sábado, 4 de mayo de 2024

"Mozart y Salieri" (Моцарт и Сальери) de A. Pushkin. Arte y Envidia. Francisco Huertas Hernández. Александр Пушкин: "Моцарт и Сальери" (1832). Искусство и зависть

"Mozart y Salieri" (Моцарт и Сальери) (1832) de Aleksandr Sergueievich Pushkin
Arte y Envidia
Александр Пушкин: "Моцарт и Сальери" (1832). Искусство и зависть
Citas de literatura rusa (III)
Análisis de Francisco Huertas Hernández

Моцарт и Сальери (Mozart y Salieri)
Ilustración de Mijail A. Vrubel (1856-1910) realizada en 1885 sobre la obra de Pushkin. Михаил Врубель fue un pintor ruso de Omsk.
Aleksandr Pushkin escribió una pequeña tragedia sobre la envidia en el arte. Antonio Salieri es el artista trabajador, consciente de su falta de genio, y ve en Wolfgang Amadeus Mozart al vago y estúpido premiado por las Musas. La envidia es un mal que se une al resentimiento y exige al que la padece el mal ajeno como único remedio. Matar al que muerte lenta nos da. Salieri era sutil, y por eso el envenenamiento daría la muerte al asesino de su esperanza

Nikolai Rimsky Korsakov: "Mozart y Salieri"
El bajo ruso, Fyodor Shaliapin (barítono) como Salieri y V. P. Shkafer (tenor) como Mozart en la ópera "Mozart y Salieri"
Ópera privada rusa. Moscú. Estreno el 7 de diciembre de 1898



СЦЕНА I

Комната.

Сальери:

Все говорят: нет правды на земле.
Но правды нет — и выше. Для меня
Так это ясно, как простая гамма.
Родился я с любовию к искусству;
Ребёнком будучи, когда высоко
Звучал орган в старинной церкви нашей,
Я слушал и заслушивался — слёзы
Невольные и сладкие текли.
Отверг я рано праздные забавы;
Науки, чуждые музыке, были
Постылы мне; упрямо и надменно
От них отрекся я и предался
Одной музыке. Труден первый шаг
И скучен первый путь. Преодолел
Я ранние невзгоды. Ремесло
Поставил я подножием искусству;
Я сделался ремесленник: перстам
Придал послушную, сухую беглость
И верность уху. Звуки умертвив,
Музыку я разъял, как труп. Поверил
Я алгеброй гармонию. Тогда
Уже дерзнул, в науке искушенный,
Предаться неге творческой мечты.
Я стал творить; но в тишине, но в тайне,
Не смея помышлять ещё о славе.
Нередко, просидев в безмолвной келье
Два, три дня, позабыв и сон и пищу,
Вкусив восторг и слёзы вдохновенья,
Я жёг мой труд и холодно смотрел,
Как мысль моя и звуки, мной рожденны,
Пылая, с лёгким дымом исчезали.
Что говорю? Когда великий Глюк
Явился и открыл нам новы тайны
(Глубокие, пленительные тайны),
Не бросил ли я всё, что прежде знал,
Что так любил, чему так жарко верил,
И не пошёл ли бодро вслед за ним
Безропотно, как тот, кто заблуждался
И встречным послан в сторону иную?
Усильным, напряжённым постоянством
Я наконец в искусстве безграничном
Достигнул степени высокой. Слава
Мне улыбнулась; я в сердцах людей
Нашёл созвучия своим созданьям.
Я счастлив был: я наслаждался мирно
Своим трудом, успехом, славой; также
Трудами и успехами друзей,
Товарищей моих в искусстве дивном.
Нет! никогда я зависти не знал,
О, никогда! — нижe, когда Пиччини
Пленить умел слух диких парижан,
Ниже, когда услышал в первый раз
Я Ифигении начальны звуки.
Кто скажет, чтоб Сальери гордый был
Когда-нибудь завистником презренным,
Змеёй, людьми растоптанною, вживе
Песок и пыль грызущею бессильно?
Никто!.. А ныне — сам скажу — я ныне
Завистник. Я завидую; глубоко,
Мучительно завидую. — О небо!
Где ж правота, когда священный дар,
Когда бессмертный гений — не в награду
Любви горящей, самоотверженья,
Трудов, усердия, молений послан —
А озаряет голову безумца,
Гуляки праздного?.. О Моцарт, Моцарт!

