lunes, 15 de febrero de 2021

Si el amor es... Diario de Palencia. 1993. Francisco Huertas Hernández

Si el amor es...
Diario de Palencia. 1993
Francisco Huertas Hernández


"Calle Mayor" (Grand Rue) (1956). Juan Antonio Bardem
Isabel (Betsy Blair) en la estación, como la Penélope de Joan Manuel Serrat, esperando a un hombre que no existe.
Al final, en Palencia no se filmó más que una escena de interior en un bar, y los soportales de la Calle Mayor que vemos son los de Logroño.
La película hispano-francesa de Bardem es un clásico del cine inspirado en la obra teatral de Carlos Arniches "La señorita de Trevélez". Este durísimo drama de unos jóvenes aburridos e insensibles es un retrato de la España profunda franquista, cuya existencia sigue ahí. La asfixia de la vida en las pequeñas localidades de interior, donde "nunca pasa nada" es el caldo de cultivo de una broma en la que se hace creer a una solterona -detestable palabra que refleja el machismo español- de la ciudad, Isabel, que un apuesto joven está enamorado de ella. Es en el casino -ese lugar de pestilente franquismo rancio- donde los amigos de Juan (José Suárez) traman la broma: engañar y humillar a esa mujer a la que las convenciones sociales desprecian por no estar casada a sus treinta y tantos años. El drama de Bardem está en las antípodas del sainete de Arniches, que, a fin de cuentas, forma parte de la misma ideología conservadora y machista de los bromistas de su obra. Esa sociedad opresiva del "qué dirán" atada a los prejuicios y a la moral católica destruye inmisericorde a los individuos que no representan su rol preestablecido. Es cruel con la mujer "solterona" y "hace la vista gorda" (transige) con el señorito "crápula" libertino, con tal de que mantenga la doble moral: en misa los domingos, y cumplidor de sus deberes familiares, aunque se le permite una "canita al aire". La sociedad ha cambiado porque han cambiado los tiempos, pero, en el fondo, los prejuicios sexistas, de clase, y nacionales, de esa España profunda "entre visillos", de la envidia, la murmuración y la maledicencia no han cambiado. Baste ver el odio de esas gentes a los "menas", los inmigrantes y los catalanes. Todo su ideario queda recogido en los partidos de extrema derecha de los que España anda bien servida.
Y ahí el amor como pasión que derriba inhibiciones burguesas y clericales, sociales y morales, es la clave. El rock y su libertad de costumbres representó ese dinamitar la moral católica del "qué dirán". Si Jim Morrison tuvo que exiliarse a París por exhibicionismo, en España Miguel de Molina tuvo que exiliarse por homosexual tras ser torturado por policías franquistas. De nuevo el sexo es la semilla de libertad que la moral intransigente persigue. El sexo como disolvente de las normas sociales. Sea como fuere la libertad es incompatible con el miedo, y estas sociedades y sus ideologías sustentadoras solo viven del miedo

 Si el amor es un explosivo, una bomba de efecto retardado, si es un regato serrano que fluye al océano o que va cantando a la nube, si es un despertar acongojado, si es una luciérnaga o una luna llena, si nos endulza el alma, si el amor es metralleta o tila, si es asfixia, comezón, desasosiego, espasmo, epilepsia, frenesí, locura, si es el amor eso, yo no te amo, y, entonces, todo esto es un juego y te digo perdón

Francisco Huertas Hernández
Diario de Palencia
Palencia, viernes 19 de marzo de 1993