jueves, 15 de abril de 2021

Luz y Ser. "Walkabout" (1971). Nicolas Roeg. Francisco Huertas Hernández. Reflexión filosófica sobre la caverna de Platón

Luz y Ser
Reflexión filosófica sobre la caverna de Platón
"Walkabout" (1971). Nicolas Roeg
Francisco Huertas Hernández





"Walkabout" (1971). Nicolas Roeg
Película australiana que se basa en la novela del mismo título de James Vance Marshall. Ambientada en el interior de Australia, se centra en dos niños blancos que se quedan solos en el desierto de Australia -después de que su padre intentara matarlos y suicidarse-. Un adolescente aborigen les ayuda a sobrevivir. Inician un viaje juntos.
Este film del realizador británico Nicolas Roeg se caracteriza por su composición visual -fue director de fotografía-, con el poderoso sol del desierto como marco y personaje natural. 
Las películas de niños supervivientes se prestan a la moralina, mas no es el caso aquí. Una cierta mirada nostálgica a las culturas de los mal llamados pueblos "salvajes", muy propia de fines de los años 60, con el "encuentro" y la difícil comunicación de los escolares blancos huérfanos y el niño aborigen plasman el conflicto humano de las diferencias culturales, pero, de fondo, también presenciamos la integración del humano en la naturaleza.

El sol es un símbolo universal. En la historia de la filosofía lo hallamos en Platón como imagen del Bien: la "Alegoría del Sol", en "República"
Deslumbrante y mensajero de la luz y la dicha el Sol nos hace levantarnos y vivir. Su puesta (ocaso, crepúsculo) nos invita a acostarnos y dormir. La vida, amigos, es la luz. Por eso hay alguna relación entre las pocas horas de luz de Escandinavia y el índice de suicidios y depresión. 
Platón conecta su pensamiento con las más antiguas religiones solares (egipcia, mesopotámica, mexica, incaica, china, japonesa, incluso, griega, con el culto a Apolo) Podría incluso el culto al Sol ser el origen del henoteísmo (se reconoce la existencia de varios dioses, pero solo uno de ellos es suficientemente digno de adoración), y, más tarde, del monoteísmo (creencia en un solo Dios). La "barca solar" es la representación mitológica de un sol conduciendo una barca, y aparece en los petroglifos del Neolítico y la Edad del Bronce. Ra es el dios egipcio del Sol y de la vida, símbolo de la luz solar, creador de la vida, y del ciclo de la muerte y la resurrección. Se representa como un sol de mediodía, en su máximo esplendor. El "carro solar" a partir del segundo milenio a. C. se muestra en Helios (dios griego del Sol) y en Faetón (hijo de Helios y la oceánide Clímene). Utu, en los sumerios, el dios del sol y la luz, es también el dios de la justicia;  Inti, en los incas; en la iconografía judeo-cristiana, el Sol puede simbolizar a Dios o Jesucristo. 
El sol está presente como poder y vida en todas las culturas. No es extraño que Platón lo comparase al Bien. Su analogía del Sol como "hijo del Bien" es profunda y hermosa, conecta con las verdades más eternas presentes en los mitos y religiones antiguas, y expresa la necesidad humana de ver (conocer) y calentarse (vivir)


"Walkabout" (1971). Nicolas Roeg
Poster

Alegoría de la caverna (Platón)
Grados de realidad (Mundo Sensible: sombras-imágenes, objetos físicos, sol / 
Mundo Inteligible: objetos matemáticos, Ideas, Idea de Bien)
El "ascenso" (liberación) del prisionero equivale a la educación, que es el paso del Mundo Sensible (sombra/apariencia/opinión-conocimiento sensible) al Mundo Inteligible (Luz/realidad-esencia/ciencia-conocimiento racional

Alegoría de la Caverna (Platón)
δόξα (doxa) = opinión = conoc. sensible vs. ἐπιστήμη (episteme) = ciencia = conoc. racional

 La resplandeciente y duradera intuición platónica de la caverna y la luz nos anima a reflexionar, envueltos también en metáforas, sobre el espectro de lo luminoso.

 En la oscuridad más absoluta, en la sima del no ser y la ausencia de verdad no es posible ni el discurso ni la vida. Hasta los remotos peces abisales están dotados de poder autoiluminador. En esas oquedades umbrías, o sótanos de lo real, donde Platón sitúa a los encadenados por la ignorancia, existe la sombra.


 La sombra es el débil reflejo de una fuente de luz en las paredes cavernarias. ¿Qué luz proyectan esas sombras de objetos aparentemente automotrices? Es el fuego: una llama amarilla y rojiza. Una lengua anaranjada de calor. Entre el amarillo y el rojo, con la preponderancia espectral del amarillo en función de proyector de imágenes. Por la noche nos alumbran los fuegos naturales o eléctricos de lo incandescente. Quienes añoran las claridades del día añoran la blancura de la luz solar. El fuego, en su amarillor, es imitación degradada del blancor de lo solar.


 ¡Ahí están los encadenados a las visiones calurosas y cambiantes, visiones de penumbra y de pesar! Como la lectura incierta a la luz del quinqué, como la costura difusa bajo la luz de la vela. Platón dio en llamar δόξα a ese conocimiento que cae bajo la luz del fuego, bajo el manto de lo amarillo en la noche. Quizás nuestras visiones nocturnas a la luz de la luna y las estrellas también sean de la misma naturaleza que las propiciadas en el fondo de la cueva.

 Fuego, luna y estrellas hermanadas por el tono de su luz. Madres en la noche del ser y la verdad. Cuando el ser y la verdad duermen o vagan en camisón de sueños. Guías de la δόξα que tiñe de apariencia ambarina lo que durante el día fue cristalina transparencia.

 ¡Qué insensato el animal que dio a lo áureo valor de opulencia! El oro, en sus destellos, recuerda al humano que la vil materia no es sino reflejo de formas luminosas intangibles.


IES Dr. Balmis. Alicante
Jueves 19 noviembre 2020
El blanco sol se alza sobre la ciudad mientras los alumnos hacen un examen de Platón
Fotografía: Francisco Huertas Hernández

 Animados por la audacia del prisionero que rompe con sus cadenas de sombra y fuego, y escala hasta la boca de la cueva, vamos nosotros en busca de la luz. ¡Qué dicha para el alma el apagado de la iluminación artificial de las calles cuando el alba trae el límpido fulgor de la luz solar! Así el encadenado, liberado por el esfuerzo de su alma, que huye de la δόξα y aspira a la ἐπιστήμη, al clarividente νοῦς, va extinguiendo el teatro de las sombras, va deshaciendo los contornos móviles de lo efímero, que nacido oscuro se hizo cromático, pero siempre habitado por la llama nerviosa e inconstante de la luz del fuego, la lumbre de un hogar deshabitado. Prisionero que, al fin, queda cegado por la realidad más pura: el Sol que baña sus ojos, su alma, de transparente blancura, que descubre las esencias de los seres, habitados por la luz. Sólo la luz de la verdad, la luz del ser, hace palidecer la tenue flama de la tea: lo que fue sombra móvil, es ahora luz eterna. Lo amarillo se hizo refulgente blancura, patente transparencia.

Francisco Huertas Hernández
3 febrero 2013

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo análisis

Unknown dijo...

Excelente

Francisco dijo...

Y ahora lo pienso: ¿hay influencia aquí de María Zambrano?