Входит Моцарт

Александр Пушкин: "Моцарт и Сальери" (1832)


Escena Primera

En una habitación

Salieri:

Todos lo dicen: no hay verdad en este mundo;
pero tampoco existe en el otro.
Para mí eso está tan claro como una sencilla escala.
Yo nací con el amor del arte;
siendo aún niño, cuando la música del órgano
resonaba en nuestra vieja catedral,
escuchaba con delicia, 
e involuntariamente dulces lágrimas caían de mis ojos.
Muy pronto huí de las diversiones
y de todo lo que era extraño a la música.
Tercamente lo rechacé todo
y me entregué exclusivamente a ella.
¡Cuán penosos son los primeros pasos,
y qué aburrido el comienzo del camino!
¡Vencí las desilusiones del principiante
y consideré el propio aprendizaje
como base del arte verdadero!
Me hice artesano,
conseguí que mis dedos
adquirieran una fría y obediente agilidad,
y que mi oído captara la exactitud de los sonidos.
Disequé la música cual cadáver, matando sus sones;
comprobé la armonía 
con la ayuda del álgebra.
Entonces, experto ya en la ciencia,
me atreví a entregarme a la indolencia
de los ensueños creadores.
En silencio y para mí solo, empecé a componer...,
pero sin atreverme todavía a pensar en la gloria.
Después de haber pasado dos o tres días en mi silenciosa celda,
olvidándome del sueño y la comida,
y alimentándome tan solo del éxtasis y de las lágrimas de la inspiración,
muy a menudo me sucedió quemar el fruto de mi trabajo
y mirar con frialdad cómo desaparecían en forma de humo
¡los sonidos creados por mí!...
Mas, ¿qué estoy diciendo? Cuando el gran Glück
apareció y nos reveló nuevos misterios
(profundos y cautivadores secretos),
¿Acaso no renuncié a todo cuanto había conseguido,
en lo que creía con tanto ardor,
y lo que tanto amaba, 
para seguirle dócilmente, 
como aquél que, extraviándose,
emprende una nueva ruta
guiado por un caminante?
Por fin, gracias a mi constancia,
logré alcanzar un escalón elevado
en el arte infinito.
La gloria me sonrió;
mis creaciones encontraron un eco en los corazones de los hombres.
Entonces era feliz: gozaba con mi trabajo,
mis éxitos y mi fama;
también con las creaciones y éxitos de mis amigos,
compañeros míos en el arte divino.
¡No, nunca conocí la envidia!
¡No, jamás! Ni cuando Piccini
supo seducir el oído de los salvajes parisienses,
ni cuando escuché por primera vez los sones de Ifigenia.
¿Quién se atreverá a decir que el orgulloso Salieri
fue algún día un envidioso despreciable?
¿Una víbora pisoteada por la gente,
que mordió el polvo y la arena en su impotencia?
Nadie. 
Pero hoy día, yo mismo lo reconozco,
siento envidia,
y esto me hace padecer terriblemente.
¡Ah, cielo!
¿En dónde está la justicia, si el don sagrado,
si la genialidad inmortal no es el premio concedido
al que, ardiendo de amor y de abnegación,
trabaja con ardor, 
y, en cambio, ilumina la cabeza de un loco, de un juerguista ocioso?
¡Oh, Mozart, Mozart!

