Homeriada (I)
Mitos y Auroras
Contra el Imperialismo
"Helena" (1924). Manfred Noa
Francisco Huertas Hernández. 2002
"Helena" (1924). Manfred Noa
Monumental película muda alemana en dos partes. Presenta episodios de la Ilíada de Homero, con Helena en el centro de la acción.
Protagonizada por Edy Darclea, Vladimir Gajdarov y Albert Steinrück. La primera parte (Erster Teil: Der Raub der Helena) es el "El rapto de Helena". La segunda (Zweiter Teil: Der Untergang Trojas) es "La caída de Troya".
Producida por Bavaria Films en Munich y rodada en localizaciones de los lagos de Ammersee y Wörthsee esta gigantesca película que tenía que durar tres horas. La intérprete de Helena fue la desconocida actriz italiana Edy Darclea, cuyo verdadero nombre era Iole De Giorgio. Casi dos años antes de la película estadounidense "Ben-Hur" (1925) de Fred Niblo, "Helena" mostró una espectacular carrera de cuadrigas en una arena.
Primera parte: El rapto de Helena. El orgulloso joven Paris no sabe que es el hijo del poderoso Príamo, rey de Troya. Una vez fue abandonado por el padre real cuando era un niño pequeño para complacer a los dioses. De joven viajó a Grecia en representación del anciano rey. Allí conoció a Helena, que era hermosa y seductora, y estaba casada con el rey espartano Menelao.
Pronto Paris y Helena se enamoran. Para escapar de la ira de sus maridos, ambos huyen a Troya, donde Paris es reconocido como el hijo del rey Príamo. Presa de una tremenda ira, Menelao quiere traer de vuelta a su esposa a cualquier precio. Se inicia la guerra entre Esparta y Troya, los troyanos primero repelen al ejército de Menelao. Pero Helena todavía está muy lejos de sentirse segura.
Segunda parte: La caída de Troya. Los espartanos no se rinden, han sitiado la lejana Troya durante años. En un duelo entre Menelao y Paris para decidir la guerra, Paris resulta herido. Helena lo salva. En la batalla siguiente, el valiente guerrero Aquiles mata a Héctor, el hermano de París. Príamo luego pide a París que recompense la sangre con sangre y mate a Aquiles. Paris golpea al desarmado Aquiles con una flecha envenenada en el talón, tras lo cual muere. Pero el objetivo de conquistar Troya y traer de vuelta a Helena no está conseguido.
El astuto Ulises (Odiseo) tiene una idea. Un gran engaño. Los espartanos construyen un enorme caballo de madera, entran en su interior hueco, y lo dejan frente a la puerta de la ciudad para que por la mañana, cuando los troyanos lo descubran, crean que es un regalo de los dioses. Y así, los ciudadanos auténticos de Troya transportan el caballo de madera dentro de las murallas de la ciudad. Pero este acto resulta su ruina. Por la noche, los guerreros de Menelao salen del interior del caballo, devastan Troya y le prenden fuego. Paris y Príamo mueren en batalla. Menelao renuncia a la venganza y, en lugar de castigar a Helena por su traición, la lleva de nuevo a casa.
"Helena" (1924). Manfred Noa
Achill (Carlo Aldini)
Aqueos, de broncíneas túnicas. Troyanos, domadores de caballos. Condenados a una lucha homicida
bajo el arbitrio de los dioses. Sabedores de que el hado es ineludible y la
sangre busca la sangre. Recogen a sus muertos cada bando en lucha durante la oscura
noche, y esperan el alba para de nuevo aniquilarse en la lluvia de lanzas y de
flechas que azota la llanura escamandria. Los héroes de aladas palabras y firme brazo combaten y ruegan a los
dioses. Todo un mundo de mitos en la
aurora de nuestra cultura que se ha colado en el lenguaje y acaso en gestos
prístinos y etéreos que nos ponen homéricos cuando la ira sube de nuestro
corazón a nuestros ojos. No sabe el pianista chino que estudia a Shakespeare ni el presidente
norteamericano que invoca a Dios, cómo el mito se forja en la sangre y la
muerte, cómo la leyenda que inaugura nuestro poblado reino de símbolos es el
épico canto a la gloria homicida, al brutal saqueo, a la autorizada violación
de la mujer del enemigo, al robo, a la intriga, al cruel sadismo asesino, a la venganza, reina vieja y venenosa, que
acaso fue la primera ley de los hombres por serlo de los dioses.
"Helena" (1924). Manfred Noa Helena (Edy Darclea)
"Helena" (1924). Manfred Noa
Poster
La edad
de bronce de los héroes homéricos, más noble que la edad del silicio y la mentira de los heraldos chillones que
convocan a asamblea a los dóciles espectadores ante las pantallas catódicas. Si
la torva faz animal de la humana estirpe fue loada en la épica griega y de
otros pueblos, y en ella germina la simiente de nuestra cultura, como la
aurora, de azafranado velo, se esparce por la tierra, ¿cómo pretende el
civilizado mundo acaudillado por el torpe descendiente de Tersites que arribó en la nave que los tiempos recuerdan con el
nombre de Mayflower negar el derecho
a la espada y a la maza a las naciones humilladas, saqueadas, violadas,
aniquiladas, por sus ingenios invencibles?
"Helena" (1924). Manfred Noa
Entrada del Caballo de madera en Troya
El mito
nos devuelve nuestra humana condición con más luminosa claridad que la selva de
engaños y añagazas de economistas que deshacen haciendas y periodistas que
esparcen odio a los lejanos y sumisión a sus amos. El cúmulo de las acciones de
los héroes de linaje divino o mortal que Homero
cantó fue brutal y noble a un tiempo, porque el enemigo siempre fue admirado y
temido, y se le concedió un campo de batalla en el que poder pelear, y se le
reconoció un inmortal derecho a la venganza y a la defensa de su patria, pero,
ahora, el criminal reino que gobierna el mundo niega la sangre derramada en su
atroz cruzada contra pueblos indefensos a los que la venganza y el honor les es
arrebatado.
Como Homero
cantó las hazañas de Aquiles y de Héctor, nobles adversarios, la historia
de los hombres futuros reconocerá la lucha legítima en la hora crepuscular de
los mártires y guerreros que dieron su vida para derrotar al tirano imperio.
Francisco Huertas Hernández
10 de septiembre de 2002
1 comentario:
Qué bonito
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