viernes, 24 de mayo de 2024

Individuo & Totalidad (XXVIII) Tres siglos: vivencia máxima de un individuo. De bisabuelo a bisnieto. Tiempo y memoria. Francisco Huertas Hernández



Individuo & Totalidad (XXVIII)
Tres siglos: vivencia máxima de un individuo. De bisabuelo a bisnieto. Tiempo y memoria
Francisco Huertas Hernández

Ricardo 
Hijo de mi tía abuela materna María de los Ángeles Cela Gómez
Vega de Valcarce (León) (?)

Bisabuelos paternos (?): ¿Pedro Padilla y Carmen Castro? No es seguro
La niña podría ser mi abuela Isabel Padilla Castro
Cartagena

María de los Ángeles Cela Gómez y su hijo Ricardo
Mi tía abuela (hermana de mi abuela Piedad)
Provincia de León

Mi bisabuela paterna, Carmen Castro Andreu
Cartagena
 
 Mi bisabuela materna, Eudoxia Gómez
A la izquierda, quizás, su marido, Ricardo Cela
Vega de Valcarce (León)




Mis tíos-abuelos: Luz Cela Gómez (hermana de mi abuela Piedad) y su marido, Eliseo (ferroviario en Sama de Langreo)
Sus hijos: Conchita, Eliseo, José Luis (¿aunque aquí hay cuatro?)
Lugar: Provincia de Oviedo o de León. 1948
1- Foto normal
2- Foto tratada con IA
3- Foto normal a 2X
Mis bisabuelos maternos, a los que no conocí, Don Ricardo Cela (comerciante) y Doña Eudoxia Gómez (maestra), tuvieron 7 hijos: María de los Ángeles, Emiliano, Marcial, Luz, Piedad (mi abuela), Ricardo y Doxa. Yo solamente conocí, creo, a Luz. Fue en la ciudad de León sobre el año 1970, adonde llegamos en el flamante auto Seat 124 familiar P-19726 blanco desde nuestra ciudad, Palencia. Creo que venía mi abuela Piedad (Mami). Un oscuro y confuso recuerdo de la catedral de la ciudad del río Bernesga, de sus vidrieras, un descampado, la cocina de la casa, donde estaba mi tía abuela Luz. Poco más. El encuentro breve de los siglos


 Una persona podría estar en contacto con individuos nacidos en tres siglos diferentes. Esto produce un cierto vértigo temporal. En mi caso, tengo un vago recuerdo de mi bisabuela paterna, la Mañe (Carmen Castro Andreu), a la que vi sobre 1968 en su casa de Cartagena, cuando tenía unos setenta años. La Mañe, una de las mejores personas del mundo, era la madre de mi abuela Isabel Padilla Castro.
 Y también conocí en León a mi tío abuelo Eliseo, que, sin duda, nació a finales del siglo XIX, y a mi tía abuela materna, Luz, casada con él.
 De mis abuelos varones, Francisco (paterno) y Basilio (materno), nada sé. Ni los conocí, ni supe de sus lejanas familias, en Cartagena y Soria.

 Saber que somos seres con memoria directa de tres siglos es un hecho sorprendente. Cada uno de nosotros sólo puede abarcar dos siglos, pero puede conocer y conversar con alguien nacido en el siglo anterior al suyo. Una persona nacida en la década de 1960 -en mi caso: 1963- podría conocer a su abuelo nacido en 1895 y su nieto -no es mi caso- que podría nacer en, por ejemplo, 2020. Este nieto, si llega a vivir hasta el año 2120, habiendo nacido en 2020, estaría extendiendo su vida y conocimiento hasta el siglo XXII. En esa hipotética y posible cadena de nacimientos (eso es la vida) y memoria (recuerdos y conversaciones directas) alguien podría ser testigo directo de tres siglos y ceder a su nieto un siglo más, que él no alcanzará. ¡Cuatro siglos en dos eslabones! Un tataranieto tendría la posibilidad de conocer a su tatarabuelo/a que le podría contar si conoció a su bisabuela. 

 El tiempo es una sucesión de nacimientos y conversaciones entre parientes, amores, amigos y conocidos. Esto es lo que llamamos memoria generacional. La extensión de ésta, como queda dicho, puede estirarse tres centurias, en la vivencia individual.

 Más allá quedan los registros indirectos de la historia, la genealogía, los álbumes de fotos familiares, y el oscuro reino de los recuerdos inducidos, las leyendas, los fantasmas familiares. Es la memoria transgeneracional, que, al extenderse, se denomina memoria colectiva, con su acervo distorsionado de relatos, tradiciones, mitos y costumbres.

 Somos individuos porque no conseguimos vencer al tiempo. La totalidad no nos pertenece, ni siquiera en la historia o la filosofía. Incardinados en la fuga del instante depositamos, sin saberlo, ofrendas a esa totalidad de la gran familia humana en nuestros encuentros y despedidas. Los encuentros son conscientes, pero las despedidas casi nunca lo son. Fernando Brant escribió con música de Milton Nascimento una hermosa canción sobre esto, "Encontros e despedidas":

"Todos os dias é um vai e vem
A vida se repete na estação
Tem gente que chega pra ficar
Tem gente que vai pra nunca mais
Tem gente que vem e quer voltar
Tem gente que vai e quer ficar
Tem gente que veio só olhar
Tem gente a sorrir e a chorar

E assim chegar e partir
São só dois lados da mesma viagem
O trem que chega é o mesmo trem da partida
A hora do encontro é também despedida
A plataforma dessa estação
É a vida"

 "La plataforma de esa estación es la vida". Así queremos sentir el espacio que se nos concede para caminar y fundar un hogar. Mientras los trenes llegan y parten. 

Francisco Huertas Hernández
Viernes, 24 de mayo de 2024

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Miquel Insua Lopez: "A memoria e as constelacions... De onde vimos? Marabilla!!"

Anónimo dijo...

Me gusta mucho Francisco. Memoria.

Francisco dijo...

Quién eres?

Francisco dijo...

Gracias