(Entra Mozart)

Aleksandr Pushkin: "Mozart y Salieri" (1832)
Traducción de Irene Tchernova
Aguilar. Madrid. 1955. 
Tomada del volumen de la colección Crisol y, ligeramente, modificada por Francisco Huertas Hernández

Mozart y Salieri
Ilustración de Kravchenko sobre el drama de A. Pushkin. 1936


Comentario de Francisco Huertas Hernández


 Pushkin es un faro en la travesía oscura de la vida. "Mozart y Salieri" es una de sus pequeñas tragedias (Маленькие трагедии). El autor las concibió para la lectura. Eran cuatro piezas teatrales: "El caballero avaro" (Скупой рыцарь), "Mozart y Salieri" (Моцарт и Сальери), "El convidado de piedra" (Каменный гость) y "Un banquete en tiempos de la peste" (Пир во время чумы). Anna Ajmátova escribió: "quizás en ninguna otra obra de la poesía mundial las formidables cuestiones de moralidad se plantean con tanta nitidez como en las pequeñas tragedias de Pushkin" (быть может, ни в одном из созданий мировой поэзии грозные вопросы морали не поставлены так резко, как в "Маленьких трагедиях" Пушкина).

 El tema de la envidia es universal y trágico. Pushkin se hizo eco de un rumor que parece que el mismo Mozart esparció. Hay un testimonio de su mujer de un paseo por el Prater de Viena en octubre de 1791, en el que éste -siempre receloso como masón- le dijo que le estaban envenenando con "acqua tofana", un veneno de acción lenta, popular en la época, compuesto por arsénico y óxido de plomo. La leyenda del famoso compositor Antonio Salieri (1750-1825) envidiando y envenenando a Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), no parece creíble. Salieri era tan célebre o más que el mismo Mozart en sus tiempos. Franz Liszt, Franz Schubert, Ludwig van Beethoven, Anton Eberl, Johann Nepomuk Hummel y Franz Xaver Wolfgang Mozart se encuentran entre sus alumnos.

 El acta de defunción oficial dice que el músico de Salzburg murió de "hitziges Frieselfieber" ("fiebre miliar aguda"). La medicina en 1791 no era muy precisa. No hubo autopsia. Hay quien acusa a su médico, el Dr. Thomas Franz Closset, de negligencia. Hoy, descartado el romántico envenenamiento del antagonista lúcido y mefistofélico, se barajan posibles causas del fallecimiento temprano del genio: bronconeumonía, fiebre reumática aguda, triquinosis o insuficiencia renal.

 La creatividad inagotable de otro genio de muerte temprana, Aleksandr Sergueievich Pushkin (1799-1837), reunió a los dos compositores y usó la leyenda vienesa del envenenamiento para reflexionar sobre la envidia y la creación artística. Salieri, confesando en un hospital psiquiátrico, en 1824, un año antes de morir, el crimen, fue noticia que circuló por periódicos alemanes y franceses. Pushkin lo leyó en "Journal des Débats". Mozart no era el dios de la música en el siglo XIX. Ese lugar lo ocupaba sin discusión Ludwig van Beethoven (1770-1827), pero ya empezaban a darse manifestaciones locales del "culto a Mozart". En Rusia, fue el crítico musical Aleksandr D. Ulybyshev el que impulsó este culto frente al admirado Gioachino Rossini: "En el mundo moral hay dos clases de genios: unos nacen para todas las épocas, para todos los pueblos y comprenden la esencia del arte; otros sólo son genios porque aparecen en el tiempo, de acuerdo con su propio espíritu... Mozart pertenece al primer tipo de genios, Rossini al segundo... Además, tal es la diferencia entre estos dos tipos de genios, que las obras de los primeros son eternas, las obras de los segundos son temporales..." (В мире нравственном два рода гениев: одни родятся для всех веков, для всех народов и постигают сущность искусства: другие потому только гении, что являются во время, сообразно с их собственным духом… Моцарт принадлежит к первому роду гениев, Россини ко второму… Сверх того таково различие между сими двумя родами гениев, что первых произведения вечны, вторых временны…).

