Dicen que hay que olvidar (Memoria y Ser)
"Nueve cartas a Berta" (1965). Basilio Martín Patino
Francisco Huertas Hernández
"Nueve cartas a Berta" (1965). Basilio Martín Patino
Mari Tere (Elsa Baeza) & Lorenzo (Emilio Gutiérrez Caba)
Película del llamado "nuevo cine español", emparentado con sus homólogos de Francia (Nouvelle Vague), Reino Unido (Free Cinema), Unión Soviética, Nuevo Cine Latinoamericano...
Lorenzo (Emilio Gutiérrez Caba) acaba de regresar de Inglaterra, donde se ha enamorado de Berta, una chica hija de padres exiliados que nunca ha visto España. Lorenzo intenta, a través de unas hermosas cartas, que ella entienda cómo es el mundo en el que un día vivieron sus padres.
Berta, a la que el espectador no ve, es una alegoría de la libertad. Salamanca es una ciudad asfixiante dominada por el oscurantismo del "qué dirán" (murmuración), la moral nacionalcatólica y la miseria intelectual de la dictadura. Martín Patino fue muy valiente al hablar directamente del exilio (la España vencida, tema tabú en el franquismo), y resulta extraño que la película pasara la censura. Lorenzo, que termina claudicando, escribe incesantemente cartas a la hija del escritor exiliado contando cómo es ese país que ella no puede ver.
La carta, de la que Arthur Schopenhauer (1788-1860) escribió:
"El disimulo cabe más en la mera conversación; pero, por paradójico que parezca, en una carta es ya más difícil, porque mientras su autor la escribe se encuentra a solas consigo mismo, no ve más que lo que pasa en su interior, prescinde de lo extraño y alejado y no puede seguir con sus propios ojos el género de impresión que producen sus palabras sobre su interlocutor. Éste último leerá la carta con serenidad de espíritu, ajeno al estado de ánimo del que la escribe; la volverá a leer repetidas veces y en distintos tiempos y conseguirá penetrar la intuición oculta"
(Verstellung ist am leichtesten in der bloßen Unterredung; ja sie ist, so paradox es klingt, schon in einem Briefe im Grunde schwerer, weil da der Mensch, sich selber überlassen, in sich sieht und nicht nach außen, das Fremde und Ferne sich schwer nahe bringt und den Maaßstab des Eindrucks auf den Ändern nicht vor Augen hat; dieser Andere dagegen, gelassen, in einer dem Schreiber fremden Stimmung, den Brief übersieht, zu wiederholten Malen und verschiedenen Zeiten liest, und so die verborgene Absicht leicht herausfindet)
Arthur Schopenhauer: "Die Welt als Wille und Vorstellung I". Drittes Buch. LI
El misterio de la carta se ha desvanecido en la sociedad de la información digital y las redes sociales. Nadie escribe cartas. La soledad no es ya un momento de recogimiento y expresión pausada. Y, con la muerte de la carta como medio de expresión y género literario (epistolar), también la memoria pierde su dimensión autorreflexiva. No estoy de acuerdo con Schopenhauer cuando escribe que el destinatario será ajeno al estado de ánimo del emisor, porque la "reverberación afectiva" (fenómeno sonoro producido por la reflexión, que consiste en una ligera permanencia del sonido una vez que la fuente original ha dejado de emitirlo, en el plano de las emociones) lleva las olas semánticas a su horizonte, la luz (intuición, revelación). El viento, ese motor del fenómeno sonoro, ese contexto existencial, que acompaña la letra, para que ésta siga vibrando en el alma del intérprete de la carta. Todo ello es, finalmente, la memoria, un estado de ánimo que interpreta unos hechos lejanos organizándolos en una visión del presente hecho de recuerdos fundantes. Todo presente es un edificio construido con los ladrillos del recuerdo. La memoria quedaba preservada en las cartas. Yo las escribía, a mano, y, si nacían líricas o metafísicas, las fotocopiaba, como ladrillos del ser que construirían mi futuro edificio. Luego arribé al blog, un engendro sucedáneo de los nuevos tiempos, que, como son tan veloces, ya quedó superado. Mi lucha en Facebook para que lean este blog es una batalla por mantener el espacio de la memoria que es tiempo de esa interioridad (lírica o metafísica) que se da sin disimulo al destinatario. Porque cada artículo que os doy es una carta, que ya no se atreve a decir su nombre
Dicen que hay que olvidar y tirar p`alante. Yo digo: ¡iros a la mierda! La memoria es nuestra historia y nuestra obra. No voy a olvidar lo que he sido y lo que quise ser, pues todo, de alguna manera, estaba entrelazado. Viví, y, ahora, recuerdo. Rememoro con ofrendas y libaciones homéricas lo que fue hermoso y terrible, lo que me hizo ser algo más que un soñador y algo más humano. Fuimos un río y corríamos peña abajo con la fuerza del mar...
Francisco Huertas Hernández
Octubre de 2002
2 comentarios:
Genial
Otra reflexión necesaria. Memoria histórica
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