La música es el aire que respiro (Reflexión poética)
Francisco Huertas Hernández
"La Môme" (2007). Olivier Dahan
Édith Piaf (Marion Cotillard)
Una producción francesa sobre la vida de la cantante más grande del mundo. Su infancia, la miseria, sus primeros pasos, su triunfo. Sus dificultades para amar y su entrega absoluta al amor, la vida y la canción. A mi padre le gustaba mucho, y a mí tanto o más. No por casualidad nací el año en que ella murió. No recuerdo a nadie que haya cantado con tanta pasión tantas buenas canciones. La voz de Francia, la Molière de la chanson, es un referente para todas esas aulladoras que se han impuesto en el siglo XXI. Saber cantar no es tener más decibelios o más octavas, sino conseguir el equilibrio entre la verdad del corazón y las cuerdas vocales. Édith sabía modular su poderosísima voz con el llanto, la ternura y la desesperación. Justo lo que los aulladores y mugidores de los concursos televisivos no saben hacer. Para que la música sea el aire que respiramos debe ser cálido y vivificador, evocar, proyectar, transportar, llevarte desde ti a ti pasando por el infinito. Édith sabía hacerlo
La música es el aire que respiro. Sin música no es posible seguir viviendo. He grabado una cinta en
la que se afirma la unidad de la música: unidad
que reside en la emoción.
La
música nos hace pararnos y suspirar. Nos levanta y nos hace movernos frenéticamente.
Nos transporta a donde siempre debimos haber vivido. Nos emplaza a un destino
remoto que hemos vislumbrado transidos de emoción alguna vez.
Sólo es tiempo, vibraciones en el aire,
pero son ondas de vida. Caballos de agua juegan al ajedrez, y yo nado a
través del manantial de mis lágrimas; no basta una fuente de suspiros, no era
un juego detrás de los tilos. Tiempo perdido que nos dejó vencidos: llovían
recuerdos y sal.
La música es una lluvia de futuro, de
paraísos perdidos que nunca se perdieron, siempre fueron música. Intento
comprender que el futuro con el que sueña el alma, el que atisba henchida de presentimientos, es
algo más íntimo que la propia música. Soñar al futuro es más que soñar con o
hacia el futuro. El alma ha sido
encantada con la flauta de Melos, embelesada con una melodía compasiva que une
a todos los hombres con un pasado que está por venir. El misterio de un pasado que aún no ha llegado, la dicha de una
felicidad que es propia y al tiempo ajena, compartida con nuestros semejantes, en ese temblor ante las tonalidades menores
que es el mayor regalo para el alma, que la acaricia y la mece en una cuna de
promesas que ya se han cumplido en cada nota, en cada compás, aunque sepamos
que la belleza es un hontanar en el cielo, un arco iris de olas.
La música más arrebatadoramente sublime está
penetrada de muerte: la belleza parece entonar su cántico desde orillas aciagas. Pero la música es nuestra vida, nos revela otra vida.
Quizá vivir la música sea renunciar a ese
sucedáneo de vida que es lo que llamamos vida. La música es un don divino que nos redime del tiempo y de la falsa
vida. Los viajeros del invierno que cantan las canciones de un camarada
errante y caminan sobre el campo de la muerte. La música es el único sueño del que no se despierta, la única eternidad
que se viste de tiempo aunque nos eleve por encima de él. El sueño eterno
que nos hace olvidar la vigilia diaria y sus legañas. Los manantiales de
lágrimas de las canciones tristes están hechas de los sueños de la humanidad,
de sus paraísos perdidos y recobrados en las notas de un violoncello. Hemos soñado abrazados a unas semicorcheas
deslizándonos levemente en la eternidad vestidos con el frac de un tempo de
vals.
Francisco Huertas Hernández
Febrero de 1996
9 comentarios:
He despertado y he leído las palabras más bonitas que jamás imaginé. Gracias Maestro
Otra de tus pasiones, además de cinéfilo, melómano. Quizás fue antes la música, ¿no? Un texto del 96 conmovedor y sentido. Y lo que dices sobre Édith Piaf es precioso.
Qué bella lectura de sentimientos bellos.
Buen texto Francisco Huertas Hernández, está claro que sin música no se podría vivir. Está claro que Edith fue una de las grandes, quizás sería excesivo decir "la más grande", se me ocurren muchas, como así a bote pronto, Janis Joplin o Maria Callas, claro que eso va en gustos 😉
Bello regalo virtual, excentr ensayo poético y filosófico, tú pluma escribió por mi, eres el intérprete de nuestras
más sentidas fibras espirituales.
Silvia Munárriz
Bello regalo virtual, excelente ensayo poético y filosófico, tú pluma escribió por mi, eres el intérprete de nuestras
más sentidas fibras espirituales.
Silvia Munárriz
Qué conmovedor resulta degustar las palabras de alguien que habla de lo que ama. Guardo esta entrada como una de mis favoritas de tu blog.
Que estupendo Francisco, mientras leía dibujaba las palabras de la Piaf escritas en su autobiografía en mis brazos, como mordiscos de gato viejo. La música se te grava como un tatuaje y aunque pase el tiempo y decolore cada ves que lo ves es algo vivo y nuevo.
La musica y la palabra te elevan al cielo. Gracias
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