viernes, 19 de febrero de 2021

Rumor. Paideia y sensibilidad musical. Francisco Huertas Hernández. 2002

Rumor
Paideia y sensibilidad musical
Francisco Huertas Hernández. 2002



"August Rush" (2007). Kirsten Sheridan
Evan Taylor (August Rush) (Freddie Highmore) arriba
Lyla Novacek (Keri Russell) abajo
Guitarra & Cello
 Película estadounidense que cuenta la historia de un joven prodigio musical, abandonado por su abuelo al nacer, y sobre la búsqueda que emprende por encontrar a sus padres

 He admitido sin reservas la idea griega de una “paideia”, una educación, una formación del carácter, en la que la música es pilar fundamental. La música es estructura matemática que reside en el universo, en la música de las esferas, y en las cuerdas de la lira, pero, aparte de número y medida, ella es, ante todo, sensación y memoria, como sentenció Aristoxeno de Tarento.

 El rumor del mar es melodía de eco lunar y el canto de las aves, eco solar. Hay músicas telúricas en las erupciones volcánicas y en los choques de las placas tectónicas. Los cantos de la tierra son percutivos, y, por eso, la percusión es el instrumento originario: el ritmo, el latido de la tierra. El rumor recurrente de la naturaleza acaba germinando en el alma humana, y brota la flor de la melodía, las hojas de la armonía. El don de la música humana es un misterio que devuelve al hombre a las esferas celestes. La unidad cósmica a través del canto y la instrumentación.

 La sensibilidad musical, el criterio del buen gusto estético, dice todo de la persona. No hay moralidad alguna ajena a la simbiosis artística entre el hombre y la música. Por eso resulta inmoral la incapacidad de emocionarse y valorar el eximio arte de Melos. Una armonía social universal sólo será posible cuando el canto occidental reconozca el de oriente, pues ambos son hijos del canto de las esferas celestes, que los pitagóricos escucharon.

 La tragedia de la educación actual no es el fracaso en el aprendizaje de contenidos sino la ausencia de sensibilidad. Sin gusto estético no puede haber emoción ni compasión, ni, más allá, razonamiento lógico. Sólo barbarie. La tragedia del mundo es haber perdido la música. Sin ella no hay saber ni salvación. La superioridad moral y política de las generaciones precedentes estuvo basada en el buen gusto musical, en el que Beethoven y Jacques Brel, Piazzolla y los Beatles, abrían los horizontes de la libertad y la felicidad. Los adolescentes adocenados por los medios de comunicación de masas sólo pueden ser carroña fascista y violenta, simplemente, porque desconocen la belleza, desconocen la música.

Francisco Huertas Hernández
12 de diciembre de 2002

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin música no somos humanos

Rosana Ruiz dijo...

Me encanta