Vanguard, BlackRock, Sillicon Valley, AI, Control algorithms, NATO, CNN y Hollywood, sostenido en la ingeniería y la ciencia, ha sustituido a la filosofía

Francisco Huertas Hernández
11 de mayo de 2024

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Absolutamemte magnífico (Emilio Porta)

Francisco dijo...

Gracias Emilio

Francisco dijo...

A veces me lío en la argumentación

Francisco dijo...

Con lectores como tú uno siempre tiene ánimo

Anónimo dijo...

Estupendo artículo/ trabajo.

Francisco dijo...

Gracias amigo