 Partiendo de un Mozart casi divino, como Ulybyshev lo describe, Pushkin podía acentuar el conflicto entre lo terrenal y lo celestial. El monólogo inicial de Salieri que aquí reproduzco contiene la lucha del músico italiano y su reconocimiento final: la envidia que destruye todo su esfuerzo y su fama. El personaje de Mozart no es consciente de su genio. Y por eso atormenta aún más el alma de Salieri, al que no le queda más remedio que dar muerte silenciosa a su adversario. 

 Nikolai Rimsky Korsakov (1844-1908) en 1898 puso música en una ópera de cámara a la pequeña tragedia de Pushkin. Yo descubrí la pieza teatral de Pushkin por la ópera de Rimsky, de la que existe una grabación discográfica soviética excelsa de 1951 a cargo del tenor Ivan Kozlovsky (Mozart) y el bajo Mark Reizen (Salieri), dirigida por Samuil Samosud. 
 En 1961 se estrenó una película del mismo nombre basada en esta ópera, dirigida por Vladimir Gorikker, con los actores Pyotr Glebov e Innokenty Smoktunovsky, y las voces de Sergei Lemeshev (Mozart) y Aleksandr Pirogov (Salieri), y la orquesta dirigida por Samuil Samosud. 
 Televisión Española realizó un programa dramático (1986), con la obra de Pushkin, en el que Manuel Galiana interpretaba a Mozart y Joaquín Hinojosa a Salieri. 

 Para el gran público no ruso, la obra teatral "Amadeus" del británico Peter Shaffer (1926-2016) de 1979, que Shaffer adaptó para la película de 1984 del mismo nombre dirigida por Miloš Forman (1932-2018), con una histriónica interpretación de Tom Huce, les descubrió la leyenda, que sólo el genio de Pushkin elevó a arte mayor.

 La envidia es un vicio del alma, según los clásicos, o una pasión triste. René Descartes (1596-1650) en "Les passions de l'âme" (1649) la describe así: "Si los juzgamos indignos (a los hombres), el bien (que les suceda) mueve a la envidia" (Mais si nous les en estimons indignes, le bien excite l’envie).
 Baruch Spinoza (1632-1677) en "Ethica ordine geometrico demonstrata" (1677), siguiendo claramente a Descartes, califica la envidia como el odio en cuanto afecta al hombre de tal manera que se entristece con la felicidad de otro, y, por el contrario, se goza en el mal de otro (Invidia est odium quatenus hominem ita afficit ut ex alterius felicitate contristetur et contra ut ex alterius malo gaudeat)
 
 Lo nocivo de la envidia es el daño que causa a la alegría del envidioso. Su alegría depende del mal ajeno. En una proyección inversa desposeemos mentalmente al otro de lo que anhelamos. Si la naturaleza no nos fue propicia, el deseo malévolo la corregirá, arrebatando lo envidiado a quien nos hace sentir inferior (triste). Es un resorte del pensamiento mágico el imaginar que nuestro ardiente deseo del mal ajeno nos liberará de nuestro sentimiento de inferioridad.
 Aunque la envidia puede también ser detonante de emulación y superación tomando a la persona envidiada como modelo.

 En el mundo de la creación artística, el biógrafo de Mozart Aleksandr D. Ulybyshev (1794-1858) estableció la división de los genios: intemporales y efímeros. Aunque su juicio sobre Rossini fuera totalmente equivocado, intuía que el verdadero genio es una luz que no se extingue. Pushkin no quiso iniciar la difamación del sombrío Salieri, pero su caracterización del músico italiano quedó como un arquetipo de envidioso inteligente y vengativo, junto a Caín o Yago.

Francisco Huertas Hernández
4 de mayo de 2024

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial aproximación a este episodio memorable

Francisco dijo...

Gracias lectores

Anónimo dijo...

Bravo

Anónimo dijo...

Gracias amiga lectora